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martes, mayo 20, 2025

Conflicto en Isla de Cañas: la política del cierre de Colegios

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Le educación de la provincia parece estar dando marcha atrás. Cualquier excusa es buena para cerrar un colegio. ¿No es la Isla de Cañas un lugar propicio para brindar educación? La problemática que vive la comunidad de Isla de Cañas en el Departamento de Iruya entronca directamente con la que viven las Villas en la Capital salteña. Ante un conflicto la política es cerrar. No se vislumbran soluciones. La matrícula en Colegios vespertinos hace peligrar la continuidad. Indignación de una población a la que le prometieron educación y hoy está peor que al inicio: se hicieron ilusiones y no hay clases.

Isla de Cañas, pequeño pueblo ubicado a 307 km de la Capital de Salta, tenía un solo lugar para que los jóvenes concurran a estudiar: una Técnica. Pero pronto se producía una deserción escolar quizá por ser una institución de doble jornada.

Con la apertura del Colegio 5228, se brindó una nueva opción de media jornada, y comenzó a funcionar el 2 de marzo en el Centro Integrador Comunitario (C.I.C.). Por cuestiones administrativas y pese a haber firmado un Acuerdo entre las autoridades del Municipio y el Ministerio de Educación, se suspendieron las clases al cabo de una semana. El compromiso no se mantuvo. El Director General de Educación prometió solucionar el conflicto, pero a la fecha, no se dispone de la continuidad del Bachiller.

Los habitantes de Isla de Cañas solicitan a las autoridades «ser escuchados» y exigen la restitución de lo que consideran una «Oferta educativa nueva».

Sendos carteles de protesta desplegaron las Comunidades Kollas, del Limoncito y de Río Cortaderas, en reclamo de la reapertura del Bachillerato.

«Libertad para elegir, libertad para aprender» es la consigna que moviliza a los padres y los jóvenes, por el derecho de educarse.

La población manifiesta que el Colegio de Limoncito tiene serias dificultades para su funcionamiento. La directora expresó a la prensa que no es adecuado el lugar para un Colegio, sólo hay espacio para diez alumnos, no tiene provisión de aulas y las clases se imparten en galerías abiertas, ya sea con frío, calor o lluvias. Sobre todo, el traslado hasta la zona es de riesgo. En un tercer tramo, el río Iruya dificulta el paso. No se puede llevar materiales didácticos ni víveres; los alumnos deben trasladarse a pie, a caballo o en tractores con mucha suerte ya que no hay caminos. En una de las idas a Limoncito, un tractor perdió el acoplado que quedó en el río. Las familias que envían a sus hijos a estudiar, no saben si estos logran llegar o si podrán volver. Por esas razones, piden que el Colegio se quede en Islas de Caña.

¿Serán estos jóvenes dueños de su futuro?

¿Tendrán las oportunidades que merecen?

Sus voces hoy son las voces del silencio y el síntoma evidente de la precariedad de la educación, en los albores del siglo XXI.

Declaraciones de los alumnos

Declaraciones de los padres

«Si cree usted que la educación es cara, pruebe con la ignorancia». Derek Curtis

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