La titular provisional del Senado, y tercera en la línea sucesoria del Ejecutivo, Beatriz Rojkés de Alperovich, desestimó este martes que “esté en los planes de la Presidenta” reformar la Constitución “para prolongar el mandato”.
La senadora dio su visión sobre la posibilidad de pensar en la sucesión en 2015: “No me da la sensación de que esté en los planes de la Presidenta reformar la constitución para prolongar el mandato”, opinó.
Consultada sobre los movimientos sociales e intelectuales que promueven una reforma constitucional, Rojkés de Alperovich respondió: “Hay posibilidad de generar espacios de discusión pero esto no es algo que haya surgido de la Presidenta ni está en sus prioridades”. No es la primera vez que un miembro del entorno presidencial niega la existencia del plan reeleccionista pero admite que sí podría haber reforma constitucional en los próximos tiempos.
Este mensaje sería el reflejo de un complejo plan que estaría elaborando el grupo de abogados que elabora la estrategia para la eternización de CFK en el poder. El actual proceso de recesión económica y la consecuente baja de la imagen presidencial en las encuestas estaría obligando a un ajuste de la estrategia reeleccionista, haciéndola más sofisticada y compleja. La base del nuevo plan consiste en dividir la operación en dos tiempos. La primera fase -que hasta podría concretarse antes de fin de este año- consistiría en reunir los dos tercios de los votos de los miembros de ambas cámaras, para sancionar la ley que declare la necesidad de la reforma. De conseguir este número, el cristinismo impulsaría la inmediata sanción de la ley, pero convocando a la elección de convencionales constituyentes conjuntamente con la elección de senadores y diputados nacionales del año que viene. De este modo, el gobierno se aseguraría dos cosas: para empezar tendría ya habilitada la realización de la reforma y por el otro dejaría la elección de constituyentes para una fecha variable, la de la elección legislativa, que podría ajustar en el 2013 según evolucione la marcha de la economía. Esto es, adelantar las elecciones al primer semestre o dejarlas para el segundo, en caso de que el supuesto rebote de la economía se produzca para entonces.
A último momento
Pero el nuevo plan en elaboración incluye otra variante creativa. Es obligatorio que la ley que declare la necesidad de la reforma precise los puntos de la Constitución que deberán ser reformados por la Convención Constituyente. Los puntos que establezca la ley son entonces vinculantes para la Convención, que podría rechazarlos pero no incorporar nuevas propuesta de reforma. La intención del cristinismo sería entonces mostrar -en una primera etapa- que a la presidente le interesa la reforma y no su reelección. Que la reelección no esté incluida entre los temas de la reforma sería además un argumento decisivo para conseguir los dos tercios en el Congreso. Muchos legisladores radicales y de centro izquierda aceptarían con gusto votar por la reforma si esto no los obliga a avalar la posibilidad de la reelección presidencial, que los obligaría a pagar costos.
Así las cosas, el proceso reformista se pondría en marcha sin la reelección, quedando entonces Cristina a salvo de las críticas, lo que le permitiría colocarse por encima de la lucha política y en una postura aliviada. En síntesis, “buscando el bronce”.
Si embargo, esta operación tendría su broche de oro. Poco tiempo antes de que se voten los constituyentes, el cristinismo levantaría de nuevo la bandera de la reelección, presionando a fondo para que el Congreso sancione una ley complementaria ampliando el contenido de la reforma. La ventaja sería que el gobierno elegiría el momento que le sea más propicio para dar este golpe final.
Como es obvio, la fase final de inclusión de la reelección en la reforma sería precedida de un gran “operativo clamor”, es decir, la movilización de todo el oficialismo planteando la opción entre Cristina y el caos. Este momento podría coincidir con la campaña electoral, cuando la división y las diferencias en el seno de la oposición podrían facilitarle las cosas al gobierno.
– Por Carlos Tórtora
– Fuente: Informador Público