Digo esto con el solo objetivo de que Jesús Ramón Vera sea absolutamente respetado en su memoria.
Nio tengo tiempo ahora, pero puedo sostener y ahondar cada una de las cosas que digo.
En torno a la polémica que se ha generado entre Juan Ahuerma, Antonio Gutiérrez, y en la que ha intervenido Idangel Betancourt, me veo en la obligación de decir:
– 1 ) Lo que dice Juan Ahuerma corre por su cuenta, y no voy a avalar ni contradecir una palabra de lo que él afirma.
– 2 ) Respecto a la respuesta de mi colega Antonio Gutiérrez, sí me veo en la obligación de aclarar algunas de sus afirmaciones, sobre un tema del que jamás hablé con nadie (ni con mi almohada) pues pertenecía al más absoluto secreto profesional, que guardo casi religiosamente. Pero ante la estremecedora muerte del poeta salteño Jesús Ramón Vera, y ante el ser invocado de una y otra manera por los que acá polemizan despiadadamente, me veo en la obligación de aclarar:
2.1. Dice Antonio Gutiérrez: «La versión que trasmite Juan Ahuerma ya había sido largamente vertida por el mismo poeta Jesús Ramón Vera en reiteradas oportunidades, inclusive en actos públicos en la Unsa y en otros ámbitos. Jamás salí a aclarar ni respondí a esas aseveraciones, que me denostaban, ni inicié acción judicial alguna, para no perjudicarlo. No es de buen gusto hablar ahora que Jesús Ramón Vera está muerto y no puede defenderse, pero la gravedad de las diatribas de Ahuerma me obligan a resguardar mi honor y mi buen nombre».
Pues debo decirle que sí, que debía haber aclarado y respondido esas aseveraciones, estando en vida y con posibilidad de defenderse Jesús Ramón Vera, y no ahora, pues efectivamente «no es de buen gusto (…) ahora que está muerto y no puede defenderse».
2.2. El examen que él le realizó en SIMELA al poeta y profesor de Letras Jesús Ramón Vera, realizado el 24 de marzo de 1998 e informado al día siguiente, efectivamente decía «Apto para el desempeño de sus tareas docentes», con clasificación «B», que significa «Apto con algún rasgo psicopatológico».
2.3. Cuando dice «Sí consigné en ese examen, como indicaba mi responsabilidad como psicólogo, y como cualquier psicólogo o psiquiatra lo hubiera hecho, que había tendencia al alcoholismo, pero que estaba en condiciones de trabajar como docente».
Debo aclarar que no decía que «había tendencia al alcoholismo» sino que decía «Antecedentes de alcoholismo crónico» y «Personalidad alcohólica». Y que esa caracterización y diagnóstico no puede haberla realizado en base a una entrevista de 5′ como me comentó en una entrevista en mi consultorio en junio de 1998 Jesús Ramón Vera (y le creí absoltuamente y me citó como testigo a una persona que no conozco, pero cuyo nombre anoté: «Patricia Torrejón, de EGB» según sus propias palabras) ni en base a tres respuestas del Rorschach, con tres láminas que parece haberle aplicado. Y que esa caracterización y diagnóstico, realmente contundentes y negativos, insisto, no puede haberlos realizado en base a una brevísima entrevista y elemental aplicación de una parte mínima de un test proyectivo, y por lo tanto los debe haber asentado en base a conocimientos reales o supuestos extra-entrevista, posiblemente de dimes y diretes de la fauna lugareña, lo que de ser así sería éticamente condenable y profesionalmente cuestionable.
2.4. Dice Antonio Gutiérrez: «A Jesús Ramón Vera se le asignó una clasificación totalmente corriente en los exámenes preocupacionales, que además no perjudica en nada a los examinados ni le obstaculizan su normal relación laboral. Hay muchísimas personas que concurren a centros de exámenes preocupacionales de todo el país (alrededor de un 30% de los concurrentes) que son clasificadas, en la parte médica, con APTO B, simplemente por padecer, por ejemplo, de algún grado de miopía, hipertensión arterial, gastritis, caries, pinzamiento lumbar, estrés, etc. Nadie hace jamás problemas ni cuestionamientos por ello, ya que no los perjudica ni en lo más mínimo, ni les impide trabajar normalmente.» Está claro que en su informe no aludía con «Apto B: Apto con algún rasgo psicopatológico» a «miopía, hipertensión arterial, gastritis, caries, pinzamiento lumbar, estrés, etc», sino a «Antecedentes de alcoholismo crónico. Personalidad alcohólica» que seguramente, para el cargo docente como el que aspiraba conservar y eventualmente ampliar Jesús Ramón Vera (era ya profesor en el Bespa de Cerrillos), muy probablemente lo hubiera perjudicado notablemente. Dice además «cualquier psicólogo de la ciudad lo hubiera hecho (diagnosticar «personalidad alcohólica» y «Antecedentes de alcoholismo crónico»). Afirmo rotundamente que ni Freud pudiera haber hecho esa caracterización y diagnóstico de personalidad en base a una brevísima entrevista y tres respuestas a unas manchas de tinta. Debo reiterar entonces que esa rotunda y negativa caracterización debe haber sido realizada en base a informaciones reales o falaces extra entrevista y/o directamente por «mala leche» como afirma Cereijido en su magnífico libro «Hacia una teoría general sobre los hijos de puta».
