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domingo, noviembre 24, 2024

Francisco Lahti: «Me moviliza el riesgo»

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«Cinco letras y un espacio (relatos en tiempos veloces)» es el libro de cuentos, monólogos y microrrelatos que el escritor y periodista, Francisco Lahti, presentará hoy a las 21 hs. en la Biblioteca Provincial de Salta (Avenida Belgrano 1002).

La presentación del libro del periodista nacido en Buenos Aires y radicado desde 2005 en San Juan, contará con la presencia de Cristina Idiarte y Abel Fleming.

Salta 21 entrevistó a Francisco – quien accedió gustosamente a hacer la nota- a pocas horas de su llegada a Salta, para conocer más de cerca su historia y su mundo literario y periodístico. «Cinco letras y un espacio – relatos en tiempos veloces» es su primer libro de relatos. Actualmente escribe en la sección Cultura de Diario El Zonda y colabora para diferentes medios gráficos nacionales e internacionales.

Francisco es un amante de la naturaleza, un apasionado de los libros y un buscador de la palabra.

Eliminando ripios: el ADN de la escritura

¿Qué situaciones viviste en el impenetrable?

– El choque literal entre la vida y la muerte. Sobreviven miles de chicos que sufren la pobreza estructural incluso de sus recursos naturales junto a sus familias que la pelean como pueden. Historias como la de La niña que sangra sola existen y eso es lo más triste. Sin embargo, a pesar de todo conservan su cultura a pesar de todo.
Hablando con ellos me di cuenta que no todo está perdido. Viví situaciones terribles en cuanto al manejo político que se hace de la pobreza y ellos siguen adelante. Me cambió la forma de pensar y me hizo recalcular mis prioridades.

¿Te inspirás en tus experiencias vitales para escribir?

– Muchas veces pueden ser un disparador y luego la historia se convierte en ficción por obra y magia de las licencias literarias. Por ejemplo, en un colectivo se producen decenas de historias al mismo tiempo y uno se puede quedar mirando, detenido en una en particular que le llama la atención. A veces, una imagen se convierte en historia Lahti2.jpgy en estos «tiempos veloces», a pesar de ellos, creo que todavía vale la pena contar una imagen con mil palabras, aunque si pueden ser menos, mejor, de ahí el boom actual de los microrrelatos. La vida (propia y ajena) inspira tanto que a veces no tengo tiempo para pensar situaciones imaginarias. Nunca me sentí cerca de la ciencia ficción, me atrae lo tangible, lo humano, el grotesco, lo que genera el amor y la locura, el «Aguafuerte» de Arlt, los caminos de Cortázar, el drama que se convierte en comedia.

Me encantan los microrrelatos, he leído mucho los de los salteños César Alurralde y Violeta Herrero, conozco los de Lucila Lastero, y ahora he conseguido leer un par de los tuyos. Que gusten tanto, ¿tiene que ver con los “tiempos veloces” o con cierta escritura inteligente?

– Creo que hay un poco de ambas. Cada vez hay más autores de microrrelatos y no es casual. La velocidad con la que se vive era impensable hace algunos años, sobretodo con el auge de las redes sociales donde todo lo que se escribe parece ser muy importante y publicable. Los microrrelatos serían como un tuiteo un poco más inteligente si se quiere. Y que sobrevivan en papel es un poco el contraataque de estos tiempos contra la inmediatez y la fugacidad del mundo digital que cuando lo intentás pensar, ya es tarde, ya pasó, ya no existe.

¿Se entrecruza en tus relatos el periodismo?

– Sí, es imposible mantenerlo a un lado. Es parte de mi ADN y la literatura fluyó a través del periodismo. Hay relatos donde se nota más que en otros. Los cinco sentidos del periodista (estar, ver, oír, compartir, pensar) que plantea Ryszard Kapuscinsk son muy aplicables a los relatos literarios. Considero que la realidad es demasiado rica como para caer obligadamente en la ficción. Me encanta cuando los generos se cruzan, se mezclan, así se enriquecen mutuamente.

Y en tus trabajos periodísticos, ¿hay literatura?

– También. La literatura enriquece al periodismo. A veces, tenés pocos datos y una simple descripción literaria puede dejar a un lector mucho más satisfecho. En otras ocasiones, los datos son tan fuertes y duros que hablan por sí mismos y la literatura queda oculta, con ganas, esperando la próxima nota. La literatura hace volar al periodismo y a mí me encanta volar, literalmente.

¿Qué se debe entender por una escritura sin ripios?

– Los ripios son palabras o versos inútiles que afean y entorpecen. Suelen introducirse en un poema para dar la medida o lograr una rima. A veces son versos enteros y otras más de uno para completar una estrofa, aún cuando carezca de sentido y buen gusto. En la prosa es igual, hay renglones enteros que son un ripio, que si se suprimen, hacen ganar belleza a la composición. Mi desafío es eliminar todos los ripios que pueda y eso lo hago a fuerza de lectura y relectura. Es un trabajo de pulidor literario que me lleva más trabajo que el acto de escribir en sí mismo.

