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sábado, noviembre 23, 2024

La Madama

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Lo dijo Mirtha Legrand o sea que sí. Fue un segundo cuando el desmayo hepático y pronunció: “A una sobrina mía la secuestraron”. También al marido.

Y Mirtha contó que al frente del Canal 13 estaba la Marina que le dijo a ella no intervenga, es peligroso. Entonces ella (“Primera vez que lo digo ante las cámaras”) habló con el general Harguindeguy que le contestó algo así, Mirtha es un caso difícil pero tratándose de usted…

La sobrina fue liberada pero el marido no, torturado se supo, lo supo ella, y sigue desaparecido.

Arnaldo André asentía con la cabeza en el almuerzo. A una de las comensales se le oyó decir bajito

“Qué horror”. ¿A cuál horror se refería?

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La conductora de los almuerzos llevaba atuendo amarillo, tipo gran señora.

¿Pero quién es Mirtha?

Una de las claves de la novela latinoamericana son los prostíbulos.

Caros prostíbulos en donde se reúne gente de poder, militares, presidentes, alcaldes y mercaderes. Pero el sujeto teatral por excelencia es la madama, la dueña y directora del establecimiento.

Y sin hacer nada mejor durante años que pensar cuál era la magia de los almuerzos de Mirtha, de pronto encontraba la respuesta. Mirtha es la madama.

Acudir a los almuerzos como a los salones de farol rojo. En la sala-decorado, se debe sentir la realidad aunque los invitados sepan que es un decorado.

La comida real acelera la impresionabilidad. La elegancia y el champán inicial introducen en el código de obscenidades. Copas de cristal para empezar a hablar de…

La sala del almuerzo anuncia el goce. Éxito, riqueza y poder están detrás de las cámaras, como en cada una de las puertas que dan a las habitaciones adonde aguardan muchachas jóvenes, maravillosamente astutas y desnudas.

La madama sabe todo y calla todo. Esa es la fascinación de su metier. Cambia lo que sabe de sus clientes por los silencios. Los invitados llegan pues hasta ella absolutamente seguros, cautivados.

La señorona, que está más allá del bien y del mal, porque ha conocido todo, reuniendo la experiencia en un poder, hará preguntas que no están en el espacio de la confidencia.

Los autoconvocados, presidentes, millonarios, fashions, gobernadores, almuerceros constantes, se acercan al erotismo de los cinco millones de televisores. Es el erotismo massmediático.

Se sientan y almuerzan. La madama los prepara para conocer los secretos más secretos que ella no revela. Por eso ella siempre está más joven, siempre más hermosa con la vejez, puede hacer el luto incluso desde las cámaras, sombrero negro, guantes negros… El salón no cierra. That is the life in the tropic! Detrás de la puerta alguien dirá papito.

La realidad convertida al show

Miguel Angel Asturias cuenta en El Señor Presidente que la sala ardía a medianoche: “Hombres y mujeres se quemaban con la boca. Los besos, triquitraques lascivos de carne y de saliva, alternaban con los mordiscos, las confidencias con los golpes, las sonrisas con las risotadas y los taponazos de champán con los taponazos de plomo cuando había valientes”.

La madama sabe todo y calla lo conveniente. Recibe dinero por ello y proyecta a los seres a la otra realidad, al narcisismo, a la nueva raza de managers, al arribismo individualista y conquistador, a los cirujanos plásticos, a la publicidad chic.

Competencia entre marcas y carrera de nuevos modelos donde debe instalarse el poshombre; la moda, los jeans, el retroceso a la sonrisa menémica, los cortocircuitos del videoclip, la seducción de la mercancía, hiperespectáculo, marketing, eslóganes redundantes, extravagancia de la belleza, marcas cosméticas adheridas a la piel, comunicación del lujo, la superficialidad encantada y después de los anuncios volvemos.