2.4.1. Sobre el tema del «diagnóstico» de «Personalidad alcohólica» y la afirmación «Antecedentes de alcoholismo crónico» debo decir que, ante mis preguntas a Jesús Ramón Vera sobre en qué aspectos de esa entrevista pensaba él que el colega podría haber emitido ese diagnóstico, textualmente me dijo (y lo digo bajo juramento) «En la entrevista ni nos miramos a los ojos. Me preguntó “Qué estado civil”. Dije “casado”. Y él puso “separado”. 5 minutos duró la entrevista. Patricia Torrejón, de EGB, es testigo. Me preguntó para qué era. Yo tenía ganas de mentirle: “Para trabajar en Cerámica del Norte” (porque le tengo desconfianza). Pero le dije la verdad.
“Ah, te recibiste. De qué…?”
“De Letras”.
“¿En dónde trabajás?”
“En el Bespa de Cerrillos».
Lo único que me preguntó es cómo me sentía yo de ánimo. Le dije que bien. Que tuve un bajón muy grande el anteaño pasado, cuando murió mi vieja.
“¿Vos tenías problemas con el alcoholismo, no?” me dijo. En realildad, yo con lo que siempre tuve problemas es con la poesía, no con el alcoholismo.
“Yo tomo como cualquier otro, en un brindis y cosas así”.le respondí.
“Vamos a pasar a la formalidad”dijo Gutiérrez.
Y me mostró unas láminas con manchas de tinta.»
2.5. Dice Antonio Gutiérrez: «En el caso de que Jesús Ramón Vera hubiera considerado perjudicial mi informe, estaba en todo su pleno derecho y en toda su libertad de romperlo y realizarse uno nuevo, que “no lo perjudicara”, en cualquier hospital o consultorio particular de Salta o donde él quisiera.»
Debo decir que fue exactamente lo que hizo, pero gracias a su desconfianza: Efectivamente, en SIMELA le dieron el informe en sobre cerrado, y le dijeron «Este sobre tiene que llegar tal cual a su trabajo”. Pero él lo abrió, porque como había padecido anteriiormente problemas en sus pulmones, tenía miedo que dijeran que no era apto por ello. Y se encontró con el susodicho informe que por supuesto no presentó, por temor (absolutamente razonable en mi opinión) que le hicieran problemas en el trabajo que ya tenía y/o que no pudiera aspirar a otros cargos. Es por eso que meses después se llegó a mi consultorio y me pidió que yo le hiciera el estudio, con la mayor de las objetividades que pudiera, y que él se prestaba a ello. Cosa que hice en varias entrevistas y el informe que presentó el poeta fue todo el apto físico del Simela, más el apto psicológico mío.
2.6. Dice Antonio Gutiérrez; «En realidad debo reconocer que cometí un grave error y fue examinar a Ramón Vera cuando bien podría cómodamente haberlo derivado o sugerido que se efectuara el examen en un hospital y desligarme así del problema. No lo hice quizá porque pensé que en un hospital podrían llegar a perjudicarlo con un diagnóstico. Y así me fue por comedido».
Efectivamente, el colega debiera haberse excusado de realizar él la entrevista y emitir ese (u otro ) informe, pero no por las razones que él aduce, sino porque había animosidad entre los dos desde hacía un buen tiempo.
Es público y notorio que habían tenido un fuerte enfrentamiento teórico en columnas del diario Eco del Norte, en 1992, en torno a «los poetas malditos», notas que fueron y vinieron entre junio y julio de 1992, y donde en una de las notas puede leerse que Antonio Gutiérrez dice:
«Debo llamar la atención sobre un defecto de la entrevista (de las entreivstas que Jesús RamónVera viene haciendo todos los domingos a los integrantes de la Generación del 60). Allí el entrevistador (¿será un rasgo del malditismo?) se entrevista a sí mismo y utiliza al entrevistado de simple pantalla para terminar diciendo lo que él quiere, esto es: desacreditando a todos aquellso que en literatura no pertenezcan a sí mismo ya que él no pertence a esa generación.. Este entrevistador-entrevistado, buen comedido, tal vez intenta usar a otros (¿u otros lo usan a él?) para producir un enfrentamiento con los escritores y o poetas posteriores a la Generación del ’60. Sin intencioes peyorativas tal vez sea necesario recordar que los esclavos en su intento de dejar de serlo, buscan mediante sus ofrendas y favores el reconocimiento de los amos. (…) Por últmo, debo agradecer al poeta Benjamín Toro y a su entrevistador-entrevistado Jesús RamónVera, el haberme dedicado toda una página del diario en el suplemento cultural del domingo 5 de julio. No creo merecer tanta deferencia» («El malditismo y sus avatares» por Antonio Ramón Gutiérrez, Eco del Norte, Salta, domingo 12 de julio de 1992).
Estimo que es más que evidente el grado de enfrentamiento y malquistamiento que había entre los poetas Antonio Ramón Gutiérrez y Jesús Ramón Vera. Por esta razón, y no por otra, el psicólogo debiera haberse excusado de haber realizado la entrevista y emitido ese informe (o cualquier otro). Ni ética ni técnicamente debiera haberse prestado a ello. Hoy, se están pagando las consecuencias de ese acto mal nacido.
Digo esto y puedo cuando se requiera ahondar y agregar cosas, con el solo objetivo de que Jesús Ramón Vera sea absolutamente respetado en su memoria.
– Lic. David Slodky
M. P. 078.