China, por estos días, tiene varias fábricas de piano. Una de ellas envía al mercado 280 pianos… diarios. Ya hay casi 40 millones de chinos que estudian piano. Y unos 5 millones de coreanos hacen lo mismo. Y de vez en cuando aparece un virtuoso como la pianista Ah Ruem Ahn.
Salta, sábado 27 de setiembre de 2014. Teatro de la Fundación Salta. Recital de Ah Ruem Ahn (piano). Franz Joseph Haydn (1732-1809): Sonata nº 46 en mi mayor HOB 16:31. Franz Schubert (1797-1828): Cuatro primeros Impromptus op. 90 D. 899. Federico Chopin (1810-1849): 24 Preludios op.28. Penúltimo concierto de la temporada del Mozarteum Argentino Filial Salta.
Detalle menor, pero debe aclararse. El programa de mano indica que el polaco Chopin nació en 1770 y murió en 1827. Esas fechas corresponden, entre otros, al nacimiento y muerte de Ludwig van Beethoven. Chopin nació en 1810 y murió en 1849. En esos pocos años, aportó al lenguaje pianístico una revolución. La segunda fue de Franz Liszt.
La cantidad de solistas provenientes de oriente, llama poderosamente la atención. Y este particular fenómeno no tiene muchos años por lo que un buen intento será investigar el porqué. China, por estos días, tiene varias fábricas de piano. Una de ellas envía al mercado 280 pianos…diarios. Sorprendente. Cómo te hace abrir los ojos cuando últimas publicaciones especializadas avisan que ya hay casi 40 millones de chinos que estudian piano. Y unos 5 millones de coreanos hacen lo mismo. Por cierto, no está mal, por el contrario, de vez en cuando aparece un virtuoso y si no lo es, ingresa al mundo como un o una ejecutante de primera línea. Es el caso de la pianista de esta noche, Ah Ruem Ahn, joven con interesante trayectoria de concertista y una loable colección de premios alcanzados en concursos internacionales. Sin estridencias, con una pedalera bien usada, sus pianísimos son caricias en el teclado a lo que agrega una importante dosis de virtuosismo. En resumen, joven pero sólida.
Haydn es brillante en la sinfonía, pero su paquete de sonatas es irregular. Hay páginas sinceramente atrapantes pero hay otras que por repetición de temas, reiteración de procesos armónicos no resultan todo lo atractivas que se puede esperar de un muy buen pianista como el autor aunque nunca fue un virtuoso. ¿Tediosa? Bueno…no llega a ese extremo, pero quedó opacada con lo que vino después.
Schubert vivió solo 31 años. Luego de su niñez escribió cerca de 1500 piezas. Curiosamente los ocho “impromptus” corresponden a un género en el que campea el estilo improvisador, escritos con total libertad y respondiendo a sus diferentes estados de ánimo. Schubert no sabía mucho de su enfermedad pero sospechaba que ésta lo llevaría de esta tierra. Componía como si hubiera estado poseído lo cual no le quita meticulosidad y cuidado a la composición. La pianista los conoce en profundidad lo que explica el irreprochable enfoque en lo relativo a “tempi” y afinación pero jugó con silencios e intensidades con las que el autor exhibe su apasionamiento, sus alegrías pero también sus penas, disimuladas ante sus invitados, Schubert fue un melodista extraordinario y la artista coreana mostró justamente esa circunstancia.
Chopin fue el mago de las obras breves. En este caso fueron 24 preludios de su conocida op. 28. Todos tienen su motivación, su particularidad, su innata belleza. El compositor mostró además, un carácter económico en lo que deseaba decir eliminando cualquier inclinación por lo superfluo, por lo innecesario. Cada uno está bien explicado en el programa de mano no obstante me gustaría distinguir cuatro de los veinticuatro totales. Por ejemplo, el nº 20 es claramente un homenaje a su admirado modelo, Juan Sebastian Bach, el de la época de Leipzig; el nº 13 considerado por muchos como la “joya de la corona” por el tratamiento de sus dos voces; el nº 7 casi una mazurca de las más de medio centenar escritas por este revolucionario del piano en su concepción nacionalista del mismo y para el final el nº 4.
Los invito a cerrar los ojos, mente en blanco, de pronto aparece en sus neuronas la figura de alguien que usted quiso, quiere o querrá inmensamente, casi sin límites, alguno de sus padres, su abuelo, algún hijo, una amante, la esposa, etc. pero no la tiene ni a su lado, ni cerca y ni siquiera sabe si la verá otra vez. Desea fervientemente que esa persona esté escuchando el preludio. Como usted no puede decirle cuanto la ama, porque no está, necesita que ella lo sepa. No existen las palabras para hablar de su amor, no existe el gesto para transmitirlo, pero esa persona oye el nº 4 y no le hace falta nada porque en esas notas, en esos pentagramas, está lo que ella quiere oír, lo que usted desea decir y solo, en silencio, ella oye y usted también. Esos sonidos dicen Te Amo.
