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domingo, noviembre 24, 2024

Jornada histórica en Brasil: Lula ya está preso en su celda de Curitiba

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El Partido de los Trabajadores anunció protestas para reclamar su liberación. El exmandatario estará en una celda de 15 metros cuadrados y tendrá restricciones para recibir visitas. Fue condenado por cargos de corrupción en la megacausa Lava Jato, que salpica a la clase política brasileña.

El expresidente de Brasil Luiz Inácio Lula da Silva ya está recluido en una celda policial para cumplir su condena de 12 años y un mes por cargos de corrupción y lavado de dinero, en el final de una extensa jornada, cargada de tensión, luego de que los militantes de su partido bloquearon la salida del sindicato donde se refugiaba para evitar que se entregue a la Justicia.

Tras casi 48 horas acuartelado en el Sindicato de Metalúrgicos, en la periferia paulista, en el que inició su carrera política y 26 horas después de vencido el plazo dado por la Justicia para entregarse, Lula tuvo dificultades para eludir a los militantes que querían impedir su entrega.

Esta mañana Lula anunció que acataría la decisión del juez Sérgio Moro en un encendido discurso ante una multitud donde afirmó que «no tengo miedo, voy a demostrar que soy inocente» y aseguró que «no perdono (a la Justicia brasileña) por haberle dicho a la sociedad que soy un ladrón»,

Al promediar la tarde, el exmandatario, junto a su abogado, estaba en un auto que se disponía a abandonar el Sindicato de los Metalúrgicos para entregarse a la Policía pero enfrentó una masa humana de militantes del Partido de los Trabajadores (PT) que no le permitió moverse, por lo que salió del vehículo y se dirigió nuevamente al interior del edificio.

La multitud, que desde el jueves pasado rodeó el edificio, se fue reduciendo desde que Lula anunciara esta mañana en un encendido discurso que se entregaría para comenzar a cumplir su condena, pero tras el intento fallido de dejar el sindicato aún permanecían en los alrededores varios cientos de personas, según mostraron cadenas de televisión locales.

Ya por la noche y luego de que el PT exigiera a sus militantes que liberaran la salida de Lula y de que la Policía realizara un ultimátum el expresidente pudo entregarse.

En medio de empujones y forcejeos entre los responsables de la seguridad de Lula y los militantes el exmandatario finalmente salió a pie y recorrió cerca de 100 metros, rodeado por policías hasta un vehículo de la Policía Federal que lo esperaba en las inmediaciones, reportó la agencia de noticias EFE.

El convoy policial que recogió a Lula se dirigió a la sede de la Policía Federal de San Pablo tuvo que reducir su marcha al llegar por la aproximación de centenas de manifestantes, entre partidarios y opositores.

Los vehículos prácticamente tuvieron que parar en el portón de la instalación policial por la aproximación de manifestantes, algunos gritando su apoyo al considerado líder más carismático de Brasil y otros festejando su detención.

Tras la entrada de los vehículos, la Policía tuvo que separar ambos grupos para impedir los enfrentamientos.

En su mayoría, los manifestantes eran detractores del líder socialista y festejaron su encarcelamiento sacudiendo una enorme bandera de Brasil y arrojando fuegos de artificio.

Lula fue sometido a un examen físico en la sede policial antes de ser trasladado en helicóptero al aeropuerto paulista de Congonhas desde donde fue llevado en avioneta a Curitiba donde lo espera una celda especial de 15 metros cuadrados que fue adaptada en la sede de esa misma institución.

En Curitiba, un nutrido operativo policial espera la llegada de Lula, donde está tarde simpatizantes y detractores del ex presidente han protagonizado escenas de tensión e incidentes entre detractores y partidarios del político nacido hace 72 años en Pernambuco, en el nordeste de Brasil.

Desde que se conoció la intención del ex mandatario, cientos de simpatizantes se han reunido frente a la sede policial.

Esa «sala especial» reservada para él solo tiene 15 metros cuadrados, se ubica en el cuarto piso de la sede y ha sido habilitada en virtud de su condición de exmandatario.

La Policía indicó además que el líder del Partido de los Trabajadores solo podrá recibir visitas los miércoles de sus familiares más próximos, mientras que el resto necesitará una autorización judicial.

En la sede de la Policía Federal de Curitiba se encuentran 20 detenidos, siete de ellos por el caso Petrobras, el gigantesco escándalo de corrupción destapado en el seno de la petrolera estatal por el que ha sido condenado Lula, además de otros importantes políticos y empresarios.

El auto de prisión contra Lula fue dictado el pasado jueves por el juez federal Sérgio Moro, responsable por su caso y quien le dio plazo para la entrega hasta la tarde de ayer.

