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lunes, noviembre 25, 2024

Diego y Gabriela: los gemelos bivitelinos negados que parió el teatro

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«Nones (uno más uno no son dos)”, la última producción de El Eje Teatro, con dramaturgia propia de quienes protagonizan la historia, podría ser parte del juego pares y nones por el que el factor importante es la probabilidad. Dos monstruillos verdes no nacidos, planean subsistir en el útero. Gana el que logra escapar…

Probablemente sea un juego pero también anticipa una negación: “non” es. ¿Cuál? La de negar al otro. La de negar lo que parece. La vida misma podría encargarse de eliminar a uno. El teatro mismo podría negarlos. Nones quiere decir par, este par de no-natos interpretado por Diego Barrera (director) y Gabriela Vázquez, los autores de su obra, quienes partieron de una genial idea. Personalmente creo que desde la misma puesta y desde la misma dramaturgia hay un sin fin de nuevas posibilidades.

Van creando una situación intrigante que más tarde comienza a explicarse sin necesidad. Faltó quizá, proponer más escenas acerca del interesante conflicto de pareja de la madre con los dos padres de los gemelos, lo hacen a través de una escena donde ellos “interpretan” el afuera logrando representar el personaje dentro del personaje. Digo que se podría ir a fondo, porque la misma obra lo pide. E incorporar incluso ruidos del afuera, un lugar ocupado por una TV sin sonidos ni imágenes. Da para mucho más, sin ir más lejos pues está el terreno apto. Incluso ante la percepción de esos “extraños” olores que- si bien no vamos a sentirlos de manera real- permiten la incursión en algo de lo que el teatro de vanguardia propuso. El olor a la muerte me quedó picando. El tema del Dr. Legrado exige ir más allá aún. Todo está en la dramaturgia, está esbozado, está dicho, resta ese trabajo más profundo sobre una idea “cruda” que merece un buceo de riesgo total.

El impacto al público está logrado por una originalidad creada desde diversos ejes.

jpg_de_2-3.jpgLos gemelos dicigóticos, gemelos bivitelinos o gemelos no idénticos son los que se originan por fecundación separada, y más o menos simultánea, de dos óvulos por dos espermatozoides. Esto me pareció un hallazgo temático. Voy a coincidir con Ignacio Apolo cuando en su “devolución” sobre la obra en la Fiesta Provincial de Teatro Salta 2009, señaló que la dramaturgia es original. Y voy más allá (quizá en algo obvio): la idea de mostrar esta convivencia de los fetos en el útero, poco maternal y amoroso, propone una puesta creativísima que a mi criterio no se enmarca en el absurdismo sino en el hiper-realismo. Por qué. Quizá, influenciados por la tendencia de mostrarlo todo, la textura escrituraria invadió el terreno de lo que no podemos ver e imaginaron una especie de habitáculo similar al de una casa, tipo Gran Hermano, que nos permite espiar las intimidades no-natales de la no-nata y el no-nato. Miren que hay que tener imaginación! Hermosa, preciosa idea. Diego y Gabriela, vestidos como los “enanitos verdes”, aferrados a la vida en una idea absolutamente darwineana, luchan por la supervivencia.

Rompen con la visión “idílica” de que los “no-natos” están pasándola bien ahí adentro mientras tienen disquisiciones existencialistas, miedos y dudas sobre la vida del “afuera”, puramente intuitivas, basadas en la tracalada de estupideces que les llegan desde afuera: la TV, los cambios de humor de la madre, el pene que entra o sale de la vagina, las peleas de la madre con sus parejas, las cuestiones de género y hasta los temores sobre si serán nene gay o nena lesbiana.

Un cordón umbilical atraviesa la escena. Lo más representativo de la dependencia intrauterina con la madre. El centro de la vida (¿Cuál era el centro en Rayuela?) Los no-natos se las arreglan para comer, ella fuma y toma alcohol, cosa que no hace él, se marcan bien las diferencias sobre sus distintos orígenes paternos a través del conflicto que vive la madre – no le dicen ni mami ni mamá ni mamita- a quien la llaman por el nombre como si fuese la jefa de la empresa de sus destinos.

La obra agudiza cierta perversidad, pero no le vamos a decir al lector cómo se produce un giro hacia el final, entre ambos, y quién gana este juego de vivir. Lo cierto es que estos no-natos, logran provocarnos cierta risa dramática tan grotesca como vivir muriendo o reír llorando. Y queda esa idea muy rica: ¿nacemos cuando morimos o se muere para nacer?

Nones. ¡Qué par!

– Fotos: escenas de «Nones» tomadas durante la obra.

– Nota relacionada.

«Nones (uno más uno no son dos)”

http://www.salta21.com/Nones-uno-mas-uno-no-son-dos.html

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