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domingo, noviembre 24, 2024

Final de una gran temporada sinfónica

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El balance es positivo se mire desde donde se mire.

Salta, sábado 13 de diciembre de 2014. Teatro Provincial. Solista: Marcelo Balat (piano). Orquesta Sinfónica de Salta. Director Titular Maestro Jorge Lhez. Carl María von Weber (1786-1826) Obertura Oberón, J. 306. Frédéric Chopin (1810-1849) Concierto para piano y orquesta nº 1 en mi menor op. 11. Ludwig van Beethoven (1770-1827) Sinfonía nº 5 en do menor op.67.

Las autoridades del Ministerio de Cultura y Turismo, la Secretaría de Cultura, el Instituto de Música y Danza, el maestro Jorge Lhez, los integrantes de la Orquesta Sinfónica de Salta el público que a lo largo de la temporada 2014 ha concurrido a los conciertos, no pueden sentirse otra cosa que satisfechos por la labor desplegada a través de la temporada anual de la orquesta. Planificada con la debida antelación, con una muestra del muy buen nivel que tiene el grupo sinfónico local, con músicos invitados -directores, solistas, de fila, etc.- de elevada jerarquía, con repertorios donde, con sabiduría, se mezclaron las obras tradicionales con estrenos absolutos para Salta, con detalles cuidados como fechas, técnicos, elementos sonoros, vestuarios, personal de las diferentes áreas del ámbito cultural oficial, con una plausible entrega de sus integrantes, con una dirección teatral de primera categoría, con horarios y fechas cumplidas, con elección de otros escenarios adecuados a las obras interpretadas, es posible hablar de una aproximación importante al funcionamiento de los grandes organismos del mundo, constituyendo uno de los puntos de relevancia musical en nuestro país.

¿Que hubo aspectos a superar? Sin duda, como por ejemplo el piano que posee el teatro cuyo nivel decididamente no está a la altura de todo lo antedicho. Buceando seguramente encontraré otras circunstancias mejorables, pero el balance es positivo se mire desde donde se mire. Final de esta resumida introducción son las palabras del maestro Lhez que acaba de anticipar una temporada que conlleva no pocos desafíos artísticos y un alto nivel para festejar los primeros quince años del organismo que comenzó como un sueño lejano y hoy es una realidad para sentir orgullo.

El Concierto

Oberón es una ópera fantástica del romanticismo y cuando uso ese adjetivo lo hago pensando en la cantidad de antiguas leyendas de las tierras germanas que Weber capta con tanta exactitud. La música no puede ser más alemana en esta última ópera que compone el autor, ya enfermo al punto que no está en condicione de dirigir su estreno en el Covent Garden de Londres que por otra parte es la entidad que la encargó. Surge el delicado y cristalino acento de la trompa, serena pero al mismo tiempo rotunda en su fraseo, ya anuncia que la obertura se iba a decir con tranquila firmeza mostrando el indisimulable contraste de las dos secciones de la obra que anuncian los más importantes aspectos del imaginativo argumento. La interpretación mostró cierta liviandad como si el maestro hubiera buscado un apertura que no fuera tan pesada teniendo en cuenta que lo porvenis eran cuarenta minutos de Chopin y treinta de Beethoven. Objetivo logrado.

Chopin, un genio de los géneros breves, compuso solo seis obras para piano y orquesta. De ellas solo dos fueron conciertos para piano. El que lleva el número dos, está catalogado como op. 21 y el que lleva el número uno, está catalogado como el op. 11 pero lo curioso es que este último lo compuso después del que figura segundo. Problema de los editores originales. Ambos estan escritos entre sus 19 y 20 años. El de esta noche, es una obra extensa cargada de romanticismo -era la época- y ésta aseveración me viene oportuna para decir que mas que romántico, Chopin fue un nacionalista. Toda su música es polaca y ello quizás no haya sido deliberado sino que ese estilo le surgía de su notorio patriotismo.

El solista fue el joven y varias veces premiado pianista cordobés Marcelo Balat, ejecutante de alto nivel, que superó con conocimiento un piano por demás duro y pesado que fue el culpable de un desliz en la última escala de este primer esquicio y por tanto estuvo obligado a una interpretación virtuosa y con vigor pues el primer movimiento fue acompañado por una orquesta que exhibía demasiado volumen. El maestro Lhez se percató de ello y aprovechó cierta debilidad en la instrumentación para dejar el lucimiento musical en manos de Balat. A partir de allí apareció la ternura del Larghetto y el típico lenguaje chopiniano que el solista domina de modo protagónico.

El final del ciclo 2014 fue impresionante, conmovedor. La impactante Quinta Sinfonía de Beethoven. Sí, esa sinfonía que contiene el que tal vez sea el motivo más célebre de la música occidental. Tres corcheas y una negra aunque en el inicio se usan tres corcheas y una blanca. Una de las dos historias que circulan referentes a ese motivo tan conocido hablan del “rugiente trueno del tema del destino”. La segunda es que se trata de una historia de amor donde los protagonistas son ese famoso tema que representa al hombre, al compositor y la contraparte femenina es el pasaje entre los compases 63 al 93, dulce, suave, amable, la llamada “amada inmortal” para la cual hay varios nombres que podrían aspirar a ser nombradas de ese modo. Del desarrollo de ambos motivos surge el meollo central de esta sinfonía extraordinaria. La obra está llena de contrastes, ritmos cambiantes, intensidades diferentes, “tempi” distintos, tonalidades opuestas, diferencias siempre unidas por la existencia de esa célula rítmica tan especial.

El maestro Lhez la condujo sin partitura, llevando a la orquesta por el camino firme que busca y finalmente encuentra, el triunfo final. Aquí es el momento de señalar que advertí, con sorpresa, el cambio posicional de la cuerda, manteniendo la ubicación de los primeros violines. Debo confesar que el sonido, al menos en este repertorio, resultó más “envolvente” y los pasajes contrapuntísticos, fueron más claros. Tal vez ello justifique lo que digo a continuación. Hay muchos momentos y características para destacar pero me quedo con esa fuga del tercer movimiento entre los compases 141 y 160 dicha con asombrosa precisión como muestra de dónde está el arte, dónde está la belleza de la vida. Gran despedida.

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