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domingo, noviembre 24, 2024

La necedad del necio (el estímulo de la grieta)

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La torpeza moral de este cruel gobierno, no me da tregua como para calmar mis ánimos. El estropicio social, inigualable, que produce me obliga a tener el cerebro activo, por la necesidad de mi salud mental, a la vez de compartir estos pesares con los lectores. Siempre un malestar social compartido, es más llevadero.

Para entrar directamente en tema afirmo que no estamos MAL. Estamos superlativamente PEOR que la década K, sobre todo si tomamos como referencia la realidad de los jubilados y sus necesidades básicas y los sectores laborales marginados, opuesta (por supuesto) a los que retornaron a las operaciones financieras, o sea , a los que le nefrega el prójimo y están encerrados en un hermético individualismo.

Lo cierto es que la convivencia social ha trepado a una situación de violencia inusitada, en donde los partidarios de este gobierno (que no son pocos) están provistos de visibles síntomas irritativos y expresiones indisimuladas de violencia, por defender lo indefendible y es nada menos que esa obcecación (dificultad que impide a una persona razonar las cosas o darse cuenta de ellas, «solo desde la obcecación pueden mantenerse criterios que todo el mundo considera dolorosos») por demostrar “objetivamente” que estamos mejor o la obstinada argumentación de la pesada herencia.

El mensaje que baja de las alturas oficialista es que NO HAY DESOCUPACIÓN/NO HAY TARIFAZO/NO HAY MALESTAR SOCIAL, en definitiva, estamos en la gloria divina. Le inculcaron férreamente, a su núcleo duro que repita (sin temor) “que estamos en un gran país” (sic), lo que es absolutamente cierto, pero no bajo estas condiciones de vida, en donde se ha perdido el derecho, incluso, a la medicación elemental; siempre hablando desde la perspectiva de los jubilados y clases relegadas.

El rostro de los funcionarios involucrados en esta desfachatez fenomenal (entiéndase la cúpula mayor) están impertérritos (no se intimidan ante la verdad), como si fueran protagonistas impolutos (sin mancha) de esta hecatombe económica, llegando su investidura máxima a sostener una supuesta “revolución de la felicidad”, sin caérsele ningún gesto en contrario que deja impávidos a los comunicadores sensatos, no así a su cáfila de operadores incondicionales. Ya sabemos que a este nivel, nada es gratuito (están bien pagados por realizar estos servicios).

De lo que estoy seguro, es que estamos ante una gigantesca NEGACIÓN de la realidad.

LA NEGACIÓN o como auto-engañarnos

Uno de los términos del psicoanálisis que más ha calado en la cultura popular es el de «mecanismo de defensa». Un mecanismo de defensa es una manera de defendernos de ser conscientes de una realidad que puede ser dolorosa. El proceso es básicamente el siguiente: en algún nivel sabemos algo, pero también sabemos que reconocer esa realidad nos haría daño (nos defraudaría), por lo tanto tratamos de no ser conscientes de esa realidad.

Hay dos maneras de negación:

1) Una de ellas consiste en no hacernos conscientes de algo que es evidente y;

2) Otro tipo de negación es cuando negamos con la palabra algo que es cierto, por ejemplo: «Todo está bien. El país va sobre rieles y los desocupados de hoy, serán los obreros calificados de mañana.”. En este caso específico, los votantes estafados en su credibilidad, necesitan reforzar lo actuado con pilas mediáticas (o sea, propaganda-publicidad) que sostenga su colosal engaño.

En la negación es fundamental tener en cuenta los aspectos antropológicos y sociales. Detrás de la negación (consciente o inconsciente, da igual) hay siempre una calificación ética: algo debe ser rechazado. La antropología nos muestra el relativismo inherente a toda ética. Todo negar es – de algún modo- negar para los otros, sobre todo en aquellas sociedades en que las normas comunitarias priman sobre la perspectiva individual. Por tanto la negación no puede contemplarse exclusivamente desde una perspectiva intrapsíquica, sino que hay que considerar siempre la inducción social de la negación.

Este gobierno se vale de todos y cualquiera de los recursos disponibles, incluido, la violencia sostenida, para formatear esta formidable destrucción del anterior gobierno popular. Tira ex profesamente las ilusiones comunitarias por el resumidero del descarte, en esa tirria confesada que le provoca las conquistas valoradas por el pueblo .Entiéndase: la seguridad laboral/el ascenso social de sectores marginados/ rol del Estado generando empleo que sea eficiente y emprendedor, ya que su deslumbramiento está puesto en las privatizaciones y la entrega del patrimonio. Esto si lo reconforta y acomoda. Todo lo que tenga visos de solidaridad o fraternidad conjunta se empeña en destruirlo. Su jugada maestra está dimensionada hacia la liquidación de las Pymes (o sea, los pequeños y medianos emprendimientos). Su mirada está puesta en las grandes Transnacionales y su expansión externa.
Lo grave de esta experiencia está puesto en el lavado cerebral de la población interna, hipnotizada, por la sumisión a un símbolo patronal en una actitud de obediencia irrestricta a un plan económico capitalista salvaje. Es el miedo a la libertad de los pobres y los sectores inmediatos que no se animaron a emanciparse (empoderarse) y asentar los cimientos de una Patria más libre y soberana, cediendo el manejo a los que tradicionalmente mandan en un territorio y que siempre son definidos como el Poder dominante. La Historia se repite y los poderosos agarran (recuperan) la manija que le hicieron olfatear y dulcear graciosamente a sus plebeyos.

El pueblo hoy no está Mal, está superlativamente peor y, por el momento derrotado.

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