Bellísima, de inmejorable exquisitez, profunda hasta la médula y con un planteo actual sobre el “Otro”, nos metemos en un súper montaje escénico inimaginable para abarcar las odiseas de las mujeres y el regreso de los Ulises. La perfección andina de un teatro universal.
Anoche, al ritmo de las hordas de emigrantes, de transitorios seres que atraviesan fronteras en busca del sueño americano, contemplábamos al Teatro de Los Andes como hipnotizados por lo imposible vuelto textura dramatúrgica y carnadura escénica. “La Odisea” de César Brie nos mantuvo anoche (día de la primavera) en vilo tenso de enérgico ritmo desde las 21, 20 hasta las casi 12 de la noche. De la risa al llanto, del drama a la comedia, de lo mitológico a lo sociológico, pasábamos aventados por los dioses, entre el deseo de esperar, encontrar, hallar y perder, como los emigrantes de silencios que pueblan butacas de teatro.
Ulises, la historia de un héroe troyano de la mitología griega, se convierte al mismo tiempo en la historia del héroe latinoamericano que retorna a su Bolivia natal sorteando las luchas entre los pueblos, el peligro de atravesar las fronteras, el trabajo en los cafetales como jornalero, el hecho de ser “nadie” en tierra gringa o la pérdida de la identidad, la violencia de las pandillas mexicanas, la droga y la delincuencia, las pasiones que te hacen correr de tus metas y la muerte diaria.
Vital actuación de Gonzalo Callejas (Ulises) quien lleva la obra, es el actor protagonista. Lo secundan la gran Alice Guimaraes (Atenea) y la dulce Mia Fabbri (Penélope). Hacen lo suyo y de excelente manera Lucas Achirico (un Tiresias con chulo y charango), Karen May Lisondra (Calipso), diestra en la lucha; una delicada Paola Oña (Afrodita); Ulises Palacio (Zeus); Julián Ramacciotti (Telémaco) y Viola Vento (Nausicaa), hábil con los zancos. Interpretan a su vez distintos personajes en diferentes situaciones, lugares y épocas.
El puente entre lo occidental y lo andino se ha tejido con los hilos de Penélope, y la originalidad y maestría de César Brie con el encantamiento que produce el Teatro de Los Andes, achican una brecha cultural para abarcar la humanidad toda sin origen ni razas ni credos. Especie de transculturación de dinámica visión, con una mirada que se proyecta desde el exterior extranjerizante hacia el interior andino.
Del silencio a la furia, de la justicia al odio, de la partida al retorno, entre rituales de un antropologismo teatral hasta una bestialización del hombre con el gruttesco, nos involucramos con “deportados” o monstruos de un solo ojo, con mujeres que esperan volver a ver a sus hijos, con la historia vista desde una ideología inclusiva.
Riesgo escénico, humor en parodias, absurdos humanos y contradictorias revelaciones, humanización de dioses y divinización de mortales, efectos sonoros y visuales como la sangre y la arena además de un gran vestuario, son apenas unos pocos condimentos que subrayan esta puesta que se despliega entre enormes cañas giratorias con música en vivo. Artistas dúctiles de diferentes lugares del mundo con un libreto excepcional y una dirección creativa e inspiradora hacen de “La Odisea” la apuesta teatral del año.
Su definición más acabada: genial!
– Nota relacionada:
«La Odisea» con el Teatro de Los Andes de César Brié
http://www.salta21.com/La-Odisea-con-el-Teatro-de-Los.html