La artista ha procesado su lenguaje a través de situaciones de la realidad muy concretas: la crisis de 2001 en la Argentina y sus consecuencias y la investigación de los modos actuales de interacción entre el ser humano y la naturaleza. En el MAC.
El viernes 7 de agosto se inauguró en el Museo de Arte Contemporáneo (Zuviría 90), la muestra De Natura (zona alterada) compuesta por fotografías y videos de Matilde Marín.
La Fundación Andreani ha seleccionado la muestra de Matilde Marín De Natura (zona alterada) para la edición 2009 de su programa de itinerancia de obra de artistas argentinos.
Con curaduría de Mercedes Casanegra y diseño de montaje de Gustavo Vásquez Ocampo, esta exposición antológica muestra diez años de producción en fotografía y video. Se centra en dos temas tratados por la artista con insistencia: una visión de lo urbano, desprendida del desborde de las ciudades y de los temas sociales que acarrea, y el otro, miradas diversas sobre el medio natural. La esencia en ambos es la conflictiva relación del ser humano con su contexto en el presente.
La artista ha procesado su lenguaje a través de situaciones de la realidad muy concretas: la crisis de 2001 en este país y sus consecuencias y, la investigación de los modos actuales de interacción entre el ser humano y la naturaleza. Ha elaborado, construido y registrado imágenes de situaciones puntuales y de paisajes específicos para intentar respuestas a temas vivos de la situación cultural global del presente. Su propuesta artística, surgida de estas condiciones, se inscribe en un tipo de ecología ampliada para estos tiempos.
Hoy parece no haber lugar para utopías, sino que se trata de un momento para heterotopías. La conciencia ecológica ha tenido que redoblar sus apuestas en pos de inminentes reparaciones. Un tono romántico en las obras de Matilde Marín se refiere al retorno de una memoria atávica que incluya el deseo secreto de un mayor equilibrio.
Pero está también la reflexión sobre tantas condiciones anómalas que se producen a causa de forzar a la naturaleza hacia rumbos que no le son propios, que afectan no sólo ese medio natural sino al ser humano como parte del mismo.
Las obras de Matilde Marín son hitos contemporáneos, poseen carácter de presente y, como tales, además de emergentes de este tiempo, se confrontan con la historia, pero no solamente con la historia del arte, sino con la de la cultura considerada globalmente a lo largo de su transcurso. Conllevan una memoria permanente del ser. Sus imágenes conducen a revisar la relación naturaleza y cultura como si hubiera en ellas un inmanente intento de recuperación de un equilibrio.