Se trata de un espectáculo destinado a los niños que marca un hito muy importante para Salta: es un musical de gran nivel artístico con canciones nada menos que de María Elena Walsh, con las que han crecido tantas generaciones de argentinos, pero absolutamente resignificadas (con arreglos de Franco y Nahuel Díaz). Instrumentos musicales autóctonos y ritmos pegadizos, sumado a los colores, el buen diseño de vestuario y escenografía (de Julia Di Blasi y Valentina Remenik), las afinadas voces y una historia extraordinaria (Juan Bautista Carreras) son las claves para el éxito de esta magnífica puesta producida por Guillermo Clasadonte.
En Casa de la Cultura, dentro del marco del ciclo “Cultura a la vista”, un especial de invierno cuya programación es variada durante las vacaciones de julio, se presenta cada tarde «Un viaje al país de Nomeacuerdo».
Este “viaje” simboliza un recorrido por el ser que habita en nuestro interior, necesitado de pruebas mundanas que de a poco, se van perdiendo cuando la imaginación opera este universo de seres encantadores, dinámicos, movedizos, alegres; ágiles personajillos que fascinan en todo sentido por sus estupendas voces y aceitadas coreografías (Daniel García Alcázar). Hablo de los Yuhus: Ramírez, Martínez, Gutiérrez y González, casi casi como el vecino de uno en el mundo real; hablo de Salvador y de Oui Oui; pero fundamentalmente de quienes están debajo de la piel de estos seres walshianos: José García Alcázar, Romanella Masciarelli, Mauricio Guzmán Saiz, Luciana Gómez Teruel, Emanuel Miranda, Macarena Reale Portelli, Rodrigo Cebrián y Pía Tobío Costas (por función son seis artistas). No solamente cantan y bailan con gran destreza, sino que atrapan a todo el público de todas las edades y a los más “bajitos” porque muestran su lado luminoso, esa angelicalidad que se logra pocas veces cuando se trata de arte.
Gran acierto de la directora Luciana Gómez Teruel a la cabeza del elenco de La Auténtica, quien pudo ensamblar armónicamente cada escena y mostrar un show que apela a lo sensorial puesto que permite degustar finas canciones versionadas en ritmos “de moda” como el reggaetón o la cumbia, el rap o el bolero, sin perder la exquisita fragancia sonora que les dio origen. Visualmente atrapante.
De arranque, te subís imaginariamente a un tren para llegar al País “encantado” de “Nomeacuerdo”. Este viaje hacia el fondo de tu ser, es piloteado por Oui Oui, interpretada por una gran Romanella Masciarelli, quien logrará que un señor muy aseñorado de nombre Salvador, encarnado por el talentoso José García, deje de “marcar” agenda y simplemente “vuele”. En ese vuelo, encontrará un mundo fascinante y perdido ante sus ojos, un mundo de inspiración surrealista. García se luce en este espectáculo y logra un mayor crecimiento artístico con respecto a otros musicales en los que participó.
La genialidad de M. E. Walsh con El reino del revés, Canción de la reina batata, Canción de tomar el té, y El show del perro salchicha, entre otras, completan y hasta desbordan este viaje que todos asumimos como mágico. Lo lúdico es inevitablemente un espacio ganado. Jugar a ser, jugar a creer, hasta jugar a enamorarse, rompe el esquema de lo virtual a través de la tecnología y apuesta por poner el cuerpo como artífice de su propia creatividad. Crear con el cuerpo, crear con la mente, crear con el alma, son las premisas de este arte escénico.
Cada vuelta por “Nomeacuerdo” es un viaje increíble y placentero en el que no te acordás nunca nunca nunca de tus problemas. No se trata de “ver” sino de “sentir”, esta es la búsqueda que se propone cuando ingresás con tu equipaje, abordás el tren y ya no me acuerdo de nada que no te permita sonreír, cantar y bailar. El teatro es como la vida, todo es una cuestión de actitud.
Recomendado desde 0 a 99 años. Si tenés los 100… es porque sos uno más de “Nomeacuerdo”, ese país de novela que sucede en tu propia mente.
Posdata: “Eres el mar y la orilla segura porque el único viaje es el amor.” María Elena Walsh, en “El viaje”
– Fotos tomadas por Salta 21