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domingo, noviembre 24, 2024

Dictadores, lacayos, republiquetas bananeras y guerra de palabras

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Lo que deberían hacer los presidentes latinoamericanos, es dejar de echarle la culpa a los demás -al “imperio” o sus “lacayos”- y dedicarse a gobernar para sus pueblos y procurar su bienestar en vez de llenarle la cabeza a la gente solo con palabras.

Los pueblos de Venezuela y Colombia tienen una historia en común. En su origen los dos países estuvieron unidos en lo que supo llamarse la Gran Colombia, y ambos tuvieron al mismo libertador Simón Bolívar luchando por la revolución para independizarse de España, hasta que luego con las guerras civiles se separaron conformando las dos naciones.

Considerar que ambos países hoy en día puedan llegar a tener un conflicto bélico suena un poco descabellado. Principalmente porque se trata de dos países hermanos, pero no debemos olvidarnos del fanatismo “antiimperialista” del presidente venezolano Hugo Chávez, quien luego del cachetazo electoral recibido en diciembre pasado por el triunfo del “NO” a su “reforma socialista”, busco cualquier justificación para ir «a la guerra» con Colombia, un país aliado a los intereses norteamericanos que él tanto desprecia.

La situación económica en Venezuela hoy en día es casi desesperante.
Con el país sufriendo problemas de desabastecimiento (faltan gas, lácteos, carne, y productos de primera necesidad), el presidente Chávez necesitaba subir la apuesta y recuperar su decreciente popularidad, puesto que los venezolanos ya se van dando cuenta de que una “revolución” no se alimenta solo con palabras sino también con hechos.

A muy pocos venezolanos les ha ido mejor con las reformas «antiimperialistas» efectuadas por Chávez desde que asumió el poder. El hecho de que el ejército colombiano haya actuado mal al incursionar en territorio ecuatoriano para exterminar al número dos FARC, no es justificación suficiente para llevar a todo un país a una guerra que podría tener consecuencias desastrosas para toda la región.

La historia de nuestros países latinoamericanos, nos ha mostrado numerosos casos de conflictos impulsados por caudillos que han llevado a sus pueblos a la guerra para recuperar su popularidad. Sin ir más lejos miren lo que nos sucedió con Galtieri y su guerra por la Malvinas, que tantas vidas nos costó a los argentinos, y la cual ha dejado una herida abierta que aún no para de sangrar.

Lo que intentó hacer ahora Chávez fue llamar la atención movilizando tropas a la frontera para tener algo similar a “La crisis de los misiles”, sucedida en el año 61, cuando el presidente cubano Fidel Castro amenazó a la seguridad de los Estados Unidos mediante la colocación de misiles nucleares soviéticos en su isla socialista.

En dicha ocasión, con el mundo al borde de un conflicto nuclear, el único ganador fue Fidel Castro, pues logró que todos pusieran atención en su pequeña isla, y aumentó su popularidad al ser el único país en hacer retroceder al imperio norteamericano.

Chávez se va dando cuenta de que está quemando los últimos cartuchos de su presidencia, y es por eso que necesita lanzar su cruzada antinorteamericana lo antes posible porque sino corre el riesgo de que a sus palabras se las lleve el viento, y termine siendo solo un dictador más de una nuestras republiquetas bananeras.

Con el país sumido en el caos y el desabastecimiento, lo más estúpido que podía hacer el presidente venezolano era a Colombia, país de donde los venezolanos importan el 80% de sus alimentos y otros bienes de consumo, puesto que en Venezuela no se produce casi nada más que petróleo.

Lo que deberían hacer los presidentes latinoamericanos, es dejar de echarles la culpa a los demás, ya sea al “imperio” o sus “lacayos”, y dedicarse a gobernar para sus pueblos y procurar su bienestar en vez de llenarle la cabeza a la gente solo con palabras.

Finalmente todo quedó en una «guerra de palabras». Y era previsible este final si consideramos que un conflicto entre Venezuela y Colombia implicaba un suicidio político para Chávez. Luego de unos años, la gente recordará lo sucedido en los últimos días como la última bravuconada del socialismo chavista del siglo XXI.

* Ignacio Wilde, joven cineasta salteño, residió en 2007 en Colombia y en Venezuela.

3 COMENTARIOS

  1. Dictadores, lacayos, republiquetas bananeras y guerra de palabras
    Creo que el escritor de este artículo hace un análisis superficial E INFLUENCIADO POR LOS MEDIOS MASIVOS DE COMUNICACIÓN ( CNNDICE EXACTAMENTE LO MISMO QUE WILDE ) . Para mi La firme posición de Ecuador y Venezuela frente a la incursión colombiana dejo en evidencia el rotundo rechazo a la violación a la soberanía territorial de los países de la región y dejo claro que los pueblos latinoamericanos no quieren que latinoamerica se convierta en otro medio oriente a partir de la internacionalización del plan Colombia.
    solicito derecho a réplica
    Facundo Larraux cineastA y docente UNSA

  2. Dictadores, lacayos, republiquetas bananeras y guerra de palabras
    Wilde tiene toda la razòn. Nosotros siempre opinamos que todas las organizaciones creadas por los polìticos latinoamericanos de turno:OEA, MERCOSUR, Pacto Andino, ALBA, etc., etc, no son mas que circos. Pero circos degenerados, ya que, a diferencia de los circos verdaderos, carecen de trapecistas, domadores o saltimbanquis, solo tienen PAYASOS.
    En cuanto a Fidel Castro, en el episodio de los misiles se demostrò la falsedad absoluta de su predica patriotera. Como muchos «progres» de LA, Castro se pasò la vida hablando de la Patria y de la necesidad de defenderla contra todo y todos. Sin embargo, lo que hizo en el episodio de los misiles rusos constituye el ejemplo mas acabado de alcahueterìo y entrega de un paìs a una potencia externa de toda la historia de la humanidad. En efecto, al permitir que Rusia use a Cuba como base misilìstica para atacar a Estados Unidos, lo que Castro hizo es poner la vida de TODOS sus compatriotas a disposiciòn de los rusos.En efecto, si estos lanzaban un solo misil contra USA, estos iban a retaliar inmediatamente con armas atòmicas. Lo cual, dado la pequeñez de la isla, hubiera significado el EXTERMINIO de TODA LA POBLACIÒN CUBANA. Y todo por un puñado de rublos.

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