Marcela Orozco, investigadora del CONICET, explica por qué estos mamíferos voladores están en escena en la pandemia actual y qué impacto tuvo la actividad humana en anteriores epidemias con virus similares.
Generalidades
Los investigadores de la Asociación Amigos de los Parques Nacionales y los científicos a nivel mundial, han tenido que salir a defender el prestigio de los murciélagos. Sobre todo, después de que se difundió que la enfermedad COVID-19 es provocada por un coronavirus similar a los que se encuentran en estos mamíferos. Sabemos que cada día nos dan grandes beneficios que no les reconocemos ya que logran un importante aporte al equilibrio ecológico y son importantes polinizadores”, resalta Rodrigo Medellín, investigador del Instituto de Ecología de la Universidad Nacional de México (UNAM).
De las poco más de 1.250 especies de murciélagos que hay en el mundo, el único mamífero volador del planeta, el 70% de ellas y 60 especies que viven en el país se alimentan de insectos que son perjudiciales para la salud, para la agricultura o son vectores de enfermedades como los mosquitos. Cada animal puede consumir hasta 500 insectos por noche.
Otras especies se alimentan de frutos, dispersando las semillas y favoreciendo la regeneración de bosques y zonas deforestadas por el hombre.
La producción frutícola de varios países depende en gran medida de los murciélagos de la fruta. Se estima que unas 134 plantas utilizadas para la producción de alimentos dependen en parte o por completo de la dispersión realizada por estos mamíferos. Por ello, señalan los expertos del Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), cuando las poblaciones de estos seres descienden, el uso de pesticidas aumenta.
La Medicina tiene también un interés especial por estos animales. Las paredes arteriales de los murciélagos apenas se deterioran con el paso del tiempo. Por ello, se estudia la manera de utilizar esta característica para la lucha contra la arteriosclerosis.
El hecho de que los murciélagos sean portadores de coronavirus, no los ubica como los culpables de desatar la pandemia que hoy vive el mundo, coinciden los especialistas.
“El enemigo no es el murciélago ni los virus —remarca el doctor Gerardo Suzán, investigador del Laboratorio de Ecología de Enfermedades de la UNAM —, es la falta de estrategias para tener una mejor relación con la naturaleza”.
Existe en nuestro país un Programa de Conservación de Murciélagos de Argentina (PCMA) que tiene por objetivos desmitificar la mala imagen de los murciélagos y resaltar su importancia. Se puede tomar contacto con los especialistas a través de la página www.pcma.com.ar
Investigación
Mucho se habló sobre los murciélagos como posible origen del coronavirus SARS-CoV2, que se diseminó en el mundo al pasar a los humanos y que produce la enfermedad nombrada como COVID-19. Marcela Orozco**, es investigadora del Instituto de Ecología, Genética y Evolución de Buenos Aires (IEGEBA, CONICET-UBA), y estudia este tipo de surgimiento de enfermedades humanas para detectar estos “saltos” de especie, o saltos zoonóticos, en el contexto de las interacciones ecológicas.
Estos mamíferos particulares, únicos con capacidad de volar de manera sostenida, explica la científica, son considerados excelentes reservorios de virus. Es decir, habitualmente son capaces de mantener diferentes virus en su organismo sin enfermar.
¿Por qué los murciélagos son capaces de hacerlo? ¿Por qué ellos y no otras especies?
Mucho tiene que ver con la evolución de los murciélagos a poder volar. Mantener esa actividad hace que tengan un organismo en constante estrés fisiológico, que si no existiera una forma de atenuarlo, podría generarles un daño, porque habría moléculas oxidantes circulando permanentemente en su organismo.
“Lo que ocurre es que durante el proceso evolutivo los murciélagos lo que hicieron para poder volar, es mitigar el estrés oxidativo asociado a actividades metabólicamente costosas como el vuelo. Han logrado desarrollar mecanismos que actúan disminuyendo la inflamación y evitando la tormenta de citoquinas, un fenómeno que comparte el estrés y la respuesta inmunológica”.
A su vez, su respuesta inmune es capaz de controlar determinados virus “son capaces de mantener un delicado equilibrio entre la respuesta inmune antiviral y la respuesta inflamatoria, es un proceso súper eficiente, pueden controlar la replicación viral pero tienen bloqueados algunos mecanismos de la inflamación, entonces inhiben algunos procesos que podrían llevarlos a la muerte”.
