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domingo, noviembre 24, 2024

Cuatro errores que llevaron a Macri a pedir auxilio al FMI para evitar una crisis económica en el país

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El presidente de Argentina, Mauricio Macri, está resultando mejor operador político que gestor de la economía.

Dos veces alcalde de la ciudad de Buenos Aires, el ingeniero de 59 años empezó su carrera política en el seno del poder: el fútbol, desde la presidencia de Boca Juniors.

Luego creó la primera fuerza que logró derrotar al bipartidismo que gobernó Argentina por décadas. Ganó unas reñidas elecciones presidenciales y legislativas. Y con eso consumó una profunda división en la oposición.

Pero esta semana, la continuidad del proyecto político que creó Macri se puso en riesgo por lo que muchos pensaban que iba a ser su punto fuerte: el manejo de la economía.

El anuncio de que Argentina negocia el auxilio financiero del Fondo Monetario Internacional (FMI) confirmó lo que los mercados venían percibiendo hace meses: que el plan económico de Macri es menos exitoso de lo que se creía.

Hasta esta semana, Macri contaba con un sólido apoyo del 40% de los argentinos, según varias encuestas. Se le consideraba favorito para ser reelegido en octubre de 2019. Él habla de importantes logros, como bajar levemente la pobreza, volver al crecimiento y detener la corrupción.

Pero al haber acudido al FMI, que tiene 75% de rechazo debido a un historial de fracasos, es probable que muchos se desencanten con este gobierno de tecnócratas graduados de Harvard y Oxford.

Varios expertos de distintas tendencias coinciden en cuáles son los cuatro errores de lo que en su momento Macri catalogó como «el mejor equipo económico en 50 años».

1. No controlar la corrida cambiaria

La ida al FMI fue anunciada después de que el peso argentino se devaluara un 15% en dos semanas.

Aunque el gobierno atribuyó el desplome a la coyuntura internacional y es cierto que diversas monedas latinoamericanas han perdido valor respecto al fortalecido dólar, ninguna otra cayó tanto debido a los capitales que atrae Estados Unidos.

El Banco Central intentó mitigar el desplome del peso sacando US$5.000 millones de sus reservas en una semana para abastecer el mercado de dólares y subió la tasa de interés a 40% para promover el ahorro en pesos.

Pero, según varios economistas, las medidas —que contaban con un amplio monto de casi US$70.000 millones de reservas internacionales— hubieran podido ser implementadas desde diciembre, cuando empezó el desplazamiento de capitales hacia EE.UU..

Algunos expertos dicen que, más que la coyuntura internacional, la situación actual se debe a un error concreto: haber establecido un impuesto a la renta financiera hace dos semanas.

Aunque era un pedido de parte de la oposición, que denunciaba una «fiesta financiera», el impuesto fue un baldazo de agua fría para el que no estaban dadas las condiciones.

2. Volver al mundo en tiempos de proteccionismo

Macri dice que heredó de Cristina Fernández de Kirchner un país con grandes desfalcos que a largo plazo estaban destinados a generar más inflación, déficit y recesión.

Su estrategia para solucionar esto fue lo que él llama «volver al mundo».

La expresidenta tuvo grandes peleas con el mundo financiero hasta el punto de que Argentina dejó de recibir financiación de los mercados.

Pero además se adhirió a campañas internacionales en materia de lucha contra el terrorismo y el narcotráfico; se reunió con todos los presidentes de Occidente y ha hecho gala del evento del G20 que hospedará en noviembre.

El problema de volver al mundo, afirmaron varios internacionalistas en su momento, es que el mundo ha cambiado: Estados Unidos eligió un presidente proteccionista y la Unión Europea está ocupada negociando los términos del Brexit.

Macri esperaba firmar tratados de libre comercio con ambos bloques; que vinieran grandes inversiones; que se estabilizaran los precios de las cosas importadas. Pero nada de eso ha ocurrido.

Él mismo, en su alocución del martes, lo dijo: «Durante los dos primeros años hemos contado con un contexto mundial muy favorable, pero eso hoy está cambiando».

«Están subiendo las tasas de interés, el petróleo, se han devaluado las monedas de países emergentes (…) El problema que tenemos es que somos de los países del mundo que más dependemos del financiamiento externo».

Macri dice que la dependencia del mercado internacional es una herencia del gobierno anterior, pero sus críticos recurren al hecho de que fue él quien lanzó la política de «volver al mundo».

3. Ajustar la economía gradualmente

«Implementamos una política económica gradualista que busca equilibrar el desastre que nos dejaron en nuestras cuentas públicas; cuidando a los sectores vulnerables y al mismo tiempo creciendo, generando así más empleo y desarrollo», explicó Macri en su declaración.

La palabra «gradualismo» es una de las claves de este gobierno. Se refiere a que el ajuste del gasto público —que busca ordenar las cuentas del Estado y bajar el déficit y así la inflación— se hará de a poco.

El aumento de las tarifas de los servicios públicos, que antes estaban congeladas pese a la inflación, es el ejemplo más citado.

Pero incluso sin haber terminado el ajuste total de las tarifas, ya muchos argentinos pagan hasta un tercio de sus salarios por agua, luz y gas.

Algunos economistas dicen que el ajuste que necesitaba Argentina para devolver la confianza al país requería de «sangre, sudor y lágrimas».

El equipo de Macri, encabezado por el politólogo Marcos Peña, dice que si no era de manera gradual, el golpe del ajuste habría sido demasiado fuerte para la gente.

«Si ajustamos de golpe, nos tumban», dice la narrativa macrista.

El problema del gradualismo es que el ajuste se hizo más complejo y grande al estar sujeto a los vaivenes del tiempo: la política, la inflación, el contexto internacional.

La oposición lleva dos años hablando del «tarifazo criminal» macrista, pero ahora, con los consejos del FMI, lo más probable es que termine la era del gradualismo.

4. No generar un consenso sobre lo que hay que hacer

Además de erradicar la pobreza, la inseguridad y el populismo, la gran promesa de Macri fue dejar atrás la confrontación.

Argentina ha vivido décadas de fuerte división política que han impedido la implementación de un modelo socioeconómico sostenido en el tiempo.

Durante el kirchnerismo, un gobierno popular que aprovechó la naturaleza beligerante del argentino para generar apoyo, la llamada «grieta» no hizo sino expandirse.

Macri buscaba bajarle el volumen a la discusión política y en parte por eso muchos lo votaron.

Un gobierno que se considera a sí mismo de centro tenía el objetivo de generar grandes consensos no solo entre lo que ellos llaman «el círculo rojo» del poder, sino entre la población.

Pero con el tiempo han ido acumulándose las denuncias de presión a la justicia y a la prensa, de opacidad gubernamental y de conflictos de intereses en un gobierno de empresarios.

De haberse construido un consenso nacional más claro sobre la necesidad de ajustar la economía, dicen los expertos, se habría evitado la vuelta al FMI.

Era la receta menos deseada. La de peor reputación. La que quizá genere más disputas, más protestas, más confrontación. Más grieta.

Ahora Macri, mejor operador político que gestor de la economía, tendrá más reparos en decir que es un presidente diferente a los anteriores.

– Por Danel Pardo
BBC Mundo

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