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lunes, noviembre 25, 2024

Cuidado con el pajarito

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Tiene 100 millones de usuarios y sigue creciendo. Para algunos, es la forma más directa de comunicación. Para otros, es pura frivolidad. Los cruces más calientes.

El macrismo la usa para desmentir a TVR: dicen que Mauricio no conoció a Palacios en la época de su secuestro. Manu Ginóbili para revelar que su mujer no para de cantar “hoy hice arroz, lo hice para vos…”. Actrices y vedettes para continuar los cruces que protagonizan en las tardes de la tele. Juan Del Potro para contar que volvió a entrenar después de ocho meses de recuperación por la operación en su muñeca izquierda y mostrar la foto correspondiente. Aníbal Fernández para desmentir que su agrupación (que ganó las elecciones del club atlético Quilmes) tenga empleados designados en la municipalidad. Barack Obama para sostener la campaña electoral que lo llevó a la Casa Blanca y Hugo Chávez la considera un “arma de la revolución” venezolana. Es Twitter, la red social que ya usan más de 100 millones de personas en el mundo para comunicarse con mensajes de hasta 140 caracteres. O para informar, como hizo Merlina Licht en la Argentina al contar que Ernestina Herrera de Noble estaba cenando en un restaurante capitalino, cuando se suponía que había salido del país. El mensaje de Merlina permitió que algunos fotógrafos registraran la situación. Del chismerío más banal a la información más revelante: Twitter, ¿una revolución cultural o un acto de frivolidad onanista?

El primer paso para intentar dilucidar la cuestión fue preguntar en la misma red “¿para qué lo usan?”. En dos horas hubo 113 mensajes (o twitts) de lo más variados. Daniel Arcucci, editor jefe de Deportes de La Nación, contó que luego de vencer su resistencia inicial descubrió que puede usarla para “comentar acontecimientos en vivo, como Alemania vs. Argentina, el 3 de marzo; marketing y promoción de las notas; retuiteo de comentarios interesantes; contacto con personajes notables, y con los usuarios”, pero sobre todo, destacó que “es una fuente inagotable de información, rápida y concreta, generada por los medios y también por los protagonistas”.

“Twitter” significa gorjear, parlotear. Y eso es lo que hace la gente en esta red, ya que los límites en la extensión del mensaje y la imposibilidad de agregar en forma directa imágenes o videos, obligan a una “conversación” acotada. Según Javier Alcácer, crítico de cine, “esos límites nos ahorran formalidades y hacen que la banalidad y la boutade tengan difusión inmediata, cual virus”. El sitio se basa en una pregunta: “¿Qué estás haciendo?”. Los usuarios pueden contestar directamente (y muchos lo hacen, como ejemplificó Roberto Pettinato en su programa radial: “Voy a mirar cómo come mi hijo Lorenzo”), comentar respuestas o informar, ya sean cuestiones serias o chismes (como el de Luciana Salazar al sugerir su romance con Martín Redrado).

Sucesora de Facebook, que ya tiene 500 millones de usuarios en el mundo y siete millones en la Argentina, Twitter no alcanzó todavía ese desarrollo en el país y parece reservada a los amantes y conocedores de la tecnología: “Entre el 70 y el 82 por ciento de los ingresantes al CBC no lo usan o no saben qué es”, señaló Carlos Neri, psicólogo, investigador sobre tecnología y sociedad y profesor de la UBA y la UTN, quien desde hace dos años realiza esta encuesta sobre usos de la tecnología para su programa de investigación. Para Neri, Twitter “es una herramienta con potencialidades pero está reducida a las formas frívolas por las estrellas y sus agentes de prensa, los grandes diarios y la TV, que replican un modelo de espectáculo”.

Ángel de Brito, ex panelista del programa de chimentos de Viviana Canosa y conductor de BdV, fue contundente en su respuesta a la pregunta inicial de esta nota: “Lo uso para levantar chongos”. Es que así como los blogs construyeron una red informativa paralela a la formal y le dieron cinco minutos de fama a muchos, Twitter generó el fenómeno contrario: los consagrados aparecen ante la gente como uno más, el vecino con el que se habla del tiempo o del tránsito. Dante Spinetta, Andrés Calamaro, Pablo Lescano (Damas Gratis) son apenas ejemplos de los miles de personajes públicos que abrieron sus cuentas para dialogar con sus seguidores. Como Flavia Palmiero, quien abrió su cuenta porque “extrañaba el contacto directo con el público. Lo uso como un recreo, pregunto qué película puedo ver hoy, o mando alguna frase, es la vida misma”.

– Por Raquel Roberti – Veintitrés

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