El film Her, “Ella”, es una Oda al Onanismo

La película tiene en general 100 % de críticas favorables. Esta, no es menos. Después de todo, el guión sí es original y además, provoca una suerte de tour de forcé en el tema del enamoramiento.

“Her” recibió el Globo de Oro y el Oscar al mejor guión. No por nada, claro está. Cuando uno se sumerge en el film tiene dos tipos de sensaciones: una, del tipo delicioso y gustoso; otra, del tipo sensual y morboso. Si bien tiende a resaltar el romanticismo extinto, este se logra con detalles íntimos del erotismo puesto por un lado, en la voz sensual y exquisita de Scarlett Johansson. Inevitablemente, uno imagina a la bella mujer que está detrás de la voz. Al menos, yo no pude abstraerme y no pensar en Ella. La conocemos por su hermosura además de ser buena actriz. Entonces, el cuerpo que le falta en la ficción, le sobra en la realidad. Por el otro, hay una sobresaltación de la masturbación, pues de ningún modo, Theodore Twombly, encarnado por Joaquin Phoenix, hace el amor con un cuerpo, sino se masturba – lisa y llanamente- con Samantha, la OS adquirida en un comercio, un dispositivo, un sistema operativo eficiente que maneja a su amante, incluso le ordena la vida y lo hace olvidar de su fracasado divorcio.

El acierto del guión es que en el mundo de hoy no es impensable que alguien se enamore de un sistema, vamos camino a eso. El film es futurista pero puede ser el domingo que viene ese futuro. Es de una alta creatividad, soñar con una mujer cuyo cuerpo es la voz, hacer el amor con lo que se imagina de Ella y amar la eficiencia, inteligencia, prudencia, dedicación y absolutismo monárquico que implica tener una voz para uno. El problema está cuando Theodore descubre que Ella no es exclusiva, y observa al mundo «haciendo el amor» con otros sistemas operativos que podrían ser idénticos, que Ella es perfecta para él en un micromundo, pues en el rizoma, está con otros 600 mil tipos y mujeres que compraron el producto.

Ya hubo, como antecedente cinematográfico, una voz que era capaz de entender al viajero espacial y dialogar con él amablemente, aunque tenía voz de robot y malos hábitos en “2001”.

Lo que logra Spike Jonze es plantear el tema de qué es real y qué no. Y más allá, qué es el amor. Quizá, de alguna manera, aporta una solución para la soledad, y en un punto, el film se vuelve hasta un experimento sociológico.

Imaginemos “His” (me gustaría filmarlo o hacerlo teatralmente, y que nadie me robe la idea porque canté primero), donde un OS (sistema operativo) sea la voz de Brad Pitt o de Robert Downey Jr., diciéndote cosas halagadoras, ordenándote los contactos, armándote la agenda e invitándote a la cama a tener multi orgasmos. Por favor!!! Creo que las mujeres dormiríamos solas por el resto de la vida. Y luego, cuando sales a un pub o al teatro, llevas esa voz para que charle con tus amigas, porque la máquina es pensante y tiene sentimientos, y logre socializar de manera increíble. Es el fin de las relaciones y el comienzo de un Imperio Onanista de Mujeres que son felices, porque Ellos, están para una!

Ahora que lo pienso dos veces, es genial esto. Pero estaríamos en el orden del puro placer. Placer por el autoerotismo. Y nada más.

Hubiese sido interesante que el film plantee una relación de varios años. ¿Cuánto tiempo se puede vivir sin contacto cuerpo a cuerpo? ¿Sin besos, sin abrazos?

De todas formas, el espectador co-participa con el protagonista de un tiempo real de goce, todo termina rápido, film y placer tienen la misma duración. Theodore se conoce un poco más a sí mismo y el observador de butaca, queda aliviado porque el amor no es eterno, es extraño, pero pasajero.

Otra de las delicias del film es la participación de Amy Adams. Hacia el final, ver un amanecer desde lo alto es un signo de aire nuevo. El que también le aporta Amy a la escena que comparte con Theodore.

“Y el resto es silencio…”