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domingo, noviembre 24, 2024

El suceso Sarah Bernhardt… ¡Que lo parió!

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Hace muy poco fui a ver “Oh Sarah” en el Salón Auditórium. Recordé en realidad, a una anciana mujer que solía contarme sobre las actrices, sobre las vidas atrapantes de algunas de ellas. ¡No puedo desaprovechar la oportunidad!-pensé. Me motivó la obra y el trabajo de la actriz Ana María Parodi. Luego leí un comentario de Rodolfo Ceballos en El Tribuno y escribí lo que sigue.

¿Qué fue a ver este hombre al teatro…? Me recuerda a esas personas que asisten a un gran espectáculo y se detienen a criticar el ruedo accidentalmente descosido de alguna corista, perdiéndose todo lo demás…

¿Qué esperaba? ¿Un libro de historia?… ¡Se perdió todo lo demás!!! Se perdió la danza que crea el movimiento entre el personaje y las luces… se perdió el costado humano con todos sus dolores y miserias… ese que duele detrás de las luces, los aplausos y el glamour de cada función… La vejez, que inexorablemente nos llega a todos, no importa cuán bellos y famosos o ricos, o pobres hayan sido… la soledad y el desamor también es para todos y especialmente para los más famosos. No vio el dolor de cada artista y detrás de él la ternura y el amor que hay que esconder para poder seguir adelante… Se lo perdió!!! … Yo no.

Su inquisidora mirada intelectual, no le permitió apreciar los conceptos ni el lugar desde el que se cuenta esta historia que lejos de ser una biografía histórica, según entendí, es un acercamiento a la intimidad.

Leo en el comentario “Parodi disimula el texto” pero escuché decir a la actriz “que lo parió” sin disimulo. No entiendo qué quiere decir Ceballos ni por qué lo dice.

Y leo «Pero algún deslizamiento surrealista escénico y otros hermetismos de representación quitan al personaje histórico de la comprensión presente.» Y… ¿qué quiere decir él con esta frase tan «hermética»? Hasta donde entiendo no vi nada surrealista y a mí no me impidió entender lo que el personaje dice en su presente que para los que vemos es el pasado.

Sarah, de lo que recuerdo y leí y me contaron, llegó al teatro accidentalmente y por necesidad, no por amor al arte… aunque con muchísima habilidad… Era una mujer que la peleó sola, prostituyéndose para poder alcanzar objetivos, para mantener un hijo como madre soltera en una época durísima. Lo recuerdo porque en el comentario de ese diario, dice que la esperaban tierna, y a una mujer con ese peso en la vida no la veo con blanduras y ternezas. Igualmente la verdad es el hecho teatral y no la verdad de la ficción.

Espero que el Señor Ceballos sea tan fuerte para leer mis comentarios y no se moleste, dado que escribo con la misma facilidad que él: me siento en mi PC y opino. La diferencia está en que no creo que nadie le tire de las orejas y le digan “por qué opinás así te lo vamos a descontar”. En cambio me parece que tantas personas que leyeron su comentario podrían pensar que no se trata de un buen teatro, lo que va en contra del trabajo de la gente que vive de eso. Hay que ser cuidadoso con las palabras. Elegantemente puedo escribir “comentario mal intencionado” para no decir que fue un comentario de mierda pero es mejor apelar al buen gusto. Buen gusto es una palabra con la que voy cerrando mi escrito en Salta 21, para definir esta “Sarah” que vi en Salta. Y estoy contento.

– Sarah Bernhardt, actriz de teatro y cine nacida el 23 de octubre de 1844 en París y fallecida el 26 de marzo de 1923 en París.

– Leer su biografía en

http://www.salta21.com/spip.php?breve2197

1 COMENTARIO

  1. El suceso Sarah Bernhardt… ¡Que lo parió!
    Al Señor Ricardo Rojas:
    Muchas Gracias por su comentario acerca de la Obra OH, SARAH.

    Le respondo con este comentario fundamentalmente porque no emite juicio de valor acerca de mi actuación en particular ni de la obra en general, salvo en el último párrafo, donde nos califica con «buen gusto» y dice estar contento; salir «contento» del teatro, es estar satisfecho como espectador y con la entrada que compró.

    Le agradezco la defensa que hace de nuestra genuina fuente de trabajo: Vivimos de y por el teatro y nos subimos a un escenario con el mayor respeto por nuestro trabajo y por nuestro público; hacemos lo que mejor sabemos y lo mejor que podemos. Nos ganamos la vida cuidando y amando nuestro trabajo, por eso valoro y agradezco sus palabras.

    Con las palabras se puede, al igual que con un cuchillo, cortar pan o quitar una vida. Sus palabras defienden nuestro pan. Nuestras palabras cortan el pan que ganamos con cada espectador contento.

    MUCHAS GRACIAS !!!

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