El yacimiento de Vaca Muerta, 30.000 kilómetros cuadrados llenos de gas y petróleo que son la esperanza de Argentina para romper sus ciclos de crisis recurrentes, está paralizado. La negociación con el FMI y la inminencia de un nuevo marco regulatorio demoran las inversiones.
La crisis económica, las negociaciones del gobierno de Alberto Fernández con el FMI y la promesa de un nuevo marco regulatorio para el sector congelaron nuevas inversiones. Las empresas trabajan apenas sobre mínimos, a la espera de un escenario que les garantice rentabilidad en largo plazo.
Gracias a Vaca Muerta, Argentina es el segundo país con más recursos de gas de esquisto y el cuarto en petróleo no convencional. Cuando el yacimiento se empezó a explotar en 2012, los argentinos se sintieron a las puertas de una Arabia Saudí latinoamericana. YPF, en aquel entonces recién expropiada a Repsol, se puso a la cabeza de las perforaciones. Hoy trabajan en Vaca Muerta grandes petroleras como Shell, ExxonMobil, Vista Oil&Gas, Chevrón y Total. El futuro es prometedor. La producción petrolífera ya ha rebasado los 100.000 barriles diarios y solamente se sentaron a las puertas de una Arabia Saudí latinoamericana. YPF, en aquel entonces recién expropiada a Repsol, se puso a la cabeza de las perforaciones. Hoy trabajan en Vaca Muerta grandes petroleras como Shell, ExxonMobil, Vista Oil&Gas, Chevrón y Total. El futuro es prometedor. La producción petrolífera ya ha rebasado los 100.000 barriles diarios y solamente se explota un 4% del yacimiento.
La producción creció sin parar desde aquel arranque auspicioso, hace ocho años. Los once bloques considerados más potentes, donde la actividad ya pasó de la exploración a la explotación plena, terminaron 2019 con números positivos. YPF y sus socios, que controlan la mitad de la producción, elevaron hasta los 67.600 barriles diarios su producción, un 20% más que en 2018. La producción de la angloholandesa Shell, que opera en tres áreas, creció el año pasado 72,5% y ExxonMobil subió 147%. Vista Oil&Gas, en tanto, incorporó el año pasado ocho pozos. Las cifras globales impactan, pero estuvieron lejos de los pronósticos iniciales, que esperaban el despegue definitivo del yacimiento.
¿Qué sucedió? Primero fue la acelerada depreciación del peso, que a partir de mediados de 2018 lastró los costos de una industria que paga todos sus insumos en dólares. Luego la situación se descompuso definitivamente en agosto de 2019, con las medidas de emergencia adoptadas por el gobierno de Mauricio Macri para evitar el colapso macroeconómico. El Ejecutivo congeló los precios del crudo y los combustibles en el mercado interno y obligó a las petroleras a cambiar sus dólares por pesos. “Ese fue el punto de inflexión. Las medidas generaron incertidumbre en las operadoras internacionales respecto de la previsibilidad del marco regulatorio. Hoy Vaca Muerta está en stand by”, resumió una fuente del sector petrolero.
Hacia finales de año, la crisis en Vaca Muerta ya era evidente. Según el sitio especializado Econojournal, durante el mes que siguió al congelamiento de precios de agosto la cantidad de equipos en operación cayó de 59 a 44. El año cerró además con una bajada en la cantidad de pozos perforados: 905, contra 1.030 de 2018. La situación de parálisis se saldó con 3.000 despidos y una creciente conflictividad sindical.
El mercado internacional tampoco ayuda. Desde el inicio del año, la crisis por la expansión del coronavirus fuera de China derrumbó el precio del barril de crudo Brent desde 66 hasta 50 dólares, una cifra que pone a la extracción mediante fracking,el sistema que se utiliza en Vaca Muerta y que es más caro que el tradicional, al límite de la rentabilidad.
La situación es tan delicada que hasta el Fondo Monetario Internacional (FMI) se interesó por los planes del Gobierno de Alberto Fernández para Vaca Muerta. La promesa de un nuevo marco regulatorio que dé previsibilidad a las inversiones está en las carpetas de YPF, bajo control del ministerio de Desarrollo Productivo, a cargo de Matías Kulfas. Los cambios deben salir por una ley del Congreso, pero los tiempos políticos de Argentina están hoy atentos a las negociaciones de deuda con el FMI y los acreedores privados. “Hay un entendimiento sobre el rol de la industria petrolera y qué pasa si no se resuelven los problemas. Pero está todo supeditado a la negociación macro de la deuda”, dice la misma fuente.
La importancia de Vaca Muerta es enorme para Argentina. Por eso la inquietud del FMI, interesado por saber de dónde saldrán los dólares con los que el país sudamericano promete honrar sus deudas. Gracias a Vaca Muerta, Argentina pasó de tener un déficit de energía de 6.900 millones de dólares en 2013 a casi alcanzar el equilibrio en 2019, por una caída interanual de 33% de las importaciones de combustibles y energía y una subida de 2,1% de las exportaciones, según datos de la oficina oficial de estadísticas (Indec). En enero de este año, sin embargo, el resultado exportador cayó 11,1%.
El sector tiene aún mucho camino por recorrer si pretende ser una fuente importante de divisas para Argentina. Hoy, las ventas al exterior de energía representan sólo el 6,5% de la torta exportadora, frente al 70% que suman las ventas de materias primas y las manufacturas agropecuarias. El proyecto oficial para impulsar a la industria petrolera está bajo llave en los despachos de YPF. Desde el Gobierno, en tanto, no dan detalles.
No todas las empresas, sin embargo, coinciden en que la prioridad es una nueva ley marco. En este contexto de emergencia, «necesitamos al menos que se garantice que el precio del barril criollo [en el mercado interno] no valdrá menos de 50 dólares. Y también acceso a divisas, que nos den certidumbres cuando debamos girar dividendos o conseguir dólares para inversiones. La ley trata temas impositivos y laborales que hoy no son una urgencia«, advierten desde otra compañía.
Las empresas esperan al menos condiciones que garanticen la competitividad frente a cuencas que se rigen por reglas del mercado, como un régimen de protección de divisas, estabilidad fiscal y un marco claro para la resolución de disputas. Y, sobre todo, estabilidad normativa para inversiones que son a muy largo plazo. “Se busca que no se repitan episodios como los de la anterior gestión, que pusieron en duda todas las reglas del juego”, dice otra fuente del sector. Mientras tanto, Vaca Muerta está en modo espera.
– El País