Alfredo Alcón falleció el viernes 11 de abril a los 84 años. Con una extensa trayectoria que incluye cine, teatro y televisión, logró ganarse un lugar de privilegio dentro de la cultura gracias a su enorme talento. Sus restos serán velados desde las 11 hs. en el Congreso Nacional.
El sábado 12 de abril a las 10.30 hs. sus restos serán despedidos en el Panteón de Actores del Cementerio de la Chacarita. Nuestro adiós y un eterno aplauso a uno de los máximos exponentes de las artes escénicas argentinas, que hizo de la generosidad y el respeto su modo de ser.
Nació el 3 de marzo de 1930 en el barrio porteño de Liniers. Su nombre completo era Alfredo Félix Alcón Riesco. Hijo único, descubrió de muy pequeño la pasión por la actuación. “Cuando los grandes dormían la siesta, me iba a la azotea y convertía las sábanas tendidas en togas. Supongo que era jugar al teatro, pero era una ceremonia inventada, secreta. Eran juegos ingenuos, muy míos, que ahora los puedo resignificar”, así recordaba Alfredo sus primeros acercamientos a lo que sería su destino profesional. De adolescente, estudió en la Escuela de Arte Dramático y uno de sus maestros fue Cunil Cabanellas.
El mismo Cabanellas colaboró, a través de una recomendación, para que Alfredo consiga su primer trabajo. Fue como locutor, transmitiendo las novedades del Mercado de Hacienda en la radio. Poco después, Alcón inició su carrera exclusivamente actoral. Reconoció al representante Rodolfo Goycochea como la persona que lo “encaminó” en su trabajo de actor. “Ese hombre fue un ángel que me regaló su fe”, afirmaba Alcón al recordarlo. Su humildad fue una de las marcas que dejó grabadas en quienes tuvieron el privilegio de trabajar con él o de contar con su amistad. “Siento que si crecí como actor fue porque la mirada del otro siempre fue mejor de lo que yo creía que era. Aún hoy me pasa”, expresaba.
Debutó en cine en 1955 junto a Zully Moreno, en la película “El amor nunca muere” de Luis César Amadori. En la pantalla grande, desarrolló una carrera exitosa, con memorables interpretaciones. Entre los títulos de los que participó se destacan “Nazareno Cruz y el Lobo”, “Boquitas Pintadas”, “La Pícara Soñadora”, “Un guapo del 900”, “Zafra”, “Martín Fierro”, “Los Siete Locos”, “El Santo de la Espada”, “Pubis Angelical”, “Últimas imágenes del naufragio”, “De eso no se habla”, “El Hijo de la Novia”, “Cohen vs. Rossi”, etc.
En teatro, se puso en la piel de los personajes escritos por los grandes autores universales, como Tennessee Williams, Federico García Lorca, Samuel Beckett, Arthur Miller y William Shakespeare. Algunos de los tantos espectáculos que protagonizó fueron “Los Reyes de la Risa”, “Muerte de un Viajante”, “Enrique IV”, “Filosofía de Vida”, “Las Variaciones Goldberg”, “La Tempestad”, “Los Caminos de Federico”, “Ricardo III”, “En la Soledad de los Campos de Algodón”, “Yerma”, “Las Brujas de Salem”, “Hamlet”. Su último trabajo en los escenarios fue en “Final de Partida”, junto a Joaquín Furriel, presentada en el Teatro San Martín.
La exquisitez de su oficio también quedó demostrada en la televisión, al participar de programas como “Locas de Amor”, “Herederos de una Venganza”, “Vulnerables”, “Operación Rescate”, “El Jardín de Venus”, “Romeo y Julieta”, “Hamlet”, “El Teleteatro de Alfredo Alcón”, “Por el nombre de Dios”, “Durmiendo con mi jefe”, entre otros.
Su labor trascendió fronteras. Realizó una carrera cinematográfica y teatral en España y fue reconocido en varios países de Latinoamérica. Por su trabajo y por su trayectoria, recibió centenares de premios y reconocimientos.
Nuestro aplauso de pie a un compañero que ejerció un liderazgo natural con su oficio, su talento y su humildad. De su exquisita presencia escénica emanaba un corazón sin par. Adiós a un grande.
Adiós Alfredo Alcón.
– Asociación Argentina de Actores (Bs. As.)
