El público desbordó la Catedral Basílica local para oír los dos estrenos programados.
Salta, jueves 22 de 2012. Catedral Basílica. Solistas: Juan Eugenio Tiburcio (clarinete). Alberto Lepage (viola). Daniela Tabernig (soprano). Coro de la Universidad Católica de Salta. Orquesta Sinfónica de Salta. Director Maestro Jorge Lhez. Doble Concierto en mi menor op. 88 para clarinete, viola y orquesta de Max Bruch (1838-1920). Magnificat de John Rutter (1945). Ambas obras en condición de estreno para Salta Conmemoración del Día de la Música.
El concierto de Bruch, presentado de modo ortodoxo para clarinete y viola, tal como fue originalmente compuesto -se usa también violín y viola- de poco menos de veinte minutos, no tiene la relevancia y atractivo del trabajo compositivo mas conocido del autor como su Concierto para violín y orquesta. Sin embargo, éste, escrito para su hijo Max, notable clarinetista de la época, es una obra llamativa que aparece como escrita fuera de época en tanto no pertenece al grupo de composiciones destinadas al virtuosismo, como muchas de principios del siglo XX, sino que la idea central se basa en las posibles combinaciones tímbricas y melódicas de los solistas, con la orquesta de necesario marco sonoro para lucimiento de dos notables protagonistas, el clarinete solista de la orquesta Juan Eugenio Tiburcio, el violista cordobés Alberto Lepage, ambos ensamblados, de buen diálogo y efectiva ejecución, casi rozando lo inobjetable.
Si hasta aquí, el público que desbordó la Catedral Basílica local para oír los dos estrenos programados, mostraba su sensación de aprobación unánime, llegó la segunda sorpresa de la noche. Un Magníficat construido con oficio, con arte, con estudiada armadura por el compositor británico John Rutter, autor de no pocas páginas sacras, desconocido en nuestras tierras lo cual no fue obstáculo para despertar admiración. El Magníificat es una oración católica que se encuentra en el evangelio de Lucas 1 (46-55) que cuenta sobre la visita que María, madre de Jesús, hace a su prima Isabel para relatar cómo a partir de lo anunciado por el ángel Gabriel, llegará su amado Hijo y por tanto será bienaventurada por la gracia del Señor.
No podría haberse encontrado mejor lugar que el mayor templo salteño, el que con su misticismo sacro albergó una obra construida con inocultable oficio, con evidente sabiduría acerca del motivo básico de sus textos y su música. Un profundo análisis de John Bawden sobre esta hermosa obra, habla de las vinculaciones de compositores como Palestrina, Monteverdi, J.S. Bach, Mozart que impulsaron a Rutter a “los ritmos sincopados, enérgicos y melodías fuertes”. Como compositor deja, junto a otras páginas de su autoría, “su exquisito dominio para combinar la voz solista, el coro y una fantástica orquestación”. Este Magnificat tiene siete movimientos de diferentes texturas, significados, sonidos, etc. Luego de un vigoroso inicio, de ciertos rasgos latinos en el “Magnificat anima mea”, se ingresa en la belleza de la canción “Of a rose a lovely rose” donde se usa la imagen de la flor como alegoría de la Virgen. El tercer esquicio “Quia fecit mihi magna” muestra la imparable fuerza coro-orquesta lo que hace mas evidente el contraste con el wagneriano estilo de “Et misericordia” donde aparece la exquisita soprano santafecina -con formación en el Colón y en el exterior- Daniela Tabernig. Ella transita desde su registro grave en el inicio, hasta llegar a sus esplendidos agudos, románticos, tiernos y apasionados. En esta intervención y las siguientes se preocupa en brindar la idea de exaltación cristiana al relato de esta visita de la Virgen a su prima. El quinto espacio “Fecit potentian”, esta cargado de acordes disonantes y ritmos desafiantes y luego en el “Esurientes” establece las diferencias entre hambrientos y ricos para cerrar con la magnificencia sonora del “Gloria”.
Ya hablé de los solistas. El Coro de la UCASal, equilibrado, sólido, afinado, preciso y la conducción del Maestro Lhez fue lujosa. Como siempre detallista, de gesto claro, transmitiendo los diferentes caracteres de los distintos momentos, casi de memoria, sin batuta pero con enorme expresividad en sus manos. Sé que era, desde hace tiempo, su intención de estrenar en Salta esta notable composición. Tenía razón, se dio el gusto y nos regaló una conmemoración para no olvidar.