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lunes, mayo 19, 2025

Gracias por compartir: film sobre adictos en recuperación

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Stuart Blumberg, coguionista nominado al Oscar por Mi familia, presenta su ópera prima como director, basada en la historia de Adam, Mike y Neil, tres adictos en terapia colectiva.

«Gracias por compartir» (Thanks for sharing) intenta deslizarse por la comedia e incluso por la comedia romántica, pero se trata de un drama por la situación que atraviesa a los protagonistas que tratan de simplemente, encaminarse. No hay risa en demasía ni lágrimas por soltar. El tono gris no me molesta.

Adam (Mark Ruffalo) es adicto al sexo. Lo que en principio aparenta comicidad, se trata en verdad de un trastorno que le impide relacionarse de manera eficaz con las mujeres. Y todo lo que atañe a ciertos “rituales masculinos” como visitar páginas porno, pagar por sexo y tirarse a “todas” a costa de no poder reprimir el deseo carnal exacerbado. La infidelidad no cuenta porque Adam no puede establecer vínculos reales.

En línea similar, Neil (Josh Gad), adicto al sexo, manifiesta conductas pervertidas en contextos sociales, al punto de poner en riesgo su profesión de médico, a lo cual se agrega su creciente ansiedad y su consecuente obesidad.

Mike (Tim Robbins), el veterano del trío, alcohólico supuestamente rehabilitado, consejero de Adam, vive una situación familiar particular. Casado con Katie (Joely Richardson), su vida trasciende entre la terapia grupal y el vínculo amoroso con su mujer hasta que regresa a casa su hijo, Danny (Patrick Fugit), drogodependiente. ¿Puede Mike, en este presente, ayudar a su hijo como lo ha hecho con otras personas que dependen de él para su bienestar? ¿O significa un retroceso para él y una puesta en crisis de su mundo apenas estabilizado? El film da un giro con la intervención de Danny.

gracias.jpgY la presencia de Dede (Alicia Moore, la cantante “Pink”) levanta algunos puntos más la historia. En este caso es una mujer adicta al sexo. Su conmovedora historia se abre al grupo en la terapia y ese “Gracias por compartir” comienza a tener más sentido.

La vulnerabilidad de los protagonistas y esas cenizas que pueden volver a encenderse, mantienen en vilo al espectador. Volver a “caer” es muy posible y hasta humano. La vida es un minuto a minuto, un día a día, un construir a cada momento y una decisión permanente.

Adam conoce a Phoebe (Gwyneth Paltrow), ex enferma de cáncer. La mejor parte del encuentro es cuando ella reconoce que no es perfecta. En este vínculo recaen los prejuicios y el intento de juzgar al adicto y de sospechar de sus conductas al punto de perderse la confianza en el otro. Y qué tal si nadie está exento de vivir sin una obsesión. Qué tal si esa adicción es “sana”, pero adicción al fin. La dupla no muestra una fusión química. Creo que esto tiene que ver con el personaje que interpreta Paltrow, una mujer un tanto antipática a la que todo el mundo le cae mal, excepto Adam. La abrupta ruptura del romanticismo coloca al film lejos de las típicas comedias románticas idílicas. Phoebe pone en jaque a su compañero, quien está tratando de sentir amor en una relación sexual mientras ella, parece querer sólo placer.

La película no es pretenciosa ni hay que esperar más de lo que ofrece. Pero es un buen film que hace foco en las relaciones reales y en la necesidad de mirar al otro. A veces pensar que sos útil para alguien puede salvarte de tí mismo.

Gracias por compartir.

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