Harguindeguy

La dictadura supo que la tenía ella para esconder sus vicios y le hizo la gauchada de liberar a su sobrina para que siga silenciando. Que es lo que hizo. La dictadura fue en los medios una gran complicidad de miedos. Peor en ella, de negocios. Su programa era el programa. Demostraba a la gente la existencia de libertad.

Profundidad del escote, amplitud de hombros. La fama concebida como orgasmo.

Pero con el fin de la noche la madama se agota. No puede escapar a la atmósfera acre que se le pegó en los párpados, al humo húmedo.

El esfuerzo de encubrir y encubrirse la desarma. El propio modelo rápido del goce necesita un recambio. Aparecen las arrugas monumentales. Quiere seguir siendo grande y se equivoca.

Tuvo seguro otros muchos traspiés, pero en este saltó su complicidad con el Goering videliano.

El respeto con el ministerio del Interior que le entregó la sobrina pero no al otro muchacho para que ella supiera que ellos también negocian.

Ahora pasemos a la ciencia ficción

¿Y si desde los prostíbulos electrónicos se intenta construir la democracia?

Alain Touraine miraba a la Argentina menemista con sospecha, bajo el lente de la debilidad de sus actores sociales, de sus partidos políticos como empresas de acceso al poder en vez de agentes de representación de las demandas sociales. Sociedades muy dualizadas, donde el almuerzo mediático, la banana de Moria, el tinelazo, ocupaban el lugar de las ausencias.

La ley de Medios va justamente contra los silencios negociables de la Madama. Abre las puertas a la realidad.

Mujer de mujeres, pudo ser vicepresidenta de Menem.

¿Recuerdan que recibió la propuesta entusiasta? Pero entonces no habría sido ella sin el control de la moral, la manipulación de los silencios y los bocaditos de salmón.

También estaban los muchachos inexpertos. Esos que entraban temblando, como mariposas aturdidas, y no se sentían bien hasta que no se hallaban de nuevo en la calle. Buenas presas. “No me olvides”.

Salían del burdel “con gusto a sabandija en la boca, lo que antes de entrar tenía de pecado y de proeza, y con esa dulce fatiga que da reírse mucho a repicar con volteadora. ¡Ah, qué bien se encontraban fuera de aquella casa hedionda!” Mordían el aire como mandarina fresca y mientras miraban las estrellas, esperaban una pasión verdadera para sus músculos tirantes.

Yo no tenía miedo, quiso repetir ella ante los invitados absortos de tanto silencio compartido sobre los cubiertos.

Eduardo Rosenszvaig – Profesor de la Universidad Nacional de Tucumán. Historiador y Escritor. Nota inédita: enviada a Salta 21 para su publicación.

– Nota relacionada:

La confesión de Mirtha Legrand

http://salta21.com/La-confesion-de-Mirtha-Legrand.html

1 COMENTARIO

  1. La Madama
    Hola soy de salta, y lo mismo sucede con tineli, yo nose de su vida, pero si me doy cuenta de todo lo que hace con solo mirar una vez el programa, por que no soy de ver tv a veces mi madre ve y como estamos conversando pone el prog y bue toca jeje. Mi opinion es que engaña a toda la gente con sus programas basados en las peleas, por que antes cuando solamente bailaban casi nadie veia el programa y como a toda la gente nos gustan las peleas que mejor que ser el autor principal en las peleas echandole leña al fuego de los escandalos de los demas y siendo el principal autor de las separaciones y peleas a muerte entre personas, tambien se aprovechaba de los sentimientos de la gente mostrando a gente que salia a dar lastima (personas discapasitas), es verdad que hay gente que sufre y tiene necesidad, pero mostrarla al extremo para ganarse que lo miren, es otra cosa; sino por que en estos momentos no muestran el sueño del participante?!; pero bueno asi funciona este arte negro de la tv de querer buscar seguidores y otras riquezas personales que no solo es dinero y fama, esto me recuerda un dicho:»el que mas tiene mas quiere».Bueno me despido y le agradezco a este medio de unformacion bastante completo hasta la proxima

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