Me fui del teatro luego de un concierto que tuvo sus atractivos, pero al mismo tiempo con un dejo de pena porque en el mismo tomé conocimiento de la actitud asumida por la ganadora del concurso de director llevado a cabo a principios de año. Una situación extraña, poco frecuente, que echa un manto de preocupación.
Salta, viernes 15 de abril de 2016. Teatro Provincial. Orquesta Sinfónica de Salta. Director Invitado Maestro Nino Lepore (Italia). Sinfonía nº 4 en la mayor op. 90 “Italiana” de Felix Mendelssohn (1809-1847). Música de Películas compuesta por Nino Rota (1911-1979). Aforo 90%.
La perfección instrumental y melódica del alemán Mendelssohn fue el lenguaje que el músico dejó para la posteridad como muestra magistral de cómo desde cualquier forma musical es factible escribir obras imposibles de no generar empatía auditiva. Su cuarta sinfonía, ya del período de su adultez y emparentada con el romanticismo inicial del siglo XIX, aún dentro de su corta vida, es llamada “Italiana” por su movimiento final, un “saltarello” vivaz, punzante, alegre, tremendamente rico desde el punto de vista rítmico. La sinfonía está escrita, para mejor, en la triunfal tonalidad de la mayor y está cargada de fugas, pasajes poéticos, remates brillantes, un aristocrático “minué” representativo de la elegancia de la música construida por el compositor. La conducción del maestro visitante fue prolija y cuidada, sobre todo en una marcación que deja traslucir una adecuada comunicación a sus dirigidos sobre su visión estética.
Pero la novedad fue la segunda parte. La música del inolvidable de Nino Rota (1911-1979) ocupó toda la sección. Con instrumentaciones de Fabrizio Francia, el maestro visitante no sólo se sintió a sus anchas sino que mostró la importancia de la llamada “música incidental” o sea música compuesta para acompañar una acción determinada. Se usa en las llamadas artes visuales y cuándo están bien hechas dan más valor, fuerza y sentimientos a lo que el espectador está mirando. Nino Rota tenía una inmensa capacidad para crear melodías y ellas iban de la mano de la escena circunstancial, por tanto su música es extrovertida y vital. Así es la música de El Padrino, Los Inútiles, Il Gattopardo, Las Noches de Cabiria, Amarcord, Ocho y medio para películas de Federico Fellini, Luchino Visconti y Francis Ford Coppola con sus personajes tiernos, grotescos, nostálgicos, finísimos, despiadados, irresponsables, enamorados, odiosos o desenfrenados. De formación clásica la música no cinematográfica de Nino Rota, fue una romántica muestra del itálico siglo XX, pero son sus partituras para el cine las que lo llevaron a la fama mundial. El maestro Lepore condujo a gran nivel y su batuta transmitió el sentido, la idea de cada una de las partituras ofrecidas.
Me fui del teatro luego de un concierto que tuvo sus atractivos, pero al mismo tiempo con un dejo de pena porque en el mismo tomé conocimiento de la actitud asumida por la ganadora del concurso de director llevado a cabo a principios de año. A pesar que el Maestro Jorge Lhez dio a la prensa la única explicación a su alcance, llena de incertidumbres, lo cierto es que la Maestra Nathalie Marin viajó intempestivamente a Europa, por motivaciones desconocidas. Digo pena porque su primer concierto, el del viernes 8 de abril fue verdaderamente notable y abría un período que anticipaba un escalón ascendente en la historia de la orquesta local. Al desconocerse cómo viene el futuro en este tema esa pena eventualmente puede desaparecer si el mismo se encarrila entre la directora y las autoridades culturales.
Una situación extraña, poco frecuente, que echa un manto de preocupación aún cuando hay soluciones estructurales a las qué recurrir, no obstante tener el riesgo de expectativas no satisfechas.