Un sistema siempre atento
“En la mayoría de los vertebrados el proceso inflamatorio se desencadena cuando hay un estímulo. En el caso de los murciélagos, fue estudiado el funcionamiento de un interferón en particular, que está todo el tiempo alerta, y si bien tiene una respuesta más atenuada -por esta inhibición de las vías de inflamación- es una respuesta más rápida, porque está siempre encendido”.
“Esto a su vez obliga a los virus a replicarse más rápidamente para intentar ‘sobrevivir’, y a su vez, el hecho de que algunos virus puedan recombinarse, mutar y adaptarse a nuevas especies incrementaría su virulencia y patogenicidad”.
Las consecuencias de la degradación de ambientes
Cuando los ambientes silvestres son degradados, algunas especies pueden extinguirse, mientras que otras pueden desplazarse buscando nuevos ambientes más óptimos y en esa búsqueda muchas veces entran en contacto con animales domésticos y con los humanos, por ejemplo en entornos productivos. Esos animales domésticos terminan siendo los intermediarios y a veces los amplificadores de algunos virus, los que terminan acercándose a las personas.
“Este coronavirus que provocó la pandemia actual y se adaptó de alguna manera a los humanos, podría tener su origen en coronavirus de murciélagos. Se conocen coronavirus parecidos como el que provocó el SARS -síndrome agudo respiratorio- en 2003, por eso se postula que este podría tener un origen similar. Aún no se demostró este origen para COVID aunque todas las miradas están puestas ahí, justamente por las similitudes que hay”.
En la epidemia de 2003, el coronavirus que causó el SARS afectó parte de Asia y fue contenido con medidas de distanciamiento e higiénicas. Recién en 2017, se pudo identificar en colonias mixtas de murciélagos distintos coronavirus que entre sí daban origen al que originó SARS, es decir, sus ancestros directos.
En algunos casos, aclara la investigadora, se observa que existe un hospedador intermediario, una especie que media entre los murciélagos reservorio de virus y el humano. Aquí, en la transmisión influye el manejo de las especies para consumo, la venta ilegal y los también los desplazamientos que se dan como consecuencia de la degradación del medioambiente. Por ejemplo, en los mercados de animales, el hacinamiento de distintas especies domésticas y silvestres que terminan compartiendo patógenos es un factor de riesgo que propicia la transmisión.
“En el caso de SARS se postula que los hospedadores intermediarios fueron las civetas, para el caso de MERS (el coronavirus que produjo la epidemia de 2012 en Oriente Medio) se conoce que los dromedarios son los reservorios del virus. Para el COVID aún no se sabe si hubo un hospedador intermedio, y se postula que podría ser el pangolín, pero realmente aún es un gran interrogante”.
“Lo que nos hace pensar que debería existir un hospedador intermediario es que, justamente, en el momento en que ocurre el brote, los murciélagos de la especie a la que se está apuntando, estaban hibernando. Debería haber sido difícil que esos murciélagos hubieran provocado un salto directo a las personas. Por eso se piensa en un otro vertebrado que haya funcionado como nexo, entre lo que sucede en los ambientes naturales y lo que pasa en los mercados húmedos de China”.
Video: Murciélagos y medioambiente en tiempos de coronavirus
El rol de los murciélagos en los ecosistemas naturales, y cómo estos pueden verse alterados a consecuencia de las actividades antrópicas asociadas a la sobreexplotación de los recursos naturales.
El contacto entre humanos y fauna silvestre en estos nuevos ambientes de interfaz propicia la transmisión de patógenos, dando lugar a las enfermedades emergentes.
Conclusión
Son mucho más los beneficios que nosotros obtenemos del murciélago que cualquier perjuicio que puedan producir.
Los murciélagos no invadieron la vida de los humanos, fueron los humanos los que han invadido la vida de los murciélagos
Como cualquier organismo vivo en la tierra, los murciélagos deben ser protegidos de las acciones de los humanos, ya que son fundamentales para mantener el balance en los ecosistemas terrestres asegura el biólogo Luis Aguirre doctorado en la Universidad de Amberes.
– Imagen de portada: Marcela Orozco en trabajo de campo con murciélagos- foto Gentileza investigadora
– Fuente: CONICET/AAPN
– Por Norberto Ovando * y Marcela Orozco **
* Presidente / Asociación Amigos de los Parques Nacionales (AAPN)
Experto Comisiones Mundial de Áreas Protegidas (WCPA) y,
Educación y Comunicación (CEC)
Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN)
** Doctora de la Universidad de Buenos Aireas, área Ciencias Biológicas
Especialidad: Medicina de la conservación