Omnipotencia y caudillismo se reflejó en la tapa de los manuales que el Ministerio de Educación preparó para alumnos de primaria, un mensaje que tiene que ver con «bésame, gracias a mí estudiás», etc. Mucho de esto se dijo y se concluye que se trata de otro más de los tantos discursos propagandísticos del actaul gobierno.
Más allá del irónico título de la nota, dos cuestiones de índole profunda no deben olvidarse frente a estos últimos hechos: uno es con qué facilismo se desechan unos libros para enseguida confeccionar otros (como ya ocurrió antes cuando tuvo errores garrafales el mapa de Malvinas), lo que implica el doble del paquete económico previsto con fondos públicos; y otra: si realmente los chicos aprenden con esos manuales – y ello equivaldría a plantearse una política educativa seria- y por qué se controla la distribución del conocimiento.
Parcerisa Aran señala que el libro de texto es el material curricular de mayor incidencia y «llegan a condicionar de manera importante el tipo de enseñanza que se realiza». Martínez escribe que «el material en sí mismo es también un mensaje» en tanto Escudero ha destacado que la importancia del medio didáctico no radica sólo en el hecho de facilitar el acceso a determinados contenidos sino que, además, condiciona el propio mensaje. «Los materiales curriculares también educan a la familia», señala Parcerisa.
Gimeno estudia que «los textos legitiman las áreas o asignaturas en las cuales la administración ha distribuido el conocimiento». Torres (todos los autores citados son pedagogos) teoriza que los materiales curricularers «funcionan como filtro de selección de aquellos conocimientos y verdades que coinciden con los intereses de las clases y grupos dominantes» y que desempeñan un papel decisivo en la reconstrucción de la realidad. Y lo que es más importante aún: «los gobiernos siempre han tratado de supervisarlos , como también lo hacen otros poderes, el eclesiástico, por ejemplo. Los materiales curriculares seleccionan y ponen énfasis en determinados significados y prácticas, y consecuentemente, silencian otros». Agrega que algunos significados son difíciles de ocultar entonces se reinterpretan o explican de manera que se dificulte su comprensión sobre su real significado. Municio ha realizado un estudio interesante en relación a que los cambios de orientación en el poder político han sido sucedidos históricamente por cambios en el libro de texto.
Por ello cabe preguntarse: ¿a los intereses de quiénes se está sirviendo en el acto de alfabetizarse? ¿Dónde se sitúa ese proceso, ética y políticamente, en materia de justicia social?
En una Salta donde la enseñanza de la religión es un claro objetivo y donde todo tipo de discurso es sinónimo de poder, en una interpretación del concepto desde el punto de vista de Foucault, ¿no es lícito pensar que si hubo un error en el armado del paratexto de un manual para los estudiantes, también es posible que los textos estén orientados a pirvilegiar ciertos contenidos que sirvan oportunamente a las clases políticas hegemónicas?
Algunos educadores señalan que los libros que distribuye el gobierno de Salta son copia de otros libros como el Tinta Fresca (Editorial del Grupo Clarín).
Haciendo nada más que un poco de aplicación de la semiótica, el error de colocar la foto del gobernador Urtubey es mucho más importante que el mero achaque de un exceso de «cariño» y de «adulación» por parte de la Ministra López Figueroa a quien se la responsabiliza del «desliz». Es un mensaje electoralista claro, contundente y arbitrario: se trata nada más y nada menos que de una metáfora sobre el clintelismo. Distorsiona el verdadero sentido de la educación y el real mandato de quienes nos representan.
– Nota relacionada:
Son ilegales los libros que entregó Urtubey en las escuelas
http://www.salta21.com/Son-ilegales-los-libros-que.html