Con texto de María Elena Sardi y adaptación del director Joaquín Bonet, anoche en el Teatro del Huerto, presenciamos una obra de teatro que revisa la primera huelga de trabajadoras argentinas. Se abre el telón y entramos a un recinto ambientado en una lavandería de lanas, ubicada en la ciudad de Avellaneda. A 109 años de la huelga de 1904 no cambió la injusticia social.
De cosmovisión realista, “Las obreras” cumple un papel estético y ético. Desde la dramaturgia, la autora se propone hacer conciente la verdadera naturaleza de esa realidad que muestra. El realismo parte de la idea de que sólo podemos modificar aquello que entendemos plenamente.
La obra presentada por el Teatro Nacional Cervantes combina los conflictos provocados por la llegada de una enorme masa de inmigrantes a finales del siglo XIX y la precariedad laboral a la que son sometidas las mujeres principalmente, tanto inmigrantes como ciudadanas. El mundo, el universo que recrea la obra, se ha convertido en una verdadera Babel: en los ámbitos de trabajo la mezcla de lenguajes provoca la incomunicación pero al mismo tiempo, las mujeres son incomprendidas por el patrón capitalista. De manera que las trabajadoras entre sí, y ellas y el empleador, hablan distintos lenguajes. Las obreras han perdido su lugar en el mundo. El desarraigo es conducido por la injusticia social, el temor al desamparo, el maltrato ejercido en los lugares de trabajo, la falta de legitimidad de los derechos laborales, el temor a ser expulsadas del territorio y la falsa moral ejercida contra las madres solteras. La miseria económica y la violencia política son fuente de infelicidad y conflicto.
En estos tipos sociales -de corte discepolianos- abarcados por los personajes femeninos, están las vicisitudes de la mayoría de los trabajadores argentinos: bajos salarios y explotación.
Luisa Kuliok en el papel de Luisa y Mónica Santibáñez en el de Delegada, encabezan el elenco que se completa con trabajadores afiliados a los sindicatos que integran la Mesa Intersindical de Cultura Néstor Kirchner, de la CGT, y que son: Susana Giannone, María Nydia Ursi-Ducó, Karina Iazurlo, Patricia Gil, Cali Mallo y Pablo Rodríguez Albi Sala.
Kuliok se lleva el protagónico y aunque no se trata de la típica heroína de la historia, Luisa es una mujer valiente que cambia su vida tras sufrir todo tipo de humillaciones y se apresta a pelearla como una verdadera huelguista. Luisa «hizo la calle» desde los 12 años a causa del hambre y la pobreza; y en el presente, el marido le pide que «haga la ronda» para completar el presupuesto. Ansía recuperar su dignidad y ser reconocida como obrera. Santibáñez, inmigrante rusa, interpreta a una delegada de la Unión Gremial Femenina. Será ella quien persuada a las lavanderas y al resto de las trabajadoras que la lucha en defensa de los derechos es posible. Giannone es Celia, una mujer que entiende la necesidad de cambiar la realidad. Todas se muestran solidarias mientras padecen situaciones de esclavitud. El condenado Leivas, el patrón que interpreta Cali Mallo, simboliza al esclavista. Su técnica es el abuso en todas sus formas. María Nydia Ursi-Ducó es la “vieja”, una mujer que se suma a la defensa de sus compañeras huelguistas. En ella se profundiza el deterioro de las trabajadoras a cierta edad. Iazurlo es la joven Rossi, la muchacha que paga con sangre la injusticia. Patricia Gil, la gringa, representa a la inmigrante italiana que emplea el cocoliche y es poco “entendida” por el resto. “El Rosendo”, interpretado por Pablo Rodríguez, encarna la poca valía de los hombres de la época, hombre bueno pero falto de coraje, marido de Celia, quien después de hacer una huelga el año anterior perdió su trabajo. Los actores se desempeñan de manera convincente en el desarrollo de la historia. El histrionismo de Kuliok acapara la escena.
En la Argentina del siglo XXI la huelga es condenada por el poder político y los trabajadores sufren la persecución y el despido. Los castigos ejemplares no cesan y la situación de los trabajadores sigue siendo precaria. Si bien es cierto que a lo largo de las luchas por las reivindicaciones laborales se ganaron terrenos importantes, estos parecen tener que ser defendidos a cada paso. Los gobiernos se muestran dictadores y actúan como ciegos de poder. Las represalias abundan y en lo que va de la última década, las muertes por los conflictos sociales han sido una constante.
“Las obreras” es una voz que se alza desde el teatro. Esta forma artística estuvo siempre presente como la conciencia del pueblo. La obra es un manifiesto a la lucha de las trabajadoras argentinas por su justa reivindicación.
Este colectivo social de hombres y mujeres fueron héroes anónimos. Como lo son todos y cada uno de los huelguistas cuyo único y genuino interés, es el de recuperar la dignidad de la clase trabajadora. Esa, que le puso históricamente, el hombro al país.
Después de la obra
La actriz Luisa Kuliok se mostró emocionada a punto de las lágrimas. Cada artista fue presentado al público. Representantes del gremio de UPCN y SADOP dirigieron unas palabras. Agradecieron la presencia del Ministro Mariano Ovejero quien obsequió al elenco libros de los ganadores del Concurso Provincial de Literatura. Los artistas recibieron una placa en agradecimiento por revivir la primera huelga de trabajadoras.
– Fotos tomadas por Salta 21.