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domingo, noviembre 24, 2024

El Mozarteum trajo un violinista virtuoso

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Sólo un músico superior como Kulibaev puede llegar al corazón de la obra.

Salta, viernes 4 de octubre de 2013. Teatro Provincial. Solista: Erzhan Kulibaev. Orquesta Sinfónica de Salta. Director Titular Maestro Jorge Lhez. Ottorino Respighi (1879-1938) Antiguas Danzas y Arias: Suite nº 1. Wolfgang Amadeus Mozart (1756-1791) Sinfonía nº 38 en Re mayor K. 504 “Praga”. Piotr Illych Tchaikovsky (1840-1893) Concierto para violín y orquesta en Re mayor op. 35. Penúltimo concierto de la temporada 2013 del Mozarteum Argentino Filial Salta. Aforo 60%.

Respighi fue uno de los compositores italianos que además de su obra original dedicó gran parte de su vida a la musicológica tarea de investigar el espectro sonoro de sus antecesores. De toda esa música, son extremadamente valiosas sus tres suites que responden al nombre de Antiguas danzas y arias. Esta noche apreciamos la no muy conocida nº 1 basada en cuatro danzas del siglo XVI y trasladadas a orquesta reducida. Bajo el criterio neoromántico, el autor construyó una primera recopilación que salvando la dificultad de entregar viejos y en muchos casos, olvidados sonidos, transita una rica y moderna paleta sonora.

El genial Mozart, el creador de infinita temática en sus obras, conoce que por su tiempo, uno de los principales centros de la música europea era Praga. Allí llega para presentar su fastuosa ópera Don Giovanni pero trae también el regalo de una sinfonía que lleva justamente el nombre de la citada ciudad como respuesta a los homenajes, invitaciones, encargos musicales y honores que recibiera en la capital checa. La sinfonía mozartiana es bastante especial. Tiene tres movimientos; carece del consabido “minué”; su contrapunto es complicado; esconde un mensaje casi dramático que finaliza con felicidad y en este caso particular, el compositor inicia el camino que terminará con la mejor de sus sinfonías, la última, la conocida “Júpiter”. El maestro Lhez, inspirado, la expuso con nítida claridad y elegancia y como lo hizo en 2008 condujo sin batuta como buscando la mayor comunicación posible con dirigidos y público.

Probablemente una de las obras más apasionadas y románticas de la segunda mitad del siglo XIX sea el opus nº 35 del atormentado Tchaikovsky. El violinista visitante lo entregó con fuego, con pasión y con hondo sentimiento aprovechando su técnica deslumbrante y la sonoridad exquisita de su Stradivarius “Rode” de 1722 que posee por concesión de la Fundación Maggini. La dosis de virtuosismo que pide la inspirada partitura fue satisfecha con creces y el generalizado conocimiento que tiene el melómano de esta parte del mundo así lo entendió. La “cadenza” del primer movimiento fue de altísimo nivel ocupó una cúspide interpretativa enmarcada en una interpretación reservada para pocos ejecutantes. Sólo un músico superior como Kulibaev puede llegar al corazón de la obra, a tocar la “cadenza” mencionada o el “allegro vivacisimo” del final. La descomunal solvencia del solista fue magníficamente acompañada por la orquesta sinfónica local que acaba de regresar de una exitosa gira por Buenos Aires, siempre conducida por la musicalidad de su titular el maestro Jorge Lhez. El fluido y sensacional diálogo entre ambos fue puro placer auditivo.

El aplauso prolongado, entusiasta, satisfecho de los socios del Mozarteum y el público en general, produjo por primera vez desde la creación de la orquesta algo inusual: el solista regaló cuatro bises de otros tantos brillantes arreglos para violín solo de “Asturias” de Isaac Albeniz, escrita originalmente para piano y que más tiene que ver con música flamenca que asturiana, dos tangos de concurso “La Cumparsita” de Gerardo Matos Rodríguez y “Adios Nonino” de Astor Piazzolla y finalmente “Serenata del Mar” del talentoso guitarrista norteamericano Rex Willis de sensible y moderna construcción. El inmenso tecnicismo de Kulibaev al servicio del arte musical.

1 COMENTARIO

  1. El Mozarteum trajo un violinista virtuoso
    Realmente pudimos escuchar un concierto emocionante que, además de virtuosismo y calidad sonora, tuve un enorme espìritu musical. El solista, EXCEPCIONAL. La Orquesta a tono con el nivel demandado. Un lujo para Salta!!!

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