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domingo, noviembre 24, 2024

El PO según el PO

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Ante el crecimiento del Partido Obrero en Salta, me parece importante comentar algunos documentos fundacionales, y otros más recientes, de esa línea de pensamiento político.

Porque los ciudadanos tenemos el derecho – y la responsabilidad – de elegir conociendo cuáles son los propósitos reales de aquellos a quienes elegimos. Y para eso, nada mejor que escucharlos a ellos.

La Cuarta Internacional. El “Programa” y las Reivindicaciones Transitorias

En 1938, en el exilio, León Trotsky fundó una corriente marxista llamada “la IV Internacional”. El Partido Obrero argentino forma parte de esa corriente, tanto que la Coordinadora por la Refundación de la Cuarta Internacional se creó en 2004 en un Congreso organizado por el PO en Buenos Aires.

El documento fundacional es un trabajo de Trotsky, que se titula “El Programa de Transición”. En ese documento, Trotsky aborda lo que estima un problema fundamental del avance hacia una revolución marxista mundial exitosa: la distancia entre lo que llama las “condiciones objetivas”, esto es los factores económicos, sociales, estructurales – que para él estaban ya maduros para la revolución – y las “condiciones subjetivas”, es decir, la conciencia de los sectores trabajadores de que pertenecen a una clase explotada y la certeza de que sólo saldrán de esa situación mediante el “asalto revolucionario” al poder.

Trotsky considera que las clases “proletarias” no están todavía en la plena conciencia de su situación. Por eso expone un Programa de acción y desde el primer momento lo llama “de Transición”. Es de transición porque los métodos que en él propone son sólo provisorios, en la búsqueda del objetivo final, que es la toma del poder por las masas obreras – por vías indefectiblemente violentas – la destrucción del Estado burgués-capitalista y la instauración de una Dictadura del Proletariado, que luego de un período más o menos prolongado, dará lugar a la “reconstrucción socialista de la sociedad”.

Para lograr ese “estado prerrevolucionario” en que las masas populares estén dispuestas al asalto al poder, los revolucionarios deben «agitarlas” utilizando para ello “reivindicaciones parciales”, que no son otra cosa que demandas populares insatisfechas, de distinta naturaleza, cuya exacerbación hará que el proletario se convenza de que es el sistema general el que no funciona y lo oprime.

Dicho en palabras de Trotsky:

“La tarea estratégica del próximo período – período pre-revolucionario de agitación, propaganda y organización – consiste en superar la contradicción entre la madurez de las condiciones objetivas de la revolución y la falta de madurez del proletariado y de su vanguardia (confusión y descorazonamiento de la vieja dirección, falta de experiencia de la joven). Es preciso ayudar a la masa, en el proceso de la lucha, a encontrar el puente entre sus reivindicaciones actuales y el programa de la revolución socialista. Este puente debe consistir en un sistema de reivindicaciones transitorias, partiendo de las condiciones actuales y de la conciencia actual de amplias capas de la clase obrera a una sola y misma conclusión: la conquista del poder por el proletariado.”

¿Cómo deben operar entonces, en la transición, los agentes revolucionarios? Lo explica uno de sus pensadores, Ernest Mandel, en su introducción de 1972 a una edición del “Programa”:

“Para que la conciencia de clase dé un salto cualitativo hacia adelante son necesarias luchas por objetivos transitorios, es decir, irrealizables dentro del marco del funcionamiento normal del régimen capitalista que desemboquen en una situación prerrevolucionaria, llegando incluso a la aparición de organismos de doble poder, para transformar, tanto en la práctica como en la conciencia de las masas, lo que todavía no son más que escaramuzas –aunque sean duras y masivas – entre el Capital y el Trabajo, en un asalto general del proletariado contra el Estado burgués y contra las relaciones de producción capitalistas, es necesario que aparezcan, junto a los sindicatos y los partidos, formas directas de autoorganización democrática de las luchas obreras, organismos de tipo soviético que prefiguren ese doble poder…

Los marxistas revolucionarios, tratando de inyectar en esas luchas la propaganda – y la agitación, cuando ello es posible – por reivindicaciones transitorias, juegan el verdadero papel de vanguardia histórica…”

El acceso de los revolucionarios a las instituciones del Estado

Estas “reivindicaciones transitorias” no deben perseguirse a través de las Instituciones de nuestro Estado Constitucional, sino que deben “agitarse” en la calle. El objetivo no es principalmente lograr lo que se reclama, sino producir el “estado prerrevolucionario” de las masas obreras. Para ello, como interpreta el propio Mandel, si la reivindicación es imposible, mejor aún, porque el estado burgués no logrará satisfacerla.

