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miércoles, enero 1, 2025

Heath Quartet: La lucha entre perfección y espontaneidad

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El cuarteto está formado hace nueve años. No hubo bises. Este grupo camerístico reúne todas las condiciones que puedan esperarse de los notables cuartetos que presentó el Mozarteum local

Salta, miércoles 12 de octubre de 2011. Sala de la Fundación Salta. Heath Quartet: Oliver Heath y Ceris Jones (violines). Gary Pomeroy (viola). Christopher Murray (violonchelo). Cuarteto en si menor op. 33 nº 1 de Franz Joseph Haydn (1732-1809). Cuarteto nº 10 en Mi bemol mayor op. 74 “Cuarteto de las Arpas” de Ludwig van Beethoven (1770-1827). Cuarteto nº 13 en la menor D.804 “Rosamunda” de Franz Schubert (1797-1828). Ciclo del Mozarteum Argentino Filial Salta. Aforo 60%.

El cuarteto de cuerdas de esta noche, que lleva el nombre del primer violín, roza la perfección. Llegar a este punto no es nada fácil. Requiere horas, muchas horas de trabajo individual y de conjunto sobre todo. El grupo está formado hace nueve años y no sólo han cosechado premios por su labor, sino por ejemplo, tienen la agenda completa por lo menos hasta abril del 2012 lo que habla sin duda del reconocimiento público que merecen. Para el Mozarteum de Buenos Aires actuarán en los famosos Conciertos de Mediodía que se dan en la sala del Gran Rex, generalmente llena.

Sus músicos surgen del Royal Northern College of Music, lo que asegura la calidad de los ejecutantes. Y si no conociéramos el detalle, con solo escucharlos es suficiente. Y aquí aparece la dicotomía del título de la nota. El programa fue de interpretación irreprochable. Casi parecen un disco compacto puesto en el escenario y sin embargo, al menos en lo que mi me toca, un Haydn perfecto quizás no parece Haydn. El segundo movimiento “scherzo” tal vez requería no el error sino una expresión de mayor fantasía. Me pregunté si no sería yo el único que sentía esa falta emoción. Haydn es clásico, no romántico y sin embargo, como dice la Profesora Galíndez en sus notas de programa, ese primer cuarteto de los seis que integran el op. 33, pedía fluidez y justamente la perfección no dejó encontrarnos con esa fluidez.

Beethoven escribió el op.74 cuando vivía en el cuarto piso (hoy museo) del nº 6 de la calle Möller, en la denominada Casa Pasqualatti. La mención es porque en ella la producción bethoveniana fue enorme y su mal talante casi había desaparecido. Este cuarteto, a pesar de su carácter melancólico, es de una emotividad inocultable. Tiene un carácter reflexivo, como quien se detiene en un momento de relajación antes de acometer algo ms grande. Recuérdese que es contemporáneo nada menos que de esa belleza que es su 5º Concierto para piano llamado “El Emperador”. Su interpretación, estuvo cerca de ese espíritu que careció de rusticidades que por otra parte sus mecenas y su público no pedían del autor.

Finalmente llego el extenso cuarteto schubertiano. Es uno de sus últimos y muestran a un Schubert en una madurez compositiva como si supiera que pronto dejaría este mundo. De hecho, ya conocia su terminal enfermedad. Sus temas van desde la expresión doliente hasta la alegría del tercer movimiento, un valseado que a partir del ronco tema del violonchelo, se convierte en un momento sencillamente atractivo. Previamente hay un recuerdo a uno de sus famosos lieder, y también hay pasajes de su ballet “Rosamunda” para terminar con ideas de cierta rigidez militar. No hubo bises. Y debo confesar que la decisión me pareció excelente pues todos nos quedamos con esa perfección y hasta disimulamos esas pequeñas faltas que mencioné antes y que tienen que ver con las complejidades del espíritu humano.

No obstante lo mencionado antes, es preciso concluir, sin dudas, que este grupo camerístico reúne todas las condiciones que puedan esperarse de los notables cuartetos que presentó el Mozarteum local.

NdR: En el intermedio se descubrió una placa en homenaje a la Sra. Raquel González de Peñalva, nombre que a partir del 12 de octubre lleva la sala del Teatro La Fundación como magnífica iniciativa del Mozarteum en conjunto con La Fundación Salta. No sólo es atinado el homenaje sino que reviste una justeza irreprochable. Raquel fue una amiga de los periodistas que fundamos Salta 21, pero además, fundamental y trascendentalmente, fue una amiga de la Cultura salteña. Celebramos el gran acontecimiento. En la sala que lleva el nombre de Raquel, siempre flotará su espíritu. Romina Chávez Díaz.

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