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domingo, noviembre 24, 2024

La idea fija

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Muchas parejas temen confesarse que han perdido interés sexual por el otro porque asocian esa ausencia de ganas con el fin del amor y la amenaza de una separación.

Víctor es un amigo de las cosas íntimas, de esos con los que podés encarar el sexo adulto y sus bemoles pasados los años, sin sonrojarte (o sea, sin ponerse colorado).

Me da la impresión de que el hombre me busca para hacer catarsis y qué mejor que un par para quemar esas inquietudes. Víctor se bajó del caballo después de varios años de casado (y confesión previa de quererla a pesar de todo), es que el hombre siempre quiere al primer amor aunque la mujer (la esposa) afloje con sus obligaciones maritales. La historia me suena remanida: “Sabés qué, Mangherita?, cuando la mujer empieza a hacerse floja en la cama y apela a que le duele la cabeza, o que la supera el cansancio…lo mejor es tomar otro rumbo y dejarla que descanse. Remató diciendo: ”¿Me entendes? Hay que tomarse el buque sino pasas a ser un gilardón…”

El muchacho (cincuentón) tomó en serio la decisión y asumió su nueva vida de soltero con la promiscuidad como bandera. A toda costa intentaba convencerme (sin lograrlo) que sus nuevas conquistas (fruto del pintón), “caramelitos” como las llamaba, era el mejor remate al desdén matrimonial.

Qué fenómeno repetido esto de la declinación sexual de la esposa, pasados ciertos años (o será de los dos). El problema sexual es uno de los más complejos de la vida humana hasta el punto de que, a veces se opta por no resolverlo con razones y dejar que cada caso encuentre su solución espontánea. En nuestra sociedad existe un escaso conocimiento sobre este tema, incluso dentro de los profesionales sanitarios. Las creencias y conceptos erróneos se manifiestan incluso en las historias clínicas donde no se recogen datos sobre la actividad sexual. Felizmente, las nuevas generaciones inician sus propias experiencias, conviviendo en pareja para probar si las cosas funcionan convenientemente, pero contrario a nuestras percepciones conservadoras (de otras generaciones), también resuelven expeditivamente la separación. Las acompaña una tolerancia cero, dejando uno que otro descendiente en el camino. Son los hijos de la post- modernidad y las nuevas formas de familias contemporáneas.

La Afanisis

Pero volvamos a la aflicción originaria en que la esposa se declara incompetente para asumir sus responsabilidades maritales, entrando en una falta de deseo para las lides de alcoba. El Psicoanálisis, en la persona de un discípulo freudiano Ernest Jones introdujo la problemática de la propia muerte del deseo, cuando el sujeto pierde su capacidad libidinal, dejando una grieta profunda en la realidad simbólica humana (un hecho humanamente imposible). Un individuo afánico sería aislar a los seres humanos (en este caso a la mujer) del lenguaje y de la necesidad y decretar su autismo sexual. De todos modos, esta aseveración no está muy lejos del enloquecimiento con que vive el esposo, el rechazo conyugal, en la incomprensión de lo que está pasando con los síndromes de migraña, las puntadas hepáticas y las descomposturas recurrentes con que la mujer ejercita su rechazo al acto sexual conyugal, que no es otra que una herida de muerte al amor entre dos seres que alguna vez se quisieron.

Muchas parejas temen confesarse que han perdido interés sexual por el otro porque asocian esa ausencia de ganas con el fin del amor y la amenaza de una separación. Sin embargo, el deseo sexual se alimenta del erotismo y no del amor, y basta con avivar algunos fuegos y plantear algunos cambios para que los calores vuelvan a avivar el vínculo. En general, expresan falta de motivación y excitación, que los lleva a conductas evitativas respecto al posible deseo del otro. Es decir: temen que su pareja pueda buscarlos sexualmente y tratan de evitarlo generando actividades que los demore a la hora del posible encuentro. Lo cierto es que esta queja es recurrente en el género masculino y conversación en las tertulias como un callejón sin salida. Para el diván sería un bloqueo en la comunicación. Para la vida cotidiana erotismo tiene sus condiciones. A saber:

– 1) Novedad.

– 2) Transgresión.

– 3) Variedad.

– 4) Fantasía.

– 5) y finalmente el juego compartido y más juego y más juego….

Cuando el juego se esfuma y la pareja pierde esas condiciones de SORPRESA/TRANSGRESIÓN/VARIEDAD/FANTASÍA Y JUEGO estamos para ser burdos en el horno porque falta, absolutamente, el fuego de la pasión. ¿Se entendió? O tengo que seguir.

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