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domingo, noviembre 24, 2024

Duelo mundial por Facundo

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En reconocimiento a su constante llamado a la paz y al amor, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) lo declaró, en 1996, “Mensajero Mundial de la Paz».

El cantor, poeta y filósofo popular, escritor y dibujante argentino, cuyas presentaciones eran noches de poesía, humor y filosofía revestidas de música, anécdotas e historias, fue asesinado el 9 de julio de 2011 en uno de sus queridos países de Centroamérica, la tierra de su admirado Miguel Angel Asturias, la de su amiga premio Nobel de la Paz, Rigoberta Menchú; la sufrida, explotada, invadida, partida y violenta Guatemala. Las balas que combatía por ser portadoras de odio alcanzaron su cuerpo.

“Mirá Perón, este chico tiene 9 años y pide trabajo, no juguetes”, dijo Evita, asombrada, mientras acariciaba la cabeza de Facundo.

“De mi madre aprendí que nunca es tarde, que siempre se puede empezar de nuevo; ahora mismo le puedes decir basta a los hábitos que te destruyen, a las cosas que te encadenan, a la tarjeta de crédito, a los noticieros que te envenenan desde la mañana, a los que quieren dirigir tu vida por el camino perdido”.

Amaba la vida. Las mujeres. Admiraba a los jóvenes.

“La gente es todo lo vieja que quiera ser. He visto algunas muchachas con 20 años y estar totalmente envejecidas, por el contrario, conozco a una muchachita con 83 años, Teresa de Calcuta, que nos enseña a vivir todos los días.”

La infancia de Facundo Cabral fue pobre. Fue encerrado en un reformatorio, de donde escapó. Se ganó la vida a base de ingenio, inocencia y audacia.

Consiguió una guitarra y empezó a componer canciones y a trabajar en donde fuera.

– Pero me echaban de todas partes. Tomaba mucho. Y leía. Quería ser historietista como Hugo Pratt (el autor del Eternauta y El Corto Maltés). Y quería hacer la revolución. Leía a Proudhon, a Malatesta. Pero quería ser como Hugo Pratt…

Entonces viajó a la ciudad de Buenos Aires para inscribirse en la Escuela Panamericana de Arte, donde enseñaban los mejores ilustradores e historietistas de la época. Era junio de 1960.

– Pero una cuadra antes de llegar a la escuela vi un cartel de la discográfica Odeón. Crucé la calle. Había una chica muy linda en la recepción y le dije “Buenas, vengo a grabar un long play”. Y me dijo “Pero usted no es artista de la compañía”. Y le dije “No, elegí este sello por tus senos”. Se armó un escándalo, y en ese momento entran tres tipos, uno de ellos el director del sello. Le digo “Vengo a grabar un disco y no me dejan pasar”. Y el tipo me dice “Ah, no me diga que nos eligió, maestro”. Y los mira a los otros dos como diciéndoles: “Síganle la corriente al loquito”. Y dice: “¿Cómo es su nombre, maestro?”. “Cabral”. “Ah, qué bueno, pase por acá. ¿Cuándo podemos empezar a grabar?”. Le digo: “Ahora”. Y me ponen una silla y un micrófono, y se disponen a matarse de risa del loquito. Y yo canto “Vuele bajo”, que la había
compuesto en esa época. “Vuele bajo porque abajo está la verdad, eso es algo que los hombres…” Bajó volando el tipo y me dijo: “¿Cuántas tenés?”, y le contesté: ”¿Cuántas querés?”
Me quedé una hora y grabé un long play. Al mes era el número uno en ventas en la Argentina.

Luego fueron los éxitos en Uruguay, Chile, Perú, Bolivia, Ecuador, México. En 1969 llegó a Estados Unidos, en 1970 a Europa, y su vida devino lo que es: una iconografía extravagante en la que convergen Eva Perón y George Brassens, Rainiero y la viuda de Pancho Villa; Krishnamurti, a quien conoció en un parque de San Francisco (EE.UU.); la Madre Teresa, que lo llamó durante un programa de televisión en México invitándolo a orar con ella al día siguiente, y Jorge Luis Borges, quien se declaró su admirador.

“Tienes el poder para ser libre en este mismo momento, el poder está siempre en el presente porque toda la vida está en cada instante”.

En 1970, su canción «No soy de aquí, ni soy de allá», le dio fama mundial. Durante la última dictadura en la Argentina (1976-1983), Facundo debió exiliarse en México. En 1984 regresó a su patria. Entonces se lo reconoció como un hombre comprometido con la lucha por la libertad, la justicia social y el amor.

“Ama hasta convertirte en lo amado, es más, hasta convertirte en el amor.”

En reconocimiento a su constante llamado a la paz y al amor, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) lo declaró, en 1996, “Mensajero Mundial de la Paz».

No existe una lista documentada de sus obras y escritos ya que Cabral le entregó sus archivos a taxista porteño, quien era su admirador.

“En la tranquilidad hay salud, como plenitud, dentro de uno. Perdónate, acéptate, reconócete y ámate. Recuerda que tienes que vivir contigo mismo por la eternidad”.

Creía en Dios, en la humanidad.

“¡Pero no digas `no puedo´ ni en broma, porque el inconsciente no tiene sentido del humor, lo tomará en serio, y te lo recordará cada vez que lo intentes!»

“Dios tomó forma de mendigo y bajó al pueblo para acercarse a la casa del zapatero en que le dijo:

– Hermano, soy muy pobre, no tengo una sola moneda encima y mis sandalias están rotas, si tú me hicieras el favor.

A lo que el zapatero le respondió:

– Aquí todo el mundo viene a pedir y nadie a dar.

Dios le dijo:

– Yo puedo darte todo aquello que tú necesites.

– ¿Tú podrías darme un millón de dólares para que yo fuera feliz?

– Yo puedo darte diez veces más que eso a cambio de algo; a cambio de tus piernas.

A lo que el zapatero le respondió:

– Para qué quiero yo diez millones de dólares si no voy a poder caminar solo.

– Puedo darte, continuaba el Señor, cien millones de dólares a cambio de tus brazos.

El zapatero, inquieto, le dijo:

– ¿Qué puedo hacer yo con cien millones de dólares si no voy a poder comer solo?

El Señor le hizo la última tentativa al zapatero.

– Te voy a dar mil millones de dólares a cambio de tus ojos.

El zapatero, asustado ante el mendigo le respondió:

– ¿Qué hago yo con mil millones de dólares si no puedo ver a mi mujer, a mis hijos, a mis amigos?

– El señor le dijo:

– Ah, hermano, hermano, qué fortuna tienes y no te das cuenta.

El afortunado es ahora eterno.

– El autor es periodista.

Director de Norte Social

www.nortesocial.com.ar

periodismo social en el norte argentino

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