En el estadio Maracaná, con un público de más de 74 mil personas y millones de televidentes, Messi definió ayer el partido con un triunfo para Argentina de 2 goles contra 1. Como siempre, los argentinos parecen estar divididos entre quienes creen en la Selección y lo esperan todo, y entre los que no le tienen fe y no esperan nada. Hace 28 años que Argentina no gana un Mundial, y muchos tienen la esperanza de una reivindicatoria revancha por la “mano de Dios” contra Inglaterra y los 6 a 0 contra Perú, triunfos que para los albicelestes de corazón fueron virtuales.
Sabella fue valiente al reconocer que “muchos de los errores fueron míos”. La figura del entrenador – ligada a La Cámpora- es fundamental para la Copa del Mundo. Mucho se ha dicho sobre los jugadores que dejó afuera del Mundial, y eso o le pesará o sumará en la balanza a la hora final. Lo importante de este primer partido del equipo es que supo reconocer que aquella formación que le dio el triunfo en el amistoso contra Bosnia – sin Messi- 5-3-2 que empleó para el primer tiempo, no le garantizaba una definición para obtener los 3 puntos de esta vuelta. Y con la inclusión de Gago y del Pipita Higuaín abrió un nuevo panorama para el segundo reñido tiempo contra un rival debutante en campeonatos mundialistas.
Abrió el juego del segundo tiempo una Argentina que mermó la defensa y reforzó el ataque. Se lució Lionel Messi con un gol que gritó con el alma y que sirvió de rompehielo luego de 8 años sin definiciones en las copas mundialistas. Messi lo necesitaba y el quipo también. Lo malo de todo esto es cargar las tintas sobre un jugador al que todo el planeta mira con esperanzas, a la espera de una jugada que lo consagre o lo entierre para siempre. Muchos periodistas deportivos lanzaron un pesimismo inusitado frente a la figura de Messi, pero no se puede ser tan injusto con un jugador de la talla suya y que por otra parte, le dio la victoria de ayer al equipo y que puede sopesar a la hora de lo emocional.
Gago fue definitorio ayer. Aire renovado para Argentina; y aunque la FIFA consagró a Messi como el jugador del encuentro, no se le puede desconocer los aciertos y las buenas jugadas a Gago. Romero, el arquero, fue la figura de un primer tiempo en el que hubo descuidos y Bosnia llegó al arco en al menos tres jugadas con riesgo de gol.
Hubiese sido una vergüenza mundial ganar o empatar el partido gracias al gol en contra de Sead Kolašinac – de rebote. Los vi muy cautelosos a los jugadores quienes privilegiaron más la técnica que la pasión y quizá por ello hubo muy pocas jugadas para recordar. El golazo de Messi fue maravilloso. Pero aún sigo pensando en esos jugadores que alguna vez fueron “los niños de la guerra”. Los argentinos a veces sentimos que merecemos un triunfo por nuestra historia de vida. ¿Y Bosnia? Al menos merecen un gran reconocimiento por su reconstrucción socio-política.
Esto recién comienza, pero la historia de las derrotas y de los fracasos de la Selección nos trae de angustia en angustia cada 4 años. Como bien leí en algún sitio, el momento de Messi es este, pues en Rusia 2018 tendrá 31 años. Esperemos que logre estar a punto, pero tampoco esperemos milagros. Aprendamos a ser más cautos para aprender lo mejor de un juego, y sobre todo, que la derrota es necesaria para obtener la gran victoria. Somos lo que somos y este es nuestro equipo: son seres humanos y no divinidades del balompié, tenemos que darle al fútbol el lugar que tiene. No seremos ni mejores ni peores ciudadanos por ganar o perder una Copa; no es esa la manera que tenemos de estar a la altura de los grandes.
La pasión está con nosotros. Y más de uno hoy estamos afónicos por gritar el gol de Argentina, por dar aliento desde nuestros lugares a nuestra Selección, por alentar desde la pantalla de TV (los que nos quedamos en casa que somos la mayoría), porque estamos felices, porque necesitábamos esta alegría. Porque después de todo, nos reconocemos en esa camiseta celeste y blanca y porque aunque seamos imperfectos, somos argentinos que sueñan, cada día, con volver a tener en nuestras manos la Copa del mundo.