La Novena Sinfonía en Los Ángeles

El comportamiento, el silencio, la atención, el disfrute de semejante masa de oyentes llamaba la atención. Frühbeck tuvo la generosidad de concederme una breve conversación al final del concierto. Este concierto, fue una de las cúspides de mi paseo californiano.

Los Ángeles, agosto de 2011. Hollywood Bowl. Orquesta Filarmónica de los Ángeles. Jeremy Denk (piano). Leah Crocetto (soprano). Jennifer Johnson Cano (mezzo-soprano). Brandon Jovanovich (tenor). Ian Patterson (barítono). Coro de Maestros Cantores de Los Ángeles. Director Mestro Rafael Frühbeck de Burgos. Obras de Ludwig van Beethoven: Fantasía Coral op. 80. Sinfonía nº 9 “Coral” en re menor op.125. Aforo 100%.

LAS OBRAS

La Fantasía Coral, escrita por Beethoven muchos antes de la sinfonía del mismo género, exige una tetratología interpretativa: director, solista de piano, coro mixto y orquesta. Fue presentada en el teatro An der Wien para las vísperas de las Navidades de 1808. Se trata de una parte pianística que brinde la sensación del improviso, entradas graduales de la orquesta y potente melodía coral. En medio de sus turbulencias sonoras, emerge la limpieza del piano donde el versátil Jeremy Denk, nacido en EE.UU., con excelente currícula, se lució por su seguridad, limpieza, finura y distinción.

Luego vino ese portento musical que es la colosal Novena Sinfonía. No hay casi nada nuevo para decir. Ya todo se ha dicho hasta llegar a uno de sus puntos más altos: haber sido designada la única obra musical que figura según la UNESCO como Patrimonio Cultural de la Humanidad. Desde sus indecisos tramos iniciales para que el autor pueda llegar a la definida tonalidad de Re menor, su jovial y vivaz “scherzo”, después un remanso de paz y belleza en el “adagio” para finalizar con un resumen, su cuarto movimiento donde el compositor describe las particularidades de la vida del ser humano, infancia, juventud, su desarrollo personal y finalmente los ideales de la adultez. Su ejecución tuvo dos detalles dignos de ser mencionados por aparte. El primero, que el tercer y cuarto movimiento se tocaron sin solución de continuidad. Por supuesto se hizo antes aunque no siempre. Segundo el discurso, pesante, claro, al mejor estilo centro europeo que comenzó en los años cincuenta del siglo pasado. El director lo aclara más abajo.

EL LUGAR

El Hollywood Bowl es un mítico y simbólico anfiteatro de la ciudad de Los Ángeles. Tiene una capacidad de casi 18.000 butacas y una antigüedad algo mayor a los ochenta años. Allí se llevan a cabo espectáculos deportivos de variada gama y musicales tanto clásicos como populares. Para ello posee una magnífica y enorme cámara acústica de anillos concéntricos. Se ingresa por la Avenida Highland y tiene como fondo las colinas de Hollywood. Es la residencia oficial en temporada de verano de la Orquesta Filrmónica de la populosa ciudad y en él han dirigido y actuado los más grandes artistas del siglo pasado y del actual. Allí se mezclan nombres como Sinatra, Streisand, Stravinsky, Giulini, Mehta, Perlman, Domingo, Rubinstein, Kanawa, para nombrar solo algunos de los cientos de figuras inigualables. Sinceramente quedé deslumbrado con el sonido artificial. Si hasta parecía estar al lado de los instrumentos. Pequeños, jóvenes, grandes escucharon a la perfección en cualquier lugar que se encontraran ubicados. El comportamiento, el silencio, la atención, el disfrute de semejante masa de oyentes llamaba la atención. Culta actitud, que le llaman. Un modelo a imitar en conciertos al aire libre con la perfección de uno de los más famosos, el Waldbühne de Berlín.

LA INTERPRETACIÓN

Conocí la Orquesta Filarmónica de Los Ángeles y su Coro de Maestros Cantores en el año 2000, aquella vez dirigidos por Sir Simon Rattle y dentro de su temporada oficial. Tal vez sea muy sutil mi apreciación pero en temporada de verano su sonido pueda parecer más “light”. Quizás influya que en aquel tiempo actuó en el que fuera su “hogar”, el Dorothy Chandler Pavillion (hoy su casa es la Walt Disney Hall que la fenomenal empresa donara a la orquesta). Sin embargo de ninguna manera puedo quejarme. Frühbeck es un veterano y estupendo conductor. Dirigió todo de memoria con inmensa sabiduría respetando las tradiciones. Tuvo la generosidad de concederme una breve conversación al final del concierto en su camarín, ya sin traje de etiqueta sino con atuendo más informal. Comentamos algunos aspectos y se mostró interesado en mi opinión (la sencillez de los grandes). El cuarteto de solistas vocales impecable (el barítono uno de los mejores en esta obra que conozco íntimamente), la notable orquesta deliberadamente reducida a unos sesenta integrantes, un coro poderoso, equilibrado, vital, macizo, todos profesionales que leen música. Este concierto, fue una de las cúspides de mi paseo californiano.