El poder: potencia de, potencia para, capacidad de realizar algo; facultad para ejercer alguna fuerza con determinado fin. El voto es poder. En estas elecciones el pueblo va a legitimizar poder a los diferentes políticos que se postulan para servir en la cosa pública.
Y aquí cabe la idea de que el poder es como una doncella que está en su etapa de fecundidad y de hecho dará frutos. Entonces el pueblo no es el imberbe inconsciente que actúa sin pensar y sin sentimiento, ni tampoco el poder es maldito, malvado o destructor en sí mismo (es un instrumento); en la casta política está la responsabilidad ética de administrar tremenda fuerza que se debe para el bien de la sociedad. El poder siempre existirá para el bien o para el mal, no tiene vida en sí mismo, es usado para tal o cual cuestión.
Ahora bien, la memoria, como acertadamente cita Maximiliano Mendoza en su escrito “La memoria, ¿camino a ser idiotas sociales o funcionales al poder?” a J.P.Sartre, dice este que es “la suma de nuestras acciones pasadas, y, por tanto, mintiendo a sí mismo es mentira acerca de nuestras acciones pasadas” . Y agregaría que esta es también suma de verdades del pasado y anhelos por venir, porque la misma memoria es como un trampolín que nos envía al futuro y por esto el gran acierto de indicar el peligro que significa perderla o simplemente no tenerla lúcida cuando tanto se la necesita.
Y aquí, prendido de la nota de Maximiliano, uno hace fuerza (y vamos sumando poder) para despejar de la consciencia del ciudadano el letargo y la anestesia que induce la sociedad de consumo en nuestras existencias, llevándola inclusive a valoraciones deplorables.
La historia que trae consigo como arremolinada la carga subjetiva -de los que la leen, la cuentan y la escriben- con las cargas objetivas de las verdades sucedidas, nos potencian en sabiduría para el ejercicio de la Democracia. El consciente colectivo -que es la expresión de nuestra identidad como Comunidad Nacional- está en permanente proceso de maduración y hace historia en el devenir de los tiempos.
Estas elecciones son también una gran oportunidad para hacer historia, gritándole con el VOTO a los candidatos que dejen de lado el “Marketing” electoralista y que en vez de prometer lo siempre prometido: salud, vivienda, seguridad, educación, lucha contra la droga, resguardo de la familia, trabajo, etc…, realmente trabajen por la dignidad de la persona y por el bien común, lo cual sólo se verá reflejado justamente cuando ya no existan más los caballitos de batalla discursivos de siempre.
¿Hace falta hacer notar que el ciudadano aporta a las arcas del Estado Nacional, Provincial y Municipal por donde se le pida? Entonces lo mínimo de tanto discurso y aparatería política es bregar por un eficiente bienestar común. Y así, como el voto “construye historia que la política no la destruya” (Maximiliano Mendoza) , y con esto quiero terminar apelando a todo el padrón electoral a participar de las elecciones que se nos vienen encima a toda velocidad y en vértigo no deseado, que tampoco se entiende el porqué, con esperanza renovada pero con astucia aguda.
– Nota relacionada:
La Memoria, ¿camino a ser idiotas sociales o funcionales al poder?
http://www.salta21.com/spip.php?article1914