Jueves 12 de julio, 19 horas. La exposición permanecerá habilitada hasta el 29 de julio.
Con su permiso, pintores! Las obras de los pintores Picasso, Matisse, Klee y Chagall son los disparadores para las creaciones de los chicos del Taller Azul. Un homenaje a estos artistas realizado a través de múltiples abordajes, en un proceso cuyo resultado son dibujos, pinturas, grabados, fotomontajes, títeres, objetos y cuentos, poemas, textos y libros de artista que componen la exposición de 375 obras, y también forman parte de un libro/catálogo prologado pro Luis Felipe Noé.
El Guernica de Picasso motiva a la reflexión y a la creación de murales, “La línea es un punto que camina” de Klee invita a descubrir, experimentar y jugar con trazos, entre otras actividades y juegos que toman como punto de partida e inspiración a estos creadores de la vanguardia artística del siglo veinte. Los autores, de 4 a 13 años, asisten en la ciudad de Salta a ese espacio de arte “para chicos con pajaritos en la cabeza”, dirigido por Silvia Katz.
Prólogo al libro
La aventura de Silvia Katz
Así como Silvia Katz ha obtenido bellísimas definiciones de niños – tales como “la luna es el plato donde comen las estrellas”, “el alma es la memoria del cuerpo”, “televisión es el amo de los chicos”, “golpe de estado es algo que deja noqueado al país”, “malas palabras son las que se portan mal y se escapan de su boca”, y “cerro” puede significar tanto como “ un castillo de tierra”, como “la joroba del mundo”-, yo con infinita menos imaginación, la describo a ella como una maga: si bien no saca un conejo de una galera, sí, en cambio, hace de un niño un artista. Y esto lo logra en el Taller Azul en la ciudad de Salta – “espacio de arte para chicos con pajaritos en la cabeza”– y ha dado testimonio de lo que allí se hace por medio de numerosos libros que muestran la amplitud de sus enfoques provocadores de la mecánica creativa, así sea por medio de la palabra, (cuentos y poesías) como la música, los títeres, o la pintura y el dibujo. El hecho de que sus libros hayan tenido como prologuistas a tres escritores, un titiritero, un músico, dos periodistas y un pediatra, ejemplifican lo dicho.
Pues ahora me toca a mí, pintor, prologar este magnífico libro sobre pintores, ( ¡y qué pintores!) que incitan al juego de la pintura y del dibujo. Así Picasso, Matisse, Klee y Chagall entraron en escena al taller azul, y Silvia los convirtió en provocadores de mil juegos creativos. Este libro da testimonio de esas visitas, y de cómo fueron recibidos por Silvia y los niños. Hablaron del color y de la línea, pero también de música y de la relación del color y el sonido. Klee, les dijo que la línea es un punto que camina, y entonces supieron que dibujar es sacar de paseo a una línea. También Klee les dijo que “pintar bien es simplemente poner el color correcto en el lugar correcto”, y ejemplificó con técnicas diversas mezclándolas. Así les enseñó a ser muy libres en el acto de pintar, utilizando los medios más diversos y también signos y escrituras. Terminó haciéndoles hacer títeres y llevándolos al circo.
Picasso, les habló de trabajar con un color predominante, sea azul o sea rosa, por ejemplo. Y los niñas se vistieron de rosa y los niños de arlequinos. A su vez aprendieron a apreciar las máscaras africanas y a reinventarlas, a descomponer figuras y asociar lo diverso y a convertirse ellos mismos en cuadros. Asimismo, siguiendo el modelo de “Guernica”, trabajaron el tema de la guerra en blanco y negro, pero para el caso, la temática era la de las Malvinas y también la dictadura militar. Y entre mil cosas, Picasso les habló de la línea sin fin y se despidió diciéndoles: “la inspiración existe, pero cuando llegue es mejor que te encuentre trabajando”.
Por su parte Matisse, les enseñó que los colores cantan, y les dijo que: “cuanto pinto de verde, no represento al pasto, cuando pinto de azul, no represento al cielo”, y también afirmó que “el pintor ya no necesita preocuparse por detalles insignificantes, para ello está la fotografía, que lo hace mejor y más rápido… la pintura es para representar visiones interiores”. Luego de hacerles trabajar con papeles recortados, se despidió diciéndoles que: “tenemos que ver toda la vida como si fuéramos niños” lo que a éstos les encantó escuchar.
Chagall les enseñó a hacer retratos pero no como los demás, y los hizo volar con la pintura. Les dijo que “cuando trabajo siguiendo el corazón, casi todo me sale bien” y luego, al igual que Klee, los llevó al circo.
Yo, que pertenezco a una generación (nací en 1933) en la cual no se tenía ni la menor idea de la educación artística para con los niños -recuerdo que se confundía música con solfeo, y dibujo con representar un yeso- no dejo de sorprenderme de la importancia y la calidad de la enseñanza artística que existe en la actualidad. Suelo decir que los profesores de pintura tendrían que aprender de las maestras jardineras. Múltiples y excelentes talleres existen en muchas ciudades de nuestro país y se han publicado diversos libros de arte para niños, pero lo particular del enfoque de Silvia Katz, es el planteo integrador que desarrolla interrelacionando escritura, pintura y música. Además lo hace con un gran sentido del humor, sabiendo que sin el desarrollo de este es difícil el juego artístico. Los títulos de sus libros así lo demuestran, por ejemplo, daré el de cuatro: “Hay un duende en mi sopa”, “Bichonario estrafalario”, “¿Acaso una cosa hace caso?”, “Con cierto desconcierto para cuerdas y cuerdos”.
Por otra parte celebro que la actividad ejemplar de Silvia Katz acontezca en la ciudad de Salta y que allí se editen sus magníficos testimonios de su hacer. A los porteños les sirve para mirar más allá de su ombligo.
– Nota relacionada:
Con su permiso, pintores!
http://www.salta21.com/Con-su-permiso-pintores.html