Hay otro motivo por el cual la solución de estas reivindicaciones no debe buscarse a través de las instituciones de nuestra Constitución, y es que el marxismo no sólo descree de su eficacia sino que considera que son el gran instrumento de dominación de una clase explotadora sobre una clase oprimida.

Aún así, en esta etapa de transición, los revolucionarios no deben desdeñar el acceso a las instituciones de la democracia burguesa. Pero si llegan a esas instituciones no es para hacerlas funcionar como tales, sino como megáfonos, como grandes tribunas para su tarea de agitación popular.

Lo dice el propio Manifiesto Político – Electoral 2013 del Frente de Izquierda, a pesar de ser un “documento transicional”, es decir un medio de propaganda que omite – tácticamente – expresar el propósito final:

“Utilizaremos la tribuna electoral para fortalecer la lucha, al servicio de las huelgas y la movilización extraparlamentaria en las calles de los trabajadores y la juventud, y como un medio para el objetivo estratégico de derrotar a los capitalistas y su Estado mediante la revolución social”.

Esta utilización de la institución parlamentaria para otra cosa que para buscar las soluciones ya la había explicado más extensamente uno de los máximos referentes del Partido Obrero, Jorge Altamira, en el año 2004, en su documento: “Tesis programática para la IV Internacional”:

“Aunque el parlamentarismo se encuentra desde hace largo tiempo en descomposición histórica y el gobierno real del Estado se encuentra en manos de un puñado de burócratas firmemente entrelazados con los principales trusts capitalistas, la participación parlamentaria (y, por lo tanto, las campañas electorales) es fundamental, incluso especialmente en un período de crisis de poder o pre-revolucionario. Esa participación debe servir no solamente para amplificar la agitación política cotidiana sino también como propaganda, o sea como educación política para la parte más militante de los trabajadores. La circunstancia de que el parlamento se haya convertido en la cobertura de la conspiración del Estado contra las masas (de ningún modo en su representación), refuerza la necesidad de la participación en él para proceder a un metódico trabajo de desenmascaramiento. Sin un trabajo revolucionario en el parlamento burgués es imposible hacer un trabajo realmente de masas…

… el parlamento debe ser usado como tribuna revolucionaria de propaganda, de agitación y también de organización. La experiencia demuestra que la presencia de los revolucionarios provoca en las masas un interés por el parlamentarismo que no existía con anterioridad. Esta expectativa constituye un paso hacia el agotamiento de las ilusiones en el parlamentarismo, que se encontraban soterradas. La presencia de parlamentarios revolucionarios incentiva la tendencia popular a poner al parlamento bajo «la presión de la calle», contribuyendo de este modo a que la acción directa pase a ocupar el plano principal de los métodos populares de lucha.…

La experiencia de las crisis y luchas recientes han enseñado que, en circunstancias como éstas, la consigna de la Asamblea Constituyente soberana podría desempeñar un gran papel político, entendida, primero, como un derrocamiento del parlamento y las instituciones ejecutivas nacionales y municipales cuestionadas por la «crisis representativa» y, segundo, como un vínculo al gobierno obrero y la dictadura del proletariado, si es impulsada a través de un programa de reivindicaciones transitorias de conjunto.”

Como puede verse, el Partido Obrero definitivamente no cree en nuestro Poder Legislativo. El acceso a las bancas es sólo un medio para fogonear esas “condiciones subjetivas” de las que hablábamos al principio: ese hartazgo de las clases populares, que ya han tomado conciencia de sí mismas y del único camino para su liberación: la toma del poder y la destrucción de la burguesía, del Estado como lo concebimos, y la implantación de la Dictadura del Proletariado. Para esto, el único camino posible es la lucha armada.

