La agencia aeroespacial estadounidense hizo impactar un proyectil cinético en un cráter, lo que está prohibido.
Cuando se habla de naves extraterrestres, de vida y civilizaciones más allá del sistema solar, y de otros mundos habitados, además de generar un inmenso manto de dudas, siempre aparece el tema sobre si las potencias mundiales y las más importantes agencias espaciales cuentan todo cuanto saben o si, en cambio, están al frente de una gran farsa, en la que se encubre enorme cantidad de información y conocimientos.
No sólo por la potencial y cada vez más citada presencia extraterrestre en la Tierra, donde las presencias de ovnis son cada vez más frecuentes, sino también porque tanto en la luna como en los planetas que circundan al sol, como los casos de Marte, Venus y Júpiter, así como sus respectivas lunas, existe actividad y evidencia sobre hechos inexplicables.
No hay que olvidar que varios denunciantes y teóricos de la conspiración han planteado que en la superficie del satélite natural de la Tierra se ubican numerosas bases extraterrestres. El hecho de que muchos crean que la NASA y los gobiernos de todo el mundo han ocultado información sobre estas bases alienígenas se ha convertido en una idea ampliamente aceptada en la última década entre los miles de ufólogos y creyentes.
En ese contexto, ahora se ha conocido la llamada misión Lcross de la NASA, que en el más estricto de los encubrimientos literalmente habría bombardeado la superficie lunar con presuntos “fines científicos”, según se habría especificado, y que para ello se habría utilizado la que es llamada un arma cinética, bautizada Centauro que, tal lo programado, impactó sobre la superficie selenita, en el cráter Cabeus, cercano al polo sur lunar. Una abierta violación a un montón de tratados, que sirven de poco y nada.
Violando acuerdos
El bombardeo cinético es, en una traducción simple para que todos puedan entender de qué se trata, atacar desde el espacio una parte de la superficie planetaria con un proyectil no explosivo en el que la fuerza destructiva proviene de la energía cinética liberada durante el impacto del proyectil.
En los últimos 20 años varios tratados muy importantes han tenido un impacto significativo sobre la política espacial militar.
En ese contexto, el llamado Tratado del Espacio Exterior (OST, Outer Space Treaty, en inglés), que se firmó en 1967, establece claramente que el derecho internacional se aplica más allá de la atmósfera.
Ese acuerdo restablece las leyes internacionales que generaron nuevas leyes relacionadas con el espacio: libre acceso al espacio y cuerpos celestes de intención pacífica, prohibiciones de créditos nacionales del espacio o de cuerpos celestes, prohibiciones de poner cualquier tipo de arma de destrucción masiva en el espacio o en cuerpos celestes.
Asimismo, en el llamado tratado antibalístico de misiles (ABM, Antiballistic Missile en inglés) de 1972, que firmaron por entonces los Estados Unidos y la ahora extinta Unión Soviética (URSS), se prohibió el desarrollo, prueba y empleo de estos misiles en el espacio.
Ya en 1974, en la llamada Convention on Registration se exige a las partes mantener un registro de objetos lanzados al espacio e informar de los parámetros orbitales y la función general de los objetos a las Naciones Unidas (ONU).
Por último, y la más importante, la Convención de Modificación Ambiental (Environmental Modification Convention) firmada en 1980 prohíbe el uso hostil de la modificación ambiental.
Muchos papeles, pero…
A pesar de todo lo mencionado anteriormente, ya en 1977 se había acordado en una convención sobre la prohibición militar o cualquier otro uso hostil de técnicas de modificación ambiental que establecen una serie de restricciones también sobre el espacio exterior y los cuerpos celestes (fuente: Perestroika y el Derecho Internacional). Todo muy lindo y reglamentado, pero así y todo, la NASA modificó la superficie de la luna después de lanzar el arma cinética de dos toneladas que creó un cráter de 5 millas.
Palabra oficial
El principal objetivo de la misión Lcross, según los postulados de la NASA, fue explorar la presencia de hielo de agua en un cráter permanentemente en sombra cerca de una región polar lunar. La misión fue lanzada junto con el Orbitador de Reconocimiento Lunar (LRO) el 18 de junio de 2009, como parte del Lunar Precursor Robotic Program, la primera misión estadounidense a la luna en más de diez años.
¿Ese era el objetivo?
Si ese era la premisa, la duda entonces surge entre los que consideran que todo es una conspiración: ¿para qué romper numerosas leyes internacionales e ir en contra de sus propias normas? El verdadero propósito detrás de la misión Lcross era “el bombardeo lunar” que, a todas luces, resulta mucho más enigmático de lo que nadie en la NASA está dispuesto a aceptar.
En principio, porque consideran que la NASA tenía un objetivo militarista y no científico. Incluso muchos consideran que el arma cinética de dos toneladas que fue detonada en el polo sur de la Luna estaba dirigida a un base alienígena que se encuentra allí.
Quizá podría explicarse entonces por qué no se han vuelto a hacer expediciones lunares en los últimos años, cuando se sabe que está lleno de minerales, que cuenta con agua y que la Luna es ideal para continuar la exploración de nuestro sistema solar y también sería de ayuda para llegar a Marte y más allá.
La razón por la que la NASA decidió romper las leyes internacionales es un profundo misterio, y bombardear la luna por supuestos fines científicos es algo que las leyes internacionales no aceptan. A menos que no sólo los estadounidenses sepan la verdad de lo que está allí, a la vista en cualquier noche estrellada.
– Por Daniel Beylis
Crónica