«El sorprendente traje de la novia” de la dramaturga salteña, Lila José, con dirección de Andrea Yacuzzi, dura exactamente 35 minutos. Fue presentada por el Grupo Candilejas el fin de semana pasado en el Centro Cultural Holver Martínez Borelli, en la XXVIIIª Muestra de Teatro Breve de Salta.
En el reducido tiempo de acción teatral pueden caber la risa, los emblemas caídos de la alcurnia social superada por el avance de las costumbres y, también, la misma era posmoderna del personaje Jazmín (Cecilia Flandorer), una joven campante que es nudo y desenlace de la comedia. Hay otras dos mujeres en la misma trama: Carmen (Alicia Dib), costurera que tiene que confeccionarle a Jazmín un traje de novia que no quiere usar pero exigido por su suegra Isabel (Jaqueline Minati), a la que rechaza.
La dirección de Yacuzzi es expectante para el público porque debe dar cuenta de la lectura doble del enredo familiar:boda dramática y acontecimiento lleno de ilusiones.
La dirección de Yacuzzi recreó el tino que puso José para satirizar a la clase social autosatisfecha, que aquí sobrevuela en varias escenas. Así logró trazar una órbita de expresión teatral en la que atrae a las tres actrices. Dib, enlazada a la comicidad disruptiva, Isabel, exagerando la fonética y la expresión corporal para mostrar cómo es la clase alta cuando se quedó en un pasado rococó e irrecuparable que elimina su presente y su futuro, y Jazmín, actual, llana, sin retorcimientos de formas. Jazmín es la que incrusta varias veces un pensamiento en la platea: «Especie que no se adapta, se extingue». Con esa frase contundente busca construir el efecto de realidad en la ficción de la obra. Es mensajera de una advertencia social y militante contra la moralina ambiente. Pero, como dice Jazmín que «los tiempos cambian», esta comedia pensada en la década del 70 sería un teatro de protesta social, hoy se podría discernir en una comedia de caracteres y algo más. Pero, siempre el teatro es catarsis de su época y pretexto para no dejar tranquila a la moral de las costumbres.
Los diálogos hilarantes y los principios éticos de los personajes se apropian del espectador y lo llevan a pensar -casi filosóficamente- sobre el asunto de los deberes que tiene cada uno cuando está en familia o en la vida. La actriz Flandorer (la novia Jazmín), oficia de «maestra de ceremonia» de esa reflexión, pero con desparpajo y con el dejo del filósofo Immanuel Kant cuando escribe sobre la metafísica de las costumbres. Kant creyó que no interesa cuál fin persigamos con nuestros actos, sino cómo buscamos alcanzarlo.
Flandorer juega su papel irónico, con soliloquios kantianos en voz alta y animosidad contra la suegra. En esta obra de equilibrio actoral y dirección con estrategia escénica para cada uno de los personajes, Flandorer sabe llegar al desenlace que tiene que producir con risas y más risas… Conoce perfectamente el camino que las otras dos actrices hacen escénicamente hacia ella, de manera que las tres acierten en el tono de la obra, en el uso del tiempo corto de la representación y en el efecto cómico y rápido que deben dar las palabras solemnes y no solemnes.
«El sorprendente traje de la novia» fue tatuada por Flandorer con el cómo actuó (otra vez Kant) en esta pieza teatral que pudo mostrar. Fue una mezcla de comediante satírica de costumbres e ideas. Ella señoreó creativamente en su protagonismo, lo disfrutó y nos regaló el pin del mensaje de la obra, idéntico en esencia a lo que pensó Charles Chaplin, actor de todos: «El tiempo es el mejor autor; siempre encuentra un final perfecto».
– El autor es Crítico teatral y Psicoanalista.
Enredo vestido de novia o cómo reirse de la costumbre
Gracias Romina por difundir la crítica teatral a «Sorprendente traje de novia». Tu compromiso con el teatro y tu generosidad personal, se destacan en este medio. Un gran abrazo. Rodolfo Ceballos