Lula fue condenado en enero en segunda instancia a 12 años y un mes de prisión por cargos de corrupción en el contexto del Lava Jato, una megacausa que salpica a casi toda la clase política brasileña.

La Justicia rechazó varios recursos de su defensa para evitar una orden de arresto, aunque los abogados de Lula sostienen que aún no se agotaron todas las instancias, y por lo tanto esta orden de arresto les resulta arbitraria.

El discurso de Lula

En la sede del Sindicato de Metarlúrgicos del ABC, en la ciudad São Bernardo do Campo de San Pablo y frente a una multitud que lo acompañaba a una misa en memoria de su esposa Marisa Leticia, quien murió el año pasado, el dirigente de 72 años había anticipado que iba a cumplir «con el mandato de prisión».

«Tuve chance de irme a Uruguay (pedir asilo político). Me decían que lo haga. Que fuera a la embajada de Bolivia, de Uruguay, de Rusia. Dije que esto no lo acepto. Voy a cumplir el mandato. No estoy escondido. Voy a presentarme en las barbas de ellos. Yo no me escondo», sentenció el ex jefe de Estado.

«Soy el único ser humano procesado por un departamento que no es mío», dijo y agregó: «Tengo la conciencia tranquila».

Luego señaló: «No tengo miedo de ellos… Me gustaría debatir con el juez Moro, que me mostrase una prueba».

«Me gustaría que pruebe cuál es el crimen que cometí en el país. Si fue por el crimen de poner a los pobres en las universidades, quiero decirles que voy a continuar siendo un criminal en este país», lanzó ante un público que celebró con aplausos y gritos cada frase del expresidente.

«Soy un ciudadano indignado. Estoy viviendo el momento de más indignación que se puede vivir», afirmó.

En un escenario en el que estaban la ex jefa de Estado Dilma Rousseff y otros referentes políticos del Partido de los Trabajadores, Lula señaló que no está “encima de la Justicia”.

“No habría propuesto una revolución en este país si no creyera en la Justicia. Pero creo en la Justicia justa, que se basa en elementos reales; no en un Power Point que sirvió a un fiscal para decir en la televisión que el PT es una banda delictiva y que yo era el jefe», siguió el exmandatario.

«La prensa no se da cuenta que cuanto más me atacan, más crece mi relación con el pueblo brasileño«, enfatizó.

También remarcó que la decisión es política para evitar que se presente en las elecciones presidenciales de este año.

“No puedo aceptar que se diga que el PT es una organización criminal que nació para robarle a Brasil. Un ladrón no estaría pidiendo pruebas… No quieren que Lula se presente a las elecciones. No quieren que Lula regrese”, enfatizó casi sin voz y visiblemente conmovido.

Sobre este punto enunció que durante los mandatos de sus partidos, «los pobres han podido comprar autos, viajar en avión” y agregó “si ese es el crimen que cometí yo continuaré siendo, entonces, un criminal en este país».

En ese hilo se definió como «un constructor de sueños».

“Soñé que es posible gobernar este país y ayudar a millones de personas a participar en la economía y creando millones de trabajos en este país. Soñaba que era posible que un metalúrgico estudie en la universidad. Yo soñaba que era posible disminuir la tasa de mortalidad infantil”, dijo ante la multitud que lo vivaba de manera constante.

También remarcó que no está en contra de la operación Lava Jato sino que “tienen que atrapar a los culpables”.

El exmandatario fue más allá sobre su propio rol: «No tiene sentido que crean que van a frenarme. Yo no voy a parar porque no soy un ser humano, soy una idea», dijo.

La misa se realizó en la puerta del sindicato donde Lula estuvo alojado luego de que el magistrado Sergio Moro ordenara su detención.

La ceremonia comenzó alrededor de las 10.40 de la mañana, casi una hora después del horario previsto. El exmandatario, de remera azul oscuro, fue aclamado por sus seguidores al subir al escenario, al grito de «¡Lula, guerrero del pueblo brasileño!».

Fue acompañado, entre otras figuras, por la expresidenta Dilma Rousseff, destituida en mayo de 2016.

Precisamente a ella le agradeció su apoyo. «Fue la persona que me dio la tranquilidad de hacer casi todo lo que conseguí hacer en la Presidencia», señaló.

Uno de los sacerdotes que encabezó la misa explicó que el inicio se había demorado por «problemas técnicos».

«¡El pueblo unido jamás será vencido!», «¡No se entrega!» y «¡Lula libre!» cantaba la multitud enfervorizada en una misa convertida en acto político, con música y diversos oradores.

Casi en simultáneo, el juez Edson Fachin, relator de la causa Lava Jato del Supremo Tribunal Federal (STF), rechazó el último recurso de habeas corpus que había presentado la defensa del expresidente para suspender la orden de prisión decretada por Moro.

– Iprofesional

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