Desprecio de Salta por el árbol

Estas líneas son para felicitar a los numerosos vecinos de la ciudad, que han venido cumpliendo, anónima y desinteresadamente, una noble tarea que el municipio debería agradecer adecuadamente, quizás exceptuándolos de algunos impuestos.

Me refiero a la poda y en ocasiones felices extracciones de muchos ejemplares de esos seres llamados árboles, entes que pululan a lo largo y ancho de nuestra bella ciudad, traídos quién sabe por qué enfermiza mente del pasado y protegidos por obsoletas y antiprogresistas ordenanzas municipales.

Bien saben la señora vecina y el ciudadano común, de todas las incomodidades a las que estos abominables vegetales nos tienen sometidos: raíces maléficas, que no contentas con los prolijos y geométricos canteros en los que se los ha colocado, no tienen reparo en levantarnos las veredas y romper nuestros cables y caños; también debemos sufrir en carne propia la desgracia de infinidad de ramas que tapan nuestras fachadas y, lo que es peor, perturban los agradables carteles que tan bien decoran las calles para la vista del turista, extranjero o compatriota.

Ni qué decir de las nefastas hojas, flores y semillas, que ensucian nuestras veredas durante otoño y primavera, haciéndolas parecer una horrible alfombra ocre, amarilla, violeta o rosada, según la especie y época. Un capítulo aparte merecen las alimañas que en las apretujadas ramas fijan muchas veces su guarida: animales llamados pájaros, que con sus permanentes y cacofónicos chirridos impiden escuchar correctamente nuestras útiles bocinas, alarmas y noticieros televisivos.

Felicito nuevamente al dueño de casa que sacrifica su valioso tiempo para acabar con ésta, quizás la octava plaga bíblica; a sólo título de ejemplo de la tarea cumplida, véase los tratamientos brindados a algunos ejemplares rebeldes de Sarmiento esquina Alsina, que bien deben haber entendido el mensaje, o inclusos algunos acercamientos al arte moderno en Necochea al 1000 ( lo llamaría “Poste natural- ex – Araucaria) o la obra maestra de General Güemes antes de Brown ( ése es de exposición: se llama “Por algo habrá sido”). Incluso el Monumento 20 de febrero ha sido mesuradamente retocado, con la correcta extirpación de un grotesco álamo que afeaba la esquina de O’Higgins y Sarmiento.

Un saludo especial al dueño de la vivienda de Sarmiento casi Leguizamón, en cuya vereda tuvo la audacia de cortar y luego arrancar, en marzo pasado, el lapacho más alto que quedaba aún en pie, el cual desentonaba de una manera chocante con las fachadas de la cuadra ¡¡Felicitaciones por último al responsable de Parques y Espacios Verdes del Municipio, por dar vía rápida a las respectivas autorizaciones, ante la irracional defensa de los árboles que algunos desubicados vecinos esgrimen!!

Muchachos, los veo cada mañana y siento orgullo ajeno: prosigan sin doblegarse por la Sarmiento, que todavía quedan un montón de tarcos, hay que darles un buen sosegate con machete y motosierra, a ver si aprenden a respetar al transeúnte y dejar de llenarnos de inmundicia violeta en octubre.

Enhorabuena que Salta la Linda está poniendo a raya a todos estos perjudiciales avances de la naturaleza, que de sabia no tiene nada. Menos mal que la Municipalidad, parece, está tomado el toro por las astas, para de esta manera evitar en el corto plazo convertirnos en ciudades tapadas por árboles y vegetales diversos, como Mendoza y San Juan (¡que incluso tienen acequias para alimentarlos¡), Catamarca (sigo sin entender porqué todavía no cortan el túnel de tipas de algunas avenidas) y obviamente Buenos Aires, algunas de cuyas calles dan la impresión de lúgubres selvas.

– Martín Herran – docente e investigador universitario salteño, ingeniero industrial de profesión y ecologista autodidacta

NdR: Y qué querés, con la escuela del desmonte, el salteño aprende rápido…