La desocupación sigue siendo un gran flagelo en el norte de la provincia. Tras el corte de ruta en Mosconi los líderes de la protesta entablaron diálogo con el gobierno. Una crisis recurrente, que hace 8 años provocó 5 muertos y decenas de heridos.
Los piqueteros levantaron el corte en Mosconi luego de 40 horas de bloqueo de la ruta que provocó colas de vehículos de 10 kilómetros y hoy entablaron diálogo con el gobierno. Cinco de sus líderes fueron recibidos en el Centro Cívico Grand Bourg por el secretario de relaciones institucionales Rodrigo García, mientras los manifestantes se mantienen en el Norte en estado de alerta.
El reclamo primordial es el de la creación de puestos de trabajos. Se pide, concretamente, que en el Gasoducto Norte se dé empleo a 2.000 desocupados de la zona.
Las más graves crisis anteriores del Norte provincial -ocurridas hace 8 años- se apagaron con represión -ordenada Abel Cornejo por quien asciende ahora a juez de la Corte, -. Juan Carlos Romero no tenía dudas sobre la forma de enfrentar el problema: polícías, gendarmes y balas. En esos picos del conflicto, él siempre optaba por encontrarse lejos, en Israel, en Estados Unidos y en Mar del Plata.
De aquellas crisis por las que Salta -sobre el filo de los dos siglos- estaba en la primera plana de los diarios del país y en la cobertura de las agencias y las cadenas televisivas quedó un saldo de 5 desocupados muertos, decenas de heridos y un cúmulo de causas judiciales. El juez Cornejo no dudó en incriminar incluso al periodista Marco Díaz Muñoz como un presunto delincuente, lo que le valió una dura réplica de prominentes figura de la prensa nacional reunidos por entonces en la Asociación Periodistas.
Pero a la criminalización de la protesta social, la represión y la judicialización del conflicto fue acompañada con la entrega de planes sociales, la mayoría con fondos nacionales. Estos sirvieron para paliar las situaciones más acuciantes, y en muchos casos para fortalecer el liderazgo de punteros políticos y líderes piqueteros. Esos planes, que hoy alcanzan a sólo 150 pesos, son parte del reclamo actual, ya que se pide que se incrementen a 600 pesos.
El otro reclamo, el pago del 10 por ciento de las acciones de YPF, sirve para recordar cuál fue el origen de la actual situación de crisis permanente en una zona que alguna vez fue un polo de empleos estables y de buenos ingresos. El desguazamiento y la enajenación de la empresa estatal Yacimientos Petrolíferos Fiscales realizado durante la presidencia de Carlos Menem fue el comienzo de una declinación sin pausa. Las multinacionales instaladas en la zona no generaron empleos sustitutos ni sirvieron para impulsar el desarrollo regional. En plena cuenca gasífera gran parte de la población no cuenta con gas natural. Los índices de pobreza, insalubridad y analfabetismo están entre los peores de la provincia.
Tartagal, Aguaray, Mosconi, Vespucio, viven en un estado de postergación que no se logra revertir. Y dentro de él, los peores padecimientos los tienen los grupos aborígenes, desplazados por los desmontes y hacinados en la miseria de reductos marginales en las afueras de las ciudades. Y la deforestación continúa a ritmo frenético porque el gobierno de Urtubey no quiere o no puede desactivar el cúmulo de permisos de desmontes que otorgó Romero antes de dejar el poder.
Cuando vino, hace pocos días, a protestar por el nombramiento de Abel Cornejo en la Corte, quien lo enfrentara desde la lucha social como líder de los desocupados de Mosconi, Pepino Fernández indicó a Salta 21 que el problema de la desocupación sigue siendo tan grave como siempre en el norte. El poco empleo generado fue por iniciativa de los mismos desocupados de la Unión de Trabajadores Desocupados. . Y cuando existe la escasa oportunidad de un empleo en las empresas de la zona existe una lista negra: los que tienen causas judiciales o son considerados líderes de la lucha social son tachados.
Pepino Fernández volvió ahora a Salta como vocero de los desocupados que cortaron la ruta y luego la liberaron para venir a negociar con el gobernador. Una historia repetida, para un problema endémico que no se logró revertir desde el colapso de la región, en la época menemista.
