¿Se ocultaron los verdaderos síntomas?
Una semana después de la operación a la que fue sometido el ex presidente, crecen las sombras acerca de los síntomas que tuvo esa mañana, qué enfermedad sufrió y cómo deberá recuperarse. El entorno oficial dio a conocer que debió ser internado a causa de una obstrucción en la arteria carótida derecha tras sentir “hormigueos en brazo y pierna”. Sin embargo, expertos consultados por PERFIL aseguran que tales síntomas corresponden a un accidente cerebrovascular transitorio y no al taponamiento de una arteria, por lo que no hubiera necesitado una intervención invasiva de emergencia.
El ex presidente Néstor Kirchner ya no podrá ocultar más sus cicatrices. No como lo hizo desde que asumió su primer espacio de poder en la intendencia de Río Gallegos. Ni como cuando su salud se transformó en un “secreto de estado” desde 2003. A casi una semana de la sorpresiva internación y operación de la carótida derecha en el Sanatorio de Los Arcos, crecen las dudas sobre qué síntomas realmente sintió el actual diputado, qué fue lo que le sucedió y qué operación le practicaron.
Más certezas existen en cambio sobre su futuro. Néstor Kirchner deberá cuidarse de la hipertensión, el sedentarismo y otros factores de riesgo; pero sobre todo de su principal “conducta” de riesgo: su personalidad de tipo A, caracterizada por la impaciencia, irritabilidad, la prisa, el estilo dominante y autoritario. Un agravante más en un cuadro que se fue complicando con los años, con enfermedades gastrointestinales y seis internaciones de urgencia o de control (ver infografía).
El ex presidente fue operado, se informó, por una “estenosis carotídea”, una enfermedad producida por el taponamiento de la artera carótida –en este caso la derecha– la principal fuente de irrigación sanguínea del cerebro. Las fuentes oficiales indicaron que en la cirugía se extirpó la placa que obstruía la arteria, que ésta se encontraba “inestable” –es decir que podía moverse imprevistamente y llegar al cerebro– y que además era “ulcerosa” –que perforaba la arteria–. Por último, se dijo que los síntomas que sintió Kirchner fueron un “hormigueo en el brazo y en la pierna, y un breve adormecimiento”.
Es en este punto donde aparecen las “incongruencias”. Según cuatro especialistas médicos consultados por PERFIL, los síntomas del ex presidente no se corresponden con una estenosis carotídea y sí, en cambio, con un accidente cerebrovascular. Es decir, que, “o sintió otros síntomas que sí corresponden con la estenosis carotídea (como la parálisis parcial o total en brazo y pierna y ceguera temporal en un ojo) o bien se trató en realidad de un accidente cerebrovascular”, explicó uno de los expertos, que pidió reserva.
“Es importante explicarle a la gente que el adormecimiento o los trastornos de sensibilidad nunca son un síntoma de la carótida… es decir, que no porque alguien sienta hormigueos o se le duerma una mano hay que operarlo de la carótida”, enfatizó el destacadísimo neurólogo argentino-norteamericano Conrado Estol, y explicó que “según estudios y estadísticas médicas, el accidente cerebrovascular causado por la carótida no presenta trastornos de sensibilidad, esos son síntomas de, por ejemplo, un accidente cerebrovascular”.
Sin quererlo, Guillermo Weinschelbaum, miembro del equipo que operó a Kirchner, dijo a Clarín el lunes 8 que Kirchner “tuvo un accidente isquémico cerebral transitorio (AIT) que revirtió, se le removió la placa para que no llegara a tener un ataque cerebrovascular grave”. En forma sorpresiva, el médico se excusó con PERFIL para declarar para esta nota. Dijo que “por secreto médico no puedo dar declaraciones” y que le “han pedido que no continúe hablando al respecto”.
El AIT, según la literatura médica, “es causado por la interrupción temporal del riego sanguíneo a un área del cerebro, lo cual ocasiona una disminución breve y repentina en la función cerebral”. Sus síntomas son similares a los que tuvo Kirchner y la enfermedad se asemeja a un accidente cerebrovascular muy pequeño, aunque “se considera un signo de advertencia de que se puede presentar un accidente cerebrovascular verdadero en el futuro si no se hace algo para prevenirlo”.
Tanto Estol como otro cardiólogo consultado, afirmaron que en su opinión no recomendarían operar a un paciente con obstrucción en la carótida mientras no tenga síntomas como parálisis o ceguera o se encuentre en estado crítico. “Tengo pacientes con una carótida tapada 100 por ciento y, aun así, no considero oportuna la cirugía”, explicó el médico cardiólogo. Todas declaraciones que siguen sembrando un manto de dudas sobre lo que realmente le sucedió al primer caballero.
Respecto al futuro, los médicos coinciden en que el posoperatorio “no es complicado”, y que el ex presidente deberá controlar la presión, tomar aspirinas regularmente, hacer actividad física y evitar el sedentarismo. Aseguran, sin embargo, que si lo que sufrió fue un AIT los cuidados deberán ser “intensivos”, ya que suele ser “el primer aviso” de un accidente cerebrovascular más grave.
Lo más difícil será controlar su personalidad de tipo A, caracterizado por una actitud hostil, dura y competitiva, y que causa 2,5 veces más posibilidades de presentar infartos y accidentes cerebrovasculares. ¿Podrá Kirchner hacerlo?
– Por Pedro Ylarri | Perfil | 13.02.2010 |