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martes, noviembre 26, 2024

Humor sin fronteras: El Oficial Gordillo, un fenómeno de taquillas

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El sábado 23 de abril actuó en el Teatro del Huerto con dos funciones a sala llena. Miguel Martín, el popular Gordillo, publicó en su cuenta de Facebook que se presentaba en Salta y agotó las localidades en un abrir y cerrar de ojos para las dos funciones. No alcanzó a ser vista en ningún diario y su anuncio fue suficiente para autopromocionar “Gordi-Show”. Un verdadero fenómeno que arrasa con las boleterías del país.

Imbuida de la curiosidad, fui a ver el espectáculo (un agradecimiento a Clasadonte y Belluscio por su buena disposición). Cuando comenté que iba, muchos me confirmaron que se habían quedado sin poder conseguir las entradas. “Dichosa”– me decían. Una amiga me comenta “mi marido lo ama”. Gordillo es conocido por públicos de todas las edades, tal es así que una adolescente se da vueltas para contarle al resto quién era el susodicho: “es un policía que habla cagadas y te hace reír”. En efecto. Es la fórmula de su discursividad lingüísticamente incorrecta.

Su fama tiene mucho que ver con sus videos en you tube, sus apariciones en la tv tucumana y sus fragmentos en radio. Hacía una novela por Internet en la que encarnaba a El Etor, novio de La Eter (Gabriel Carreras) con la que rompieron récords de audiencia e incluso se presentaron en teatro. “República de Tucumán” y “Manyines tucumanos for export” cuentan entre sus espectáculos más sonados. El muchacho del éxito humorístico del momento, escribió artículos para La Gaceta durante el mundial de fútbol, todos con su característica comicidad.

Ni bien arranca el show dice “gracias salteños, agotaron las localidades, todo para venir a ver esta aca”. Y explota el teatro.

El humorista famaillense se deshace entre risas plañideras cuando ficcionaliza la historia de su infancia en la que padres, tías, abuelos y hermanos son personajes caricaturescos, focos de cuanta anécdota pueblerina halla el “polesía”.

Ahonda en el mito urbano de que los tucumanos son todos “gatos” y arranca cuanta carcajada esté disponible.

Canta “a lo perro”, según su propia publicidad en pantalla gigante, y como no deja de ser cierto, el humor se duplica en felices realismos.

Baila, tan graciosamente como cuenta, de manera que todo él, es un aparato de producir comicidad y de generar complicidad con el espectador.

“Padres eran los de antes”, causa regocijo por el contraste de la educación de antes y de ahora.

Gordillo es un verdadero norteño, con lenguaje propio y un distinguido rosario de historias típicamente nuestras. Su humor trasciende las fronteras, porque si bien es aclamado por la región, los porteños y cordobeses aplaudieron sus disparates.

En un fragmento de su espectáculo homenajea a los cómicos de los que dice, fueron sus maestros. Y agradece a su familia de quien aprendió todo el humor.

Que “haiga” este tipo de shows, alienta a las multitudes que claman mayor espontaneidad en las humoradas, mejor caracterización de personajes cómicos y más alegrías para compartir. Verdaderamente desopilante.

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