Independencia gay: «los putos también tenemos derechos»

(Enviado especial) En medio de una guerra santa -en la que jerarcas de la iglesia católica los acusan de querer destruir la nación y la familia tradicional- lesbianas, gays y travestis celebraron en Tucumán la diversidad sexual.

«Los putos también tenemos derechos» fue la réplica a Bergoglio en la fiesta de la Independencia Gay que coronó a Minerva, drag queen de Mendoza, como nueva soberana nacional.

Tras el impresionante desfile del viernes en el parque 9 de Julio -en el que la joven artista descendiente de wichis voló sobre el palco presidencial simbolizando a una Argentina libre y feliz- la fiesta siguió en la Plaza Independencia con un Charly fantasmal -con su carisma intacto pero casi sin voz- cantando el tema «Rezo por vos», dedicado a Gustavo Ceratti. Antes, y por un milagro de la tecnología la Negra Sosa volvió con su garganta espléndida para cantar junto a Teresa Parodi y Víctor Heredia. El sábado, con menos gente, fue el turno de la Bomba Tucumana y el Chaqueño Palavecino.

¡Kristina tiene que parar con el botox!, vista a 20 metros su cara hinchada pierde expresión natural y parece el rostro inexpresivo de una muñeca inflable. Pero las neuronas le funcionan bien. No fue al Tedeum y le advirtió claramente al cardenal primado que en la República Argentina las minorías también tienen derechos. Tucumán no es gobernada por el Opus Dei: tiene un gobernador judío y sólo por eso es difícil que hoy se aliente el fascismo ultracatólico desde la cumbre del poder provincial. Pero Alperovich tiene otra estrategia y apela a una ironía amigable que conserva las formas. Va al Tedeum, dice que está acostumbrado a las críticas de los obispos, que las escucha, que las tiene en cuenta…

Un taxista lo acusa de haber metido a su padre don León Alperovich en un geriátrico y de encabezar un gobierno corrupto que coopta a la justicia para frenar causas penales que deberían llevarlo a la cárcel. Pero la mayoría de la gente parece estar conforme con su gobierno, dicen que hace obras, que administra bien, que la cosa se mueve.

En la madrugada del sábado y del domingo las presuntas víctimas de la guerra santa lanzada por la iglesia se agolpan en los tres boliches gays de la ciudad: Dios los Cría (onda popular), Club Mix-One (de alto nivel con jóvenes que parecen salidos de la serie Queer as folk) y Diva, el más tradicional pero hoy por hoy un tanto en declive.

En DLC comienza a las 3 de la madrugada del sábado la presentación de las candidatas al trono de Drag Queen nacional. Una voz en off explica que la Drag Queen no es una travesti sino un hombre «simil mujer». De hecho lo que se ve es que la producción recargada de atuendos contrasta con una figura masculina estilizada y una tras otra van desarrollando en el escenario su show. La representante salteña hace un buen papel de morocha norteña un tanto misteriosa y gatúbela, pero la superioridad de la mendocina es evidente y finalmente es coronada como la nueva soberana Drag Queen nacional bajo el nombre artístico de «Minerva». Al terminar la ceremonia la conductora lanza la consigna que recuerda que la comunidad gay está envuelta en una guerra santa con los sectores más conservadores de la iglesia católica. «Tenemos que luchar por el matrimonio gay, porque los putos también tenemos derechos».

En la madrugada del domingo en DLC es la fiesta de la Independencia Gay y se elige a la reina gay del país. Pero nos advierten que tenemos que ir al boliche One, porque es el mejor. Vamos y encontramos un microclima que más que homosexual parece metrosexual. Belleza, estilo y un toque snob en un ambiente «top» de la movida nocturna gay del norte del país. Aquí parece que la respuesta más adecuada a la guerra santa es bailar, pasarla bien, tomar un trago y olvidarse de los quehaceres cotidianos de los días de semana. Clase media y media alta, se adivina una mayoría de universitarios y jóvenes trabajadores o profesionales de 20 a 30. Más varones que mujeres. ¿O mejor dicho más gays que lesbianas? Acá no parece haber dudas ni cuestionamientos. Todos parecen estar viviendo en el centro de una película, las luces y la música crean un mundo irreal y seductor. La mayoría es de Tucumán, pero algunos vienen de Salta, Jujuy, Santiago, Catamarca.

Difícil que los congresales de 1816 hayan imaginado esto. Independencia gay en la tierra donde se firmó el acta que rompió las cadenas con España. Pero otra cadena más poderosa y sutil nunca se rompió. La que nos somete a los dogmas siniestros de la iglesia católica. Y esto es algo que la guerra santa lanzada contra las minorías sexuales hoy pone en evidencia.

– Nota relacionada:

Matrimonio gay: «La salteñidad al palo»

http://www.salta21.com/Matrimonio-gay-La-saltenidad-al.html