Pocos minutos habían pasado de la finalización del elogiable concierto del martes 23 de agosto en el Teatro Provincial, cuando el público aplaudía en la puerta de su sala a los integrantes de la Orquesta y a su director, quienes cosecharon un bonus track por el reconocimiento a su actuación.
Los 30 años del Mozarteum Filial Salta darán qué hablar. Al menos en el último lustro, sus presentaciones han dejado boquiabiertos a varios. Pero en este caso en particular, se consagró como un sello de calidad indiscutible por la magnífica presentación de la Orquesta Christophorus de Stuttgart y la incuestionable vocación de sus miembros, quienes se desarman por traer lo mejor a Salta, en este caso desde Europa, para que podamos disfrutar lo clásico de alto nivel.
Ante la ausencia en Salta del crítico especialista en música clásica, José Mario Carrer, quien se encuentra en California para compartir la Novena de Beethoven por la Filarmónica de Los Ángeles conducida por Frubeck de Burgos, me atrevo a escribir estas líneas para reflejar la magnitud del concierto en sus aspectos artísticos y para señalar, que habrá siempre un antes y un después de esta presentación. Sobre todo porque se trata del paso de una Orquesta Sinfónica, hecho que amplía el techo artístico hasta ahora conocido en nuestra ciudad.
De vuelo exquisito, la primera pieza ya anticipaba lo que sería el concierto global, pues dicen que para muestra basta un botón. Y así fue. El equilibrio musical logrado con Oberón (Carl M. Von Weber), donde al unísono se conjugaban los instrumentos todos, ensayaba su más delicada acústica que fue un oasis para nuestros oídos. El concierto arrancaba perfecto y cerraba de manera sublime, con pases festivos perfectamente seleccionados, en donde vibraba el color de las notas musicales y nos predisponía para seguir, aún, toda la noche. Porque la generosidad de la Orquesta alemana hizo posible los bises. Y se veía a músicos sintiendo y escuchándose unos a otros, se percibía en el aire la perfección.
En su desarrollo Brahms llegó de la mano de la solista Kathrín Ten Hagen, de absoluta notoriedad en su desempeño, intérprete entusiasta, quien nos regaló un allegro non tropo, un adagio y un allegro giocoso con el Concierto para violín y orquesta en Re mayor Op. 77, para terminar la primera vuelta. Final deslumbrante dentro de lo programado con la Quinta de Beethoven, hermosa sinfonía que marcó el registro de una impecable destreza musical.
El esfuerzo que realizó en esta temporada el Mozarteum, no sólo valió la pena, marcó un hito profundo en la música orquestal. Palabras finales para el director Patrick Strub, maestro sobresaliente, quien fue testigo de la pasión salteña por lo clásico. Inolvidable.
– Notas relacionadas:
Orquesta Sinfónica Christophorus de Stuttgart-Alemania, esta noche
http://www.salta21.com/Orquesta-Sinfonica-Christophorus,5247.html
Jinjoo Cho, una gran solista bien acompañada
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