La inevitable lucha armada final

El carácter inevitable de la lucha armada final ya estaba claro en las palabras de Trotsky en 1938, pero uno podría suponer que se trata de expresiones vertidas en un contexto específico: vísperas de la segunda Guerra Mundial, ascenso del fascismo y el estalinismo, imperialismo occidental…

Veamos, sin embargo, qué dice Jorge Altamira en el año 2004, en las “Tesis” que cité arriba, y que fueron aprobadas por el XIV Congreso del Partido Obrero para ser elevadas al Congreso Mundial por la Refundación de la IV Internacional. Altamira reflexiona sobre qué pasaría si a través de elecciones democráticas los revolucionarios llegaran realmente al poder:

“El gobierno obrero que haya llegado al poder en la lucha por las reivindicaciones principales de los trabajadores y de la crisis política del Estado burgués, se confronta de inmediato con la oposición del conjunto de ese Estado, que representa la dictadura de clase de la burguesía. El gobierno obrero sólo puede representar, entonces, un breve interregno hacia la dictadura del proletariado. Su posibilidad de supervivencia depende del desarme de la burguesía y del armamento de la clase obrera, y de la expropiación de los pulpos capitalistas principales. Quienes, como el Secretariado Unificado, hablan de «poder obrero» pero se oponen a la dictadura del proletariado, simplemente no saben de qué están hablando. En realidad realizan un embuste conciente. Un «poder obrero» que se niegue al desarme de la burguesía y al armamento de las masas, no duraría nada.”

Conclusión

Es indudable que en nuestro país y en nuestra provincia es casi cínico hablar de justicia social. Es indudable que en nuestra sociedad no se ha logrado la igualdad de oportunidades. Que grandes sectores de la población se ven sumidos en la desesperanza y el desamparo. Que las Instituciones del Estado Constitucional de Derecho no han logrado todavía una democracia real. Hay responsables de eso.

El asunto es la salida. Cada elección es una posibilidad de avanzar hacia escalones mayores de calidad de nuestra democracia, nuestra política y nuestras instituciones.

Ojalá sirvan estas palabras para mostrar a algunos distraídos que el Partido Obrero no está buscando esa salida sino otra cosa. Para que no repitamos la historia.

Los documentos que aquí se citan pueden consultarse en los siguientes links:

http://www.marxistarkiv.se/espanol/clasicos/trotsky/programa_de_transicion.pdf http://crfiweb.org/es/node/257

http://prensa.po.org.ar/pdf/manifiesto_fit_2013.pdf

http://prensa.po.org.ar/edm/resolucion-sobre-las-tesis-programaticas/

– Por por Roque Ruda‏

1 COMENTARIO

  1. Marxismo, Lenninismo y Troskismo
    Las corrientes políticas que se originaron desde el pensamiento de Marx, Lennin o Troski no dieron los resultados esperados en los países que implementaron políticas desde estas. Quizás pueda recuperarse algunas cuestiones referentes a la economía y a los procesos sociales dialécticos (que no son necesariamente violentos). Pero pretender que la sociedad del siglo XXI, con sus avances tecnológicos, informáticos y socio políticos funcionen como aquellas del siglo XVII a principios del XX sería impostar una gran mentira. Sencillamente el hombre de aquellas épocas no es el hombre actual. Es imposible dejar de lado la mutación antropológica que se vive. Hoy el ser humano piensa, siente y hace cosas diferentes a las antañas, pero muy diferente. Las sociedades más atrasadas del planeta y debido a la globalización principalmente, no van a pasar por los procesos evolutivos de los pueblos occidentales, que es donde nace esta corriente venida del pensamiento de Marx.

    El PO tiene como núcleo de su pensamiento la justicia aplicada a la masa obrera…digamos a un tipo de trabajador que no se siente actualmente identificado con el PO, ya que quienes los votan no vienen de este núcleo social. Son votos en su mayoría de gente disconforme, muchas de ellas de los estratos pobres,dolidos por las injusticias y desde gran parte de la juventud que está cansada de la clase política que con tanta bajeza se marketingnea. Una clase política irrespetuosa del votante que con su palabrerío e imágenes producidas infravalora la racionalidad de las gentes manipulando no pocas veces sus sentimientos con impactos emocionales mentirosos.

    Decir que los votos para el PO son prestados es hacer la vista gorda a una realidad socio política que está mostrándose con esta señal. Los políticos actuales deben atender y descifrar el significado de este indicador. La democracia con el frecuente ejercicio crece y madura. El que pone el voto crece y madura en su ejercicio cívico el cual más que un ejercitarse es un hablar claramente a las dirigencias.

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