Hay una conjunción de ideas en “Edith” como si se buscara un concepto logrado después de mucho más de la mitad del espectáculo. El público cautivo de Sandra Piccolo quedó conforme pero los que esperábamos sorprendernos con algo nuevo, salimos guardando “condimentos” y matices de la puesta.
Elena Roger, La Piaf argentina, ganó en Londres el Laurence Olivier Award. Imágenes cautivadoras pueden verse en Internet. La Roger, actriz protagónica del espectáculo que saltó a la fama tras encarnar a Evita y se metió en la piel de Édith Piaf, llegó a Buenos Aires de la mano de Adrián Suar y Fernando Blanco.
En Salta, con libro de Víctor Fernández Esteban y con dirección y coreografía de Sandra Piccolo, se encara como un mega espectáculo una “Edith” sin consistencia dramatúrgica, más bien como una creación alegórica de la famosa actriz parisina con una voz torneada por los dioses.
Hay un 25 % del espectáculo con imagen positiva de la vida de La Piaf. En algunos fragmentos de “Edith” se logra el concepto de lo que debió ser: explosiva. El final es lo mejor con Non, Je ne Regrette Rien .
Infaltable tema de Piaf:
Creo que partes elegidas de la música nos sacan de contexto como la utilización del tema “Comptine d’un autre été” de la película “Amélie” que podés escuchar en
Y las pelucas negras de las artistas de “Edith” son de “Amélie”, esta chica que nos fascinó en el 2001, que por cierto también es francesa y tiene una matriz de romanticismo y nostalgia que con su inocencia femenina atrapó nuestra imaginación. Este cruce confunde y la repetición en serie sumada a la recurrencia de movimientos y a un largo cuarteto de cuerdas, son monocordes. La escenografía (Miro Barraza), reúne el concepto que en el espectáculo se halla disperso con miradas parciales de lo que fue La Piaf.
El espectáculo tiene una estética de la imagen que busca un efecto visual fundamentalmente, a través del movimiento o la danza. Un buen ejemplo de esto y un acierto, es la recreación de de una escena del boxeador francés de origen argelino, Marcel Cerdan, con quien Édith vive durante 1948 la historia más grande de su vida y que luego de su trágica muerte (28-10-1949), se vuelve adicta a la morfina.
Otra imagen atrapante fue la de Cristina Idiarte, actriz invitada que encarna a una de “las Piaf”, sola en el escenario, bañada con una iluminación roja (Jorge Mimessi) que permite jugar con la idea de una cantante que atravesó por el alcoholismo y la pasión desmedida. El efecto sonoro que provocó su voz, en una escena final de Idiarte cuando sale del escenario y camina por el pasillo de la sala fue un hallazgo. Desde el pullman * se pierde su cuerpo, y se percibe la voz, ajada-triste-melancólica.
En el final, Sandra Reartes, Édith, se luce en una imagen total que se logra con un buen sonido (Rubén Cuevas), la iluminación y el cuerpo de baile del Ballet Contemporáneo junto al Taller Juvenil y Pre Juvenil.
La Édith de la infancia es exquisitamente tierna en esta presentación pero aparece una infancia estetizada de Édith Giovanna Gassion. Recordemos que su madre la parió en la calle, su abuela materna, Aïcha Saïd Ben Mohammed en vez de tetero la alimentaba con vino, después la entrega a su padre, quien la deja con su abuela paterna, dueña de una casa de prostitución en Bernay, Normandía, donde Édith es criada por las prostitutas de la casa.
En mi opinión “Edith” , La Piaf de Salta, es una sucesión de imágenes dramáticas, una alegoría del ícono de la música francesa Édith Piaf convertida en estrella mundial con una vida fascinante trasvasada por el infortunio.
* Luego de las 22 hs. la cola para las entradas era larga y aunque se tuviera pase para platea sólo se podía ingresar al pullman
