La complejidad y fantasía del cuento original obliga a un número inusual de bailarines solistas cuya presencia se abre con una pequeña obertura. Se abre el telón y en la casa de los Stahlbaum están festejando la Navidad…
Salta, viernes 8 de julio de 2011. Teatro Provincial. Ballet Cascanueces con música de Pedro I. Tchaikovsky. Argumento de Alejandro Dumas (padre) sobre un cuento de Ernst Hoffman. Puesta de Marius Petipa. Reposición Coreográfica Mª Liliana Ivanoff. Personajes principales: Clara: Michele Bittencourt. Príncipe Cascanueces: Rubén. Barreto. Drosselmeyer: Rafael Peralta. Rey Ratón: Álvaro Monar. Niñas del Curso de Danzas del BPS. Coro de Niños y Jóvenes de la Escuela de Música. Directora: Amalia Carral. Ballet de la Provincia. Director: Mº Leandro Regueiro. Solistas Secundarios del Ballet. Orquesta Sinfónica de Salta Director Mº Enrique Roel. Conmemorando la fecha patria del 9 de julio.
Uno de los ballets más populares de todos los tiempos es precisamente El Cascanueces. En nuestro medio se hizo con singular éxito en diciembre de 2006 pero con figuras principales de fuera de la provincia. Esta vez la producción fue completa y meritoriamente local. La complejidad y fantasía del cuento original obliga a un número inusual de bailarines solistas cuya presencia se abre con una pequeña obertura. Se abre el telón y en la casa de los Stahlbaum están festejando la Navidad cuando llega Drosselmeyer que trae regalos para todos los niños. Luego de una equivoca situación, la protagonista Clara recibe un Cascanueces de regalo con forma de soldado. A partir de allí comienza una serie de situaciones en donde se produce, luego de terminada la fiesta navideña y con la familia durmiendo, la aparición de Clara que es testigo de la lucha entre el Cascanueces que tomó vida y el rey de los Ratones con sus ratoncitos. El antagonismo termina con el Rey de los Ratones es muerto de una cuchillada por el Cascanueces que luego de esa acción se convierte en el príncipe que se enamora de Clara y juntos marchan al Reino de los Dulces, ya en el acto 2º, donde se suceden bellas danzas hasta llegar a la culminación de la obra con el hermoso Vals de la Flores y el majestuoso “pas de deux” de los protagonistas. Pero como todo era un sueño, Clara despierta y abraza a su Cascanueces que en realidad sigue siendo de madera pero que en el sueño le permitió vivir una maravillosa aventura.
La música de Tchaikovsky es formidable, sobre todo en las danzas, el vals de las flores y el grandioso “pas de deux” donde hay una melodía basada en una secuencia de octavas que resultó una originalidad justamente en la parte lenta a cargo de la pareja de Clara y el Príncipe. Con habilidad se resolvió la puesta que originalmente y con los medios de los grandes teatros del mundo pide muchos cambios de decorados.
La orquesta en el foso seguía a Roel y la curiosidad es que éste no siguió al ballet sino que llevo a la práctica que solistas y cuerpos de baile graben en sus memorias la música y subordinen sus movimientos al sonido orquestal. Esto se puso en evidencia cuando Clara debió, en ese gran “pas de deux”, detenerse por dos veces un instante para poder poner sus manos en el brazo de su amado príncipe. El detalle, llamado “arabesque”, casi inadvertido, no es menor pero avisa que también es posible encontrar estilos adecuados en una presentación que recurre a corrientes o movimientos inversos a las tradicionales. El solo de Rubén Barreto fue de antología. Tal vez la sinfónica podría haber mostrado mayor explosión, sobre todo en el conocido “vals de las flores”, pero lo hecho es bueno.
Finalmente el Ballet Oficial cumplió su rol con gran dignidad no solo en lo relativo a los solistas, personajes secundarios sino al cuerpo de baile. Dada la cantidad de personajes, no es fácil encontrar destacar nombres. Hubo pasos simples, branles, reverencias, exigentes saltos, cabriolas, situaciones pintorescas o de cierta comicidad, mostrando al mismo tiempo un dominio técnico superior a anteriores actuaciones. Los golpes de palma, uniformes. El teatro colmado tuvo un largo aplauso y el público se fue pleno de música romántica para un ballet verdaderamente bello.
Mi opinión: un trabajo artístico digno de verse.