Mocini fue fiel a lo suyo.
Salta, sábado 5 de enero de 2013. Recital de David Mocini (laud). Obras de Canova, Dowland, Molinaro, Robles, Mocini. Auspicio de la Dante Alighieri de Salta. Primer concierto del año.
No es frecuente escuchar música escrita para el laúd. En esto tiempos no es frecuente encontrar un joven de 29 años de personalidad ciertamente tímida. Tampoco es frecuente oír en Salta páginas de John Dowland o Francesco da Milano que en realidad se llamaba Francesco Canova, nacido cerca de Milán (Italia). La última vez que esto ocurrió fue en un concierto dado por el Mozarteum local allá por 2006.
Todo esto vi y escuché en el recital ofrecido por el laudista y compositor David Mocini, nacido en Génova hace 29 años. El laúd es un instrumento cordófono cuyo origen se produce sobre la Edad Media y es usado a través de poco mas de cuatrocientos años y gracias al movimiento historicista surgido a mediados del siglo XX, es nuevamente escuchado en estos tiempos. En realidad es un instrumento del Renacimiento aunque también se usaba en el Barroco temprano. Luego, fue pasando al olvido hasta que los analistas de la música antigua encontraron información acerca de la música escrita para él.
Soy respetuoso de los adeptos al historicismo musical aunque los motivos para no ser un seguidor de ellos no entran en una nota como ésta. Sin embargo y aunque parezca una contradicción también opino que el redescubrimiento de la música antigua durante el siglo pasado, es probablemente uno de los aspectos mas importantes que le ha sucedido a la música clásica. Desde aquellos años, ya han ocurrido tres generaciones de intérpretes que no se si están cambiando las cosas, pero estoy seguro que están aportando lo suyo en beneficio de la información del diletante.
Esta circunstancia que a veces no es tan fácil observar es la que vive David Mocini, el laudista italiano que nos visitó. Trajo un laúd de preciosa sonoridad y entregó trece ejemplos de la música cortesana del siglo XVI y la primera parte del siglo XVII. Música morosa, sin vibrato, con melodías muy alejadas de las formas melódicas que vinieron después. A pesar de ello y de ser considerada por muchos oyentes en el mundo como una especia de subcultura, partiendo de la base que la cultura de hoy tiene parámetros más modernos, no carecen de sensualidad y cierta morbidez sonora. Mocini fue fiel a lo suyo. No hubo contrastes evidentes salvo en el efecto de “eco” que ofreció la Pavana llamada La Milanesa, de autor anónimo. Pero fue evidente que atrapó la atención del oyente que luego de una página de su autoría, aplaudió largamente su presentación.