¿Qué opinás de la crítica literaria? ¿Y de la crítica periodística?

– Cuando ambas son constructivas, bienvenidas sean. La crítica y la autocrítica permiten crecer, evolucionar. Criticar con el objetivo de construir y recibir la crítica sin enojos ni egocentrismos absurdos son rasgos que hablan de una sociedad madura. La intención es lo que privilegio.

¿Tus monólogos son humorísticos o dramáticos?

– El drama sin dudas prevalece. Pero hay momentos en los que se vuelve tan intenso que el humor ayuda a descomprimir esa trama. La risa actúa como una descarga en un contexto que no parece ser cierto de tan extremo. Por ejemplo, en «La mala praxis», se puede ver la intensidad psicológica de un personaje absolutamente obsesivo y compenetrado con su objeto de deseo y esa misma obsesión lo lleva por caminos irónicos, ruisueños que lo vuelven hasta incluso más humano y querible por momentos. Ya lo verán en la presentación.

¿Pensás realizar unipersonales o cómo encararías la puesta de los monólogos?

– En estos momentos, una actriz de San Juan ensaya uno de los monólogos para estrenarlo el año que viene. En las presentaciones del libro, ya se puede ver el tono e intensidad que tendrán, son como una pequeña síntesis de lo que vendrá próximamente ya con una puesta teatral.

Escribir para niños, ¿es más difícil?

– Mi hijo de cinco años es el mejor crítico en ese sentido. Mucho de lo escribo para público infantil es destruido de inmediato si él se aburre o me dice que no le gusta. Eso sí, cuando le agrada, sigo por ese camino. Es interesante, el parámetro que tienen los chicos a la hora de escuchar y criticar cuentos. No tienen filtro y eso a la hora de escribir, es fundamental.

¿Qué rasgos de la filosofía tomás para tus invenciones?

– La filosofía permite ahondar en caminos del conocimiento humano que no hacen a un área en particular sino que son capaces de abordar un conjunto. Me atraen los personajes que muestran una sola cara y encierran otras cien que vas descubriendo a lo largo de un relato. O viceversa. Hay algunos que parecen de lo más complejos y en realidad solo están escondidos detrás de una coraza y el lector los termina apreciando por su simpleza. La filosofía en general elimina cualquier prejuicio a la hora de la composición e incluso nos lleva a la importancia de la pregunta en lugar de la respuesta permanente y de que no hay verdades absolutas.

Personalmente pienso que alguien que ha conocido un manicomio conoce la tragedia humana, si bien los hospitales también están llenos de desgracia. Hoy las políticas tienden hacia la desmanicomialización. ¿Se ha humanizado el tratamiento a pacientes sociales? ¿Ha sido la solución la disminución de internaciones y las puertas abiertas? Antes, a muchos pacientes, se los depositaba o arrojaba en los neuropsiquiátricos, hoy ya no, hay más control pero hasta un adicto o un asesino es puesto en ese lugar. ¿Qué sacaste de positivo de lo que viviste allí?

– Las ganas de la gente por seguir viviendo a pesar de todo. Al final, de eso se trata, en cualquier situación. Incluso en los suicidas. Al encontrar de nuevo el impulso vital, se prende la luz, es automático y la medicación pasa a un segundo plano. Ahondar en esas búsquedas permite encontrar nuevas luces en uno mismo. Es una retroalimentación. Cada proyecto que nace en un neuropsiquiátrico es celebrable. La cultura no tiene límites ni puertas que la puedan reprimir por mucho tiempo, tarde o temprano fluye y se expande.

Según leí, te gusta la adrenalina…

– Sí, me gusta andar a caballo en la Cordillera, el paracaidimo, nadar en mar abierto. Me moviliza el riesgo, el contacto directo con la naturaleza. Intento que mi literatura también vaya por ahí, por esos confines que a veces el miedo impide transitar pero cuando lo hace, es incomparable.

¿Creés que leer hoy, es un acto de rebeldía?

– Sí, y mucho más cuando el soporte es el papel. En lo personal, por más que intente leer en formatos digitales, no hay nada como el aroma y lo tangible de las páginas de un diario o un libro que hace que las letras lleguen por más sentidos. Admiro a los que leen libros o diarios digitales o tablets y están en permanente cambio con tal de no perderse nada. Yo paso. No me obligo a tecnologizarme porque sí.

¿Qué expectativas tenés sobre la presentación de tu libro en Salta?

– No conozco Salta todavía pero ya siento que la quiero. Hay gente que estimo mucho allí y obviamnete hay mucha más que quisiera conocer y aunque no soy amante de las excusas, ¿qué mejor que la literatura, las empanadas y el vino para un encuentro de amigos y estimables desconocidos?

– Nota relacionada:

Hoy presentan Cuentos, Monólogos y Microrrelatos de Francisco Lahti

http://www.salta21.com/Hoy-presentan-Cuentos-Monologos-y.html

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