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domingo, noviembre 24, 2024

El Dos Mujeres

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El ausentarse del Bar trae sus inconvenientes, digamos de tipo técnico. Es mi caso, ya que las fiestas de fin de año, inexorablemente, me alejan del salón de juego y de la presencia de los muchachos.

El regreso ya tiene su costo extra y la previsible avalancha demandante. Huguito, el mendocino (o salteño, por adopción), se me vino al humo: ”Qué haces perdido. Dónde te metiste, no sabes que los “huerfanitos”, te necesitamos”. Previo abrazo fraterno, le explico que estas fiestas la capitalizan los familiares, que se merecen nuestra atención.-“Boludo, te esperé como al mesías, porque necesito confiarte algo. Vas a ser mi vía de escape”. No me dio tiempo ni a acariciar el tablero (¡Con las ganas que tenía!, después de la abstinencia), pero la amistad está primero, más tratándose del Petiso mujeriego. Poco faltó que nos diéramos un “piquito”, pero no es de “bien hombres”. Nos desplazamos, elegantemente, hacia el sillón terapéutico (casi un diván sicoanalítico), apropiado para estas emergencias.

Y, era nomás cosa de polleras, pero un poquito más complicado porque no se trataba de una infidelidad circunstancial, sino algo que quería estabilizarse. ¡Qué cagada, justo que soy medio amigo de la consorte!, pero al petiso lo llevo en el corazón. Es mi hermano de la infancia y a Ella la conocí después. O sea, al Petiso, le debo lealtad absoluta y a un hermano no se le falla; además quería mover la osamenta libresca, antes de que se oxide. A los conocimientos teóricos, sino los lubricas, se dañan y, lamentablemente, se pierden en la oscuridad del olvido (más aún, en los tiempos adultos). “Flaco, me enamoré y no quiero ni pretendo, soltar…” “Es como si tuviera frente y contra-frente/derecho y revés/ anverso y reverso””Una gorda y la otra flaca»… (Respirando hondo) “Una es alta y la otra petisa»:.. ”Una baila y la otra duerme”… Y, el Petiso quería seguir in-finitum, la descripción gananciosa. Yo ya entendí en el enredo en que se metió y no era cuestión de cavarle la fosa. “Hugo, hermano…está TODO BIEN”.

Los Psicólogos, tenemos expresiones vacías, que no dicen nada, pero aparentan decir mucho. Cosas del oficio. ¿Viste? Estas expresiones con una cara de circunspecto y con movimiento de cabeza, engrupís al más leído. El petiso necesitaba “justificar” su conducta (reprobable, desde donde la mires), pero no era ni el lugar ni el momento de fajarlo, tampoco de un asombro desmedido: ”¡En qué cagada, te metiste!” . Esta experiencia confesional ya la había vivido con Carlitos, con Daniel, y creo que con otros más, pero el presente es el presente.-“Lo tuyo es una simple operación aritmética: dónde debería decir uno, vos pusiste dos. Más del orden de la estadística que de las relaciones humanas, pero las estadísticas, nunca son exactas, sino posibles”. O sea, el petiso Hugo, había complicado, mínimamente su vida cotidiana (¡Hasta el tuétano!), pero en honor a la verdad y a la cultura vigente, estaba en las generalas de la ley; es decir de las cosas posibles y esperables para estos tiempos.

La Cultura Líquida

La chispa de un deseo puede cambiar a un sujeto, a una comunidad, a un país, incluso a una era. Se trata de mostrar el surgimiento de fenómenos que muestran una variación de las costumbres eróticas y amatorias, producida entre otras cosas por el cambio actual de paradigma. La licuefacción del amor apuntada por Zygmunt Bauman fue el punto de partida para reflexionar sobre nuevas formas en las que los sujetos organizan y sustentan el lazo social. En una sociedad en la que nada es ya muy duradero -ni un trabajo, ni la permanencia en un mismo lugar geográfico, ni la vida en común, ni la unidad familiar-, es lógico que la vida sexual también se vea afectada. Las personas tienen cada día más el sentimiento de que deben adaptarse a una nueva forma de vida, en la que deben abandonar la expectativa de una continuidad, una solidez, una duración. Quien no se adapta a lo efímero, corre el riesgo de quedar excluido. Desde luego, todavía lo líquido convive con ciertos restos sólidos, pero es evidente que avanzamos en esa dirección.

Freud imaginó su invento (el Psicoanálisis) como algo capaz de lograr que un sujeto cambiase una existencia miserable por una infelicidad admisible. El psicoanálisis no promueve la idea de que al final del camino nos espera la felicidad o la armonía, sino un modo diferente de habitar el desamparo, la soledad y la infelicidad de la condición humana, una manera menos tonta. Conocer algo sobre nuestro inconsciente, desprendernos de la ingenuidad que nos hace creer que nuestro malestar depende de condiciones que son ajenas a nosotros mismos, asumir la responsabilidad de al menos una parte del sufrimiento que padecemos, forma parte de superar el sufrimiento. Pero partiendo de la base de que jamás alcanzaremos un equilibrio que no solo es imposible por definición (el conflicto es ineliminable) sino que supondría la disolución de lo que hace de un sujeto algo único, irrepetible.

Epílogo

Puede parecer una historia con final de hadas, pero este instante no me iba a privar de alentarlo a mi amigo el Petiso, de que la época (la cultura líquida) autoriza, sin remordimientos, a ciertas concesiones (otrora non santas) de que los seres humanos ya no están tan apretados a la Ley (por ej. las convivencias de parejas para conocerse, previos a una cohabitación definitiva) . Ningún padre actual se ruboriza si alguno de sus hijos, convive con su novia/novio, previamente, como prueba de futuros acuerdos. No descuento, que en futuros instantes de la vida humana, las cohabitaciones múltiples, adquieran cierta normalidad y eviten tantas separaciones y sufrimientos innecesarios para la especie; de esa manera mi amigo el Petiso, no tendrá que angustiarse esperando mi bendición. Qué así sea.

– Imagen de portada extraida del sitio gawker

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