El arte de las marionetas en el fantástico mundo de Los Arana

Descubrimos un nuevo espectáculo de calidad artística al transitar ayer por los pasillos de la Casa de la Cultura a la hora de la siesta, cuando un marionetista rosarino, cual mago con su galera, sacaba por su pequeño retablo al Organillero y así comenzaba una obra que vende ilusiones.

Juan Manuel y Maximiliano Arana tienen un oficio que no se aprende en ninguna escuela. Como Santiago, el grillo trotamundos de su espectáculo, recorren los caminos de la Argentina para mostrar “El mágico mundo de las marionetas” , su tercer espectáculo. Hasta el domingo 24 de julio estarán en Salta con funciones en la Sala Mecano (Caseros 460) a las 15: 30 hs. todos los días.

Por su retablo, guiados de manera excelente y perfeccionista en esta oportunidad por Juan Manuel, desfilan cuidadas marionetas que cantan y bailan o te cuentan historias con versiones propias. Los gemelos Arana trabajan a dúo desde el 2003 en el grupo El Rayo donde realizan dramaturgia grupal. “Aunque ya desde la panza de mamá estábamos juntos”– dice con humor Maximiliano. Los rosarinos de 33 años dialogaron con Salta 21 al término de la obra que puede definirse como «de alto vuelo artístico”.

“Realizamos un abordaje distinto, los marionetistas somos poquitos y cada cual tiene su impronta. Nuestra inquietud es tener otro criterio. Yo creo que se nos abrió la cabeza y conocimos bastante el oficio en nuestro viaje a España. Pensamos que el criterio de construcción de las marionetas es fundamental a la hora de abordar el trabajo”– dice Maximiliano mientras Juan Manuel va desarmando la escenografía.

En este sentido, tenemos que aportar que cada marioneta desarrolla un movimiento particular, como cuando Frankestein toma la rosa del florero o Elvis Presley suelta el micrófono. Los ojos de los muñecos son notorios y sus movimientos semejan al de los seres humanos. También el bailoteo de los pies con los zapatitos diminutos que hacen un ruidito sobre el piso y hasta la caminata de cada marioneta marca la línea por donde se conduce el tipo que representa cada personaje.

“La composición de la historia no está basada en el texto- salvo en un cuento oral que usamos para distender-, la propuesta es de imágenes y sensaciones más las emociones puestas manipulando. Además esto nos permite hacer un trabajo universal que no tiene dificultades con el idioma. Si bien tomamos una historia de Javier Villafañe, la mezclamos con María Elena Walsh e historias personales como es la que presentamos sobre el Grillo Santiago. Creemos que hoy hay necesidad de contar de otra manera, por eso las historias no son puramente infantiles. Tampoco tiene el típico personaje de cachiporras. A todo eso lo asumimos como un desafío, pero lo disfrutamos porque buscamos estos canales expresivos”– agrega Maximiliano.

“Con Eduardo Di Mauro aprendimos la técnica del guante, el intenso trabajo realizado para los ensayos nos marcó la seriedad y el compromiso en el trabajo, sin estos condimentos es imposible desarrollar este oficio”– dice quien cumple ahora el rol de mirar desde afuera.

Y Juan Manuel comenta: “Al oficio lo descubrimos en soledad a través de los años, con la prueba del ensayo y el error. Queremos rescatar lo clásico de las marionetas y que la gente se contagie de ellas”.

“Es un universo aparte aunque la técnica es una”– cierra Maxi.

No es frecuente que los gemelos acepten posar juntos, pero lo hacen para Salta 21 . Son divertidos y confiesan que ambos pueden desarrollar el espectáculo que se ve de manera distinta porque uno es diestro y otro es zurdo. Suelen dar talleres para enseñar el oficio y prometen que regresarán a Salta para hacerlo.

Al acercarme al Organito del Organillero descubro que la construcción interna de esta marioneta con ojos avispados, piernas flacas y zapatitos marrones, tiene una precisión suiza como la de un reloj por dentro. Y esto es parte del trabajo imperceptible que los gemelos Arana realizan para trasladarnos a un mundo vital y asombroso.