El género popular migra de los boliches del conurbano a las fiestas privadas top. Redes sociales y contratos discográficos.
El origen de la cumbia parece casi tan ecléctico como su porvenir. Está claro que siempre fue música tropical. Pero su carácter popular, su grito de pertenencia de clase, no vino en el primer paquete cumbiero que se importó en la Argentina. La cumbia en los años ’50 era una rareza caribeña, de un exotismo emparentado con los ritmos cubanos o la samba brasileña, que podían consumir las clases medias y acomodadas del país sin ningún tipo de pudor. Los Wawancó, la orquesta fundacional de la cumbia vernácula, amenizaba las boites con el mismo glamour con el que podía hacerlo una orquesta de salsa en una película de James Bond. En el proceso histórico, llegaría luego el inevitable Chico Novarro, que en el Club del Clan cantaba “El orangután” con entonación caribeña, como parte de un origen muy distinto del camino que seguiría luego la cumbia, la música popular argentina por antonomasia, la banda de sonido de las barriadas populares.
A Agapornis, como al resto de las bandas, la distingue que no recorrieron el trayecto tradicional de la movida tropical
Agapornis es el último hito comercial que ha parido la cumbia, y viene a ponerle el broche de oro a su definitiva universalización –a su ascenso a la categoría de “para toda la familia”– y asentamiento en todas las clases sociales, tanto en el público como en los intérpretes, sonando en la bailanta y en Punta del Este. Surgido de un grupo de amigos del club La Plata Rugby, “casi como un juego” para tocar en los terceros tiempos, Agapornis se convirtió en poco más de un año en una de las bandas que más vende en la Argentina, entre discos, descargas y shows. Es la primera banda de cumbia que produce Sony Music y la punta de lanza de un subgénero, la cumbia pop, que no falta en ninguna pista de baile del país. Detrás suyo se encolumnan varias agrupaciones más que responden a una misma fórmula: tocar éxitos pop en clave tropical.
La innovación de Agapornis fue cantar en inglés. Con su versión de “Someone like you” –de la estrella soul británica Adele– llegaron a la televisión y los clicks en sus videos de YouTube, en Facebook y Twitter treparon a las nubes. “Darle ritmo tropical a un tema en inglés fue una vuelta de tuerca” afirma Leandro Zingale, bajista de la banda. Allí fue donde dieron el gran salto y pasaron del nada despreciable éxito que tenían en bares y fiestas de La Plata a recibir propuestas para tocar en Buenos Aires y en todas las provincias del interior. “Yo atendía los teléfonos”, cuenta el percusionista Juan Pérsico, “Pasamos de dos llamados por semana a 150 por día. Era una locura. Llamaban de todos lados y teníamos que decir que no a cosas que ni nos hubiéramos imaginado que rechazaríamos”.
Con las redes sociales funcionando a toda máquina y nuevas grabaciones de otros hits, el nombre de los Agapornis comenzó a rodar por todos lados. Así fue como llamaron la atención de Sony Music y en poco tiempo se convirtieron en la primera banda de cumbia que produciría el gigante discográfico. Sony los llevó a grabar su primer álbum, “Volando con ritmo” que llegó a ser disco de oro con más de 20.000 copias vendidas. En junio editaron su segundo álbum, “Sigue y sigue”, y han tenido siete canciones en simultáneo en el top ten de descargas de iTunes. Más de un millón de personas ya los vieron en vivo en sus shows que combinan recital y fiesta hasta que salga el sol. El éxito los persigue.
– Tomás Rodríguez Ansorena (Noticias)