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domingo, noviembre 24, 2024

Felipe Izcaray dirigirá la 5º Sinfonía de Bruckner

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El viernes 15 de mayo, a las 21.30, la Orquesta Sinfónica de Salta bajo la dirección del maestro Felipe Izcaray como invitado, interpretará en estreno para Salta, la Sinfonía Nº 5 en Si bemol mayor WAB 105 de Anton Bruckner. La velada tendrá lugar en el Teatro Provincial de Salta y las entradas pueden adquirirse en boletería del Teatro (Zuviría 70).

La Quinta Sinfonía fue compuesta entre el 14 de febrero de 1875 y el 16 de mayo de 1876. Bruckner inició una revisión a principios de 1877, que finalizó el 04 de enero de 1878. Franz Schalk dirigió el estreno el 08 de abril de 1894, en Graz.

Para Bruckner, la Quinta representó un avance importante tanto en lo estilístico como en lo técnico. Es su primera obra maestra incuestionable. Lo que en las sinfonías anteriores algunas veces parece afectado, con clisés o ampuloso, ahora está investido con un infalible poder emocional. Por primera vez Bruckner parece tener el pleno dominio de su ritmo lento, de sus pausas frecuentes, de las yuxtaposiciones de materiales diferentes y de la construcción en bloque.

Así que la sinfonía, a pesar de su extremada longitud, es ajustada y económica. La obra es una concepción unificada, en gran medida porque hay sugerencias que operan a todo lo largo de la sinfonía. La magnífica introducción lenta; por ejemplo,- ninguna otra sinfonía de Bruckner la tiene-, crea una tensión subyacente que se resuelve sólo en el final. La introducción presenta varias ideas independientes, rigurosamente separadas por silencios. Dichas ideas se niegan a encontrarse, a mezclarse o incluso a reconocerse mutuamente. Esta fragmentación resuena a lo largo de todo el primer movimiento, que está escalonado de modo similar. A medida que el movimiento avanza, las ideas se congelan, pero Bruckner evita cuidadosamente permitir que cualquier melodía se desarrolle completamente sin interrupción.

De esta manera, el carácter discontinuo de la introducción modela su influencia sobre el allegro posterior: el primer movimiento completo funciona como introducción a la sinfonía.

Esta situación es diferente de la sinfonía clásica típica, donde el primer movimiento, lejos de ser una introducción, es el centro de gravedad, el meollo emocional de la obra. Pero la Quinta de Bruckner es una «sinfonía final». Debido a que el primer movimiento es una introducción, nos vemos obligados a esperar hasta el último movimiento para descubrir el significado esencial de la obra y experimentar la resolución completa.

Bruckner sabía, antes de empezar a componer la Quinta Sinfonía, que era poco probable que se la ejecutara. Tenía razón respecto del futuro de la sinfonía. Tardó quince años en ser ejecutada y él nunca la escuchó. Sin embargo, el compositor era resistente. Simplemente continuó componiendo una sinfonía tras